12 May El verde es el nuevo negro: crece el interés de las marcas de ropa por el impacto ambiental
El estilo supuestamente es eterno. Pero la ropa que se necesita para conjurar el eterno chic pasa cada vez menos tiempo en los mostradores de las tiendas y en los hogares.
La producción global de ropa aumentó al doble entre 2000 y 2014, al volverse más eficientes las operaciones de las firmas del rubro y más rápidos sus ciclos de producción, mientras que los fabricantes reciben cada vez más por su inversión. Las marcas de moda rápida, como Zara, propiedad de la compañía española Inditex, que hasta hace un tiempo trabajaban con unas pocas colecciones al año, ahora ofrecen más de veinte cada doce meses. La sueca H&M no se queda muy atrás y llega a las 16 colecciones anuales.
Sin embargo, vestirse para impresionar tiene un costo ambiental tanto como un costo financiero. Desde los pesticidas que se emplean en los campos de algodón hasta las tinturas con que se tiñe la tela de vaquero (dril), producir un kilo de tela genera 23 kilos de gases de efecto invernadero en promedio, según una estimación de la consultora McKinsey.
Debido a que los consumidores conservan casi cada tipo de vestimenta sólo la mitad del tiempo que lo hacían hace 15 años, estos elementos van rápidamente a desechos. La preocupación más reciente son los consumidores del mundo en desarrollo, que aún no compran tanta ropa como los clientes de los países más ricos, pero que en el último tiempo los están alcanzando rápidamente.
Toma de conciencia
La mayoría de las compañías de ropa saben que tarde o temprano los consumidores se harán conscientes de este tema. Esa es una preocupación.
Varios furores en la década del 90 y posteriores por las condiciones en que trabaja la gente que produce la ropa para firmas como Nike, Walmart y Primark provocaron fuerte daño a esas marcas. La industria del vestido no puede darse el lujo de aparecer de modo tan horrible nuevamente.
Una manera obvia en que las firmas pueden responder a las preocupaciones ambientales es usar energía renovable para sus instalaciones. Más allá de ello pueden reducir mucho su uso del agua y productos químicos, y pueden desarrollar nuevos materiales y procedimientos industriales que reduzcan los insumos.
Los antecedentes en este sentido son contradictorios. H&M fue el mayor comprador del mundo de “algodón mejor” el año pasado, es decir, algodón producido bajo un plan de eliminación de los peores pesticidas y que alienta una administración mucho más estricta del agua.
La empresa sueca además cultiva algodón en 24 países y su producción representa alrededor de un 12% de las 25 millones de toneladas producidas cada año globalmente. Kirsten Brodde, de Greenpeace, también señala que H&M ha eliminado productos químicos tóxicos perfluorinados y polifluorinados de sus líneas (que se usan para impermeabilizar la ropa). El método “flyknit” de Nike para la tejeduría, incluyendo los capacitadores, reduce el desperdicio en un 60% en comparación con el corte y el tejido. Los productos hechos con el método “flyknit” tienen muchos seguidores: los ingresos por esta línea de producción llegaron a más de US$ 1000 millones en el último año fiscal.
Prioridades
Pero para muchas firmas, la investigación y desarrollo de nuevos materiales y métodos no es prioridad.
Muchas marcas no miden su impacto ambiental. Y la introducción de colecciones verdes puede incluso significar un riesgo para las empresas del rubro, considera Steven Swartz de McKinsey. Es posible que un consumidor pase de usar una remera conscientemente verde a ver otros tipos de ropa como instrumentos de destrucción planetaria.
Un puñado de marcas internacionales de indumentaria alienta a los clientes a reciclar ropa vieja devolviéndola a las tiendas. Pero casi todas las vestimentas hoy están hechas de una mezcla de materias, a menudo incluyendo poliéster. Separarlas es difícil y los métodos mecánicos de reciclado degradan las fibras.
Los métodos químicos son demasiado costosos como para ser viables. Enviar ropa usada a países de África y Asia tampoco sirve. Aunque los mercados locales sean lo suficientemente grandes como para absorberla, la calidad más pobre de ropa con mezcla de poliéster significa que no sobrevive mucho tiempo.
Frente a esta situación podría ser de ayuda fabricar ropa más duradera. Tom Cridland, un diseñador británico, crea ropa de hombre diseñada para durar tres décadas gracias a costuras fuertes y tratamientos especiales para evitar que encoja. Espera alcanzar ingresos de US$ 1 millón este año, pero admite que será difícil llevar su modelo industrial y comercial a gran escala.
La marca Patagonia, fabricante de equipo para escalar y hacer actividades al aire libre, envía camionetas a campusuniversitarios para ayudar a los estudiantes a emparchar camperas y pantalones. También ayuda a otras firmas con recursos verdes.
Luego de descubrir un tipo de material para trajes de buceo que, a diferencia del neopreno, no requiere el uso de petróleo para su fabricación, Patagonia compartió este descubrimiento con marcas de surfing como Quiksilver. Se necesita mucho de tales innovaciones. El estilo será eterno, pero el actual modelo de producción de ropa no lo es.
THE ECONOMIST/LA NACION