“Outcast”: un terror demoníaco

“Outcast”: un terror demoníaco

Todas las sombras conducen a Roma: a este pueblo siniestro bajo las montañas de Virginia Occidental, en Estados Unidos. Bien lejos del cielo. Así lo inventó para un cómic Robert Kirkman, el creador de The Walking Dead, y se transformó en la serie que el 9 de abril arrancó su segunda temporada por FOX Premium Series: Outcast. Pero en esta saga no hay zombies con hambre voraz para todo público. El terror, aquí, surge de mucho más abajo. De las fuerzas infernales.
Ya en su título, Outcast contiene muchos planos de oscuridad. Podría traducirse como paria, marginado o desterrado, y así es como ven los pueblerinos de Roma a su protagonista, Kyle Barnes (Patrick Fugit). Su sufrimiento genera pavor en los otros, aún en los que le creen: sus seres queridos atravesaron posesiones demoníacas. Cuando era chico su madre lo atacaba con saña y ojos desencajados, hasta que él la frenó a los golpes y la dejó internada. Luego fue su esposa contra su pequeña hija, Amber: él reaccionó sin control y debió alejarse para no enloquecer.
A Kyle, muchos en Roma lo ven como un loco peligroso, pero en su lucha contra lo maléfico tiene un ladero evangelista, jugador y bebedor que se cree un soldado de Dios: el reverendo Anderson (Philip Glenister), y con algo de fe más terrenal los sigue Giles, el Jefe de Policía (Reg Cathey). Hace un año, la primera temporada de Outcast había agitado récords de audiencia: tuvo 26 millones de espectadores a nivel internacional. ¿Invocarán tal furor sombrío los diez episodios de la segunda?

La serie regresó justo para saciar la voracidad de los espectadores que una semana atrás vieron el final de la séptima de The Walking Dead. Pero este otro drama sobrenatural es más adulto y sus planos (con una fotografía evocativa del cómic ilustrado por Paul Azaceta) vuelve espeluznante lo cotidiano: un niño mirando una cucaracha en la pared, una anciana con andador en un hospital, una cocinera en un bar de autopista. Lo sabe el reverendo Anderson: “Lucifer vino del cielo, pero hizo su propio infierno. Igual que el resto de nosotros”.
Lo dijo el domingo cerca de la medianoche, a los pocos minutos del inicio de la segunda temporada, que también puede verse completa en el acceso Premium de la App de FOX (por www.foxplay.com). Cuando ocurrieron los sucesos sangrientos de la anterior, hubo cómplices y negadores del infierno: no alcanzaron los exorcismos y el escarmiento para todos. En la nueva, los miedos del pasado siguen vivos para Kyle Barnes, ahora de la mano de su hija Amber en busca de respuestas. ¿Por qué los poseídos gritan cada vez que sienten su sangre en la piel?
También está su hermana adoptiva, la pelirroja Megan (Wrenn Schimidt). Ella era una de las pocas racionales que sentía empatía por Kyle y su sufrimiento con su madre. ¿Qué demonios le pasa ahora, abstraída en la cama horas y horas? “Si bien la superficie de la trama de Outcast es sobrenatural, explora cómo la gente debe enfrentar circunstancias extremas y proteger a los que ama, simultáneamente”, dijo Kirkman, también uno de sus productores ejecutivos. Y agregó que los nuevos episodios serán “cada vez más oscuros, siniestros e impredecibles”.
Outcast volverá sobre los traumas irresueltos de Kyle para brindar algo de luz (no sólo divina) en torno a los enigmas y sombras en movimiento que persisten en esta pequeña Roma inventada en Virginia Occidental, desde 2016. Mucho más que un siniestro impasse a la espera de que regrese -allá por octubre- esa otra creación maligna de Kirkman llamada The Walking Dead.