12 May Midachi: un trío con grieta a la vista
Por Hernán Firpo
Hoy, a esta hora, en este pantagruélico edificio de Puerto Madero donde vive cual magnate, Dady Brieva es el amo y señor del famosísimo trío cómico. Si fuera Vilma Palma e Vampiros, sería el Pájaro Gómez. Si se tratara de Serú Girán, Charly García. Dady es el que lidera la charla, es el del gesto admonitorio a Miguel Del Sel cuando considera que se está hablando mucho de política. También es el que le pone los puntos al cronista: “Estamos acá para vender entradas”.
Lo escuchás y pensás: ¿Cómo habrán hecho para llamarse “Midachi” y no “Damichi”? Lo pensás y después lo trasladás de una forma más o menos elegante.
-¿Tuvieron problemas en llamarse Midachi? ¿Pudieron haber sido “Damichi” o, llegado el caso, “Chidami”?
Miguel: El nombre es una mierda. Para mí es el peor nombre de todos.
Dady: ¡Lo elegiste vos la concha de tu madre!! Estábamos en la cocina de casa, debutábamos en la semana y empezamos: Chidami, Damichi, Midachi y VOS, VOS dijiste Midachi.
Miguel: Bueno, hay que aclarar que en esa época estaban los I Medici Concert, pero la verdad no me gusta el nombre.
Chino Volpato: Nos empezábamos a hacer conocidos y nos gritaban “¡eh, mariachi!”. Durante un tiempo fuimos Los Mariachis.
-¿Cómo se dio este nuevo regreso?
Dady: Hace mucho que estamos preparando este espectáculo. Nunca llegamos con tanto aire. Viajamos en octubre a Panamá… ¿viajamos en octubre o en septiembre (al Chino)?
-¿Viajaron para convencer a Miguel y por eso él decidió renunciar a la embajada de Panamá?
Dady: No, no, no. Nosotros nos debíamos una voltereta y coincidimos para esa fecha.
Miguel: Mi renuncia fue muy posterior al viaje de ellos. Ahí yo empecé a ver cómo dejar la embajada. No fue fácil. Le dije: denme tiempo.
Chino: Cuando Miguel dio el okey, eso fue en enero, empezamos a trabajar en una producción importante con pantallas, efectos, música. Nos estamos metiendo más y más en eso para aggiornarnos con la tecnología.
Dady: En realidad, nosotros no le llevamos ninguna propuesta a Miguel. Un día nos pusimos de acuerdo en viajar y fuimos a ver qué mierda era ser embajador y ahí dijimos que estaría bueno juntarse. Cómo. Cuándo. Por cuánto tiempo. Esto no es ponerse la peluca…
-Quien ponía más en juego eras vos, Miguel. La reunión significaba una renuncia. Para el resto, a lo sumo, era era postergar proyectos.
Miguel: Estaba solo y extrañaba.Extrañaba volver a actuar, los amigos, las charlas… Hay muchas cosas que hicieron a la idea de volver.
-Te habías convertido en una figura fundamental para el PRO. Tu renuncia debe haber significado una herida a la vanidad de Macri.
No, para nada. Así como Mauricio me convocó para participar y meterme para que las cosas cambien, también siento que yo tenía derecho a decirle que quería volver a lo mío. Y él me dijo: “Primero estás vos y después la política”. Yo creo haber ayudado a que el país arranque.
-¿Panamá, como destino, tuvo que ver con tu amor a la salsa?
Tenía que ver, sí. Yo grabé tengo tres discos de salsa. Conozco a Rubén Blades, hice producciones artísticas con muchos número uno. La salsa es nuestro ritmo, por eso está siempre metido en los shows. Pero la decisión de ir a Panamá no fue mía. Me llamó Marcos Peña y…
Dady (cara de fastidio al cubo): Miguel, esto no es el goyete de la nota. La nota que nosotros estamos dando en este diario tan particular es porque tratamos de vender entradas. No venimos a cerrar ninguna grieta. Nuestro único compromiso es la dignidad con el oficio. Además, nosotros existimos desde mucho antes de todo esto…
-Es interesante lo que decís. Es cierto que muchos pueden pensar que ustedes encarnan la metáfora popular del cierre de la grieta: vos y tu declarado kirchnerismo y Miguel y su lugar en el PRO…
Dady: No es nuestra intención. Nosotros existimos desde antes de que Mauricio sea presidente de Boca y Néstor, gobernador. Ya existíamos y teníamos una buena posición económica. Miguel y el Chino tenían campos y yo estaba bien.
-¿Por qué lo asociás con la plata?
Dady: Lo digo para que quede claro algo que puede ser una obviedad. No venimos a cerrar ninguna grieta sino a reencontrarnos con ese público que ahora tiene nietos y que siempre acompañó este humor simple y de estudiantina.
Miguel: En la parte política que cada uno haga lo que quiera. Eso es secundario para nosotros. De política hablamos en los camarines como hablamos de todo desde que arrancamos juntos en 1983.
-No queda claro, ¿ustedes vuelven a juntarse los años pares o impares?
Dady: Setenta veces nos juntamos.
Chino: Es una manera de decir. Cinco veces nos separamos.
¿De pronto se mandaban al carajo y se separaban?
Dady: Ausentá ese fantasma. Nosotros nos juntamos y nos separamos como pa’ coger. Cuando tenemos ganas, lo hacemos. Ahora nos dicen que pusieron un palo para que nos juntemos… A Midachi no le hace falta eso para volver. Cuando no hay ganas, no hay casamiento que lo sostenga. Nosotros vendemos un estado de ánimo. Si no lo sentimos, no lo transmitimos.
Miguel: Llegamos a contar qué cantidad de risas y de qué manera se ríe el público en nuestro shows. La estadística que hicimos tenía distintas categorías: risa, carcajada, sonrisa. Contabilizamos alrededor de 600 risas en un solo show.
-¿Cómo arman sus espectáculos?
Dady: Hay momentos de improvisación, cosas que salen, se prueban y quedan, como los chistes de putos y esas cosas que pasan cuando uno trata de no tener filtro. Ahora tenemos problemas con los remates (de los sketches) porque la corrección política es algo que seca el corazón del artista popular… El puto por ahí se enoja… Si tocás un culo, ¡guarda con las #Ni una menos! y entonces la falta de filtro se nos caga, ¿entendés?
-La corrección política condiciona.
Dady: Nosotros tratamos de ser honestos sin faltarle el respeto a nadie, pero sí, es verdad, se hace más difícil. Hoy tocarle el culo a la mina, como lo hicimos, es algo que por lo menos se tiene en cuenta.
Chino: Nuestra diversión es sana y quizás directa. De puntín al medio y sin muchas entrelíneas, pero con respaldo de trabajo.
Dady: En los ‘70 no hubiera existido Midachi. Era una época diferente, un humor distinto. Son ciclos, como por ejemplo pasó con la Sole: ella no hubiera podido revolear el poncho con el “Cuchi” Leguizamón.
-Un ciclo largo el de ustedes…
Miguel: La primera vez en lo de Mirtha nos pusimos en pedo. Un quilombo total. Teníamos una sola bala. Y veníamos para quedarnos.
CLARIN