GTI, el tunning de fábrica

GTI, el tunning de fábrica

Por Gabriel Tomich
En 1976, casi todos los autos de calle nafteros utilizaban el viejo y venerado carburador para combinar la mezcla de aire y nafta que alimentaba sus cilindros.
Sin embargo, entre las ventajas demostradas en la competición y el comienzo de la preocupación mundial por la enisión de gases contaminantes, el carburador empezó a dar paso a una tecnología más eficiente para reducir el consumo: la inyección electrónica.
Con la gestión de los no menos incipientes chips o ECU (Electronic Control Unit), la inyección de combustible era un desarrollo de avanzada por aquellos años. Así que, cuando ese año Volkswagen decidió lanzar al mercado una versión deportiva de su Golf I presentado en 1974, no dudó en equiparlo con un sistema de ese tipo para potenciarlo y diferenciarlo. Aquél Golf GTI I tenía un motor 1.6 con inyección indirecta Bosch k-Jetronic y entregaba 110 CV a más de 6000 rpm; combinado con una caja manual de 4 marchas, el pequeño Golf aceleraba de 0 a 100 km/h en sólo 9 segundos.
Así, quizás sin pretenderlo, la marca alemana creó una nueva categoría de autos: los GTI o Gran Turismo Inyección, por la utilización de este tipo de alimentación. Como los pioneros eran hatchbacks compactos, también se los bautizó como los hot hatch (aunque luego se sumó al grupo alguna coupé). Hoy, las siglas GTI bastan para identificar la versión picante, rápida y divertida de la gama de un modelo compacto o mediano, del que mantiene la esencia para usarlo todos los días, pero con un concepto sport.
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Si se quiere son un tunning o potenciación de fábrica, que no sólo se destaca por su mecánica más poderosa, lo que lleva a mejoras en la transmisión (embrague y caja), las suspensiones y los frenos, sino también con guiños desde la estética exterior (llantas especiales, alerones, spoilers) como interior (pedaleras de aluminio, volantes deportivos, molduras de carbono, butacas especiales y más).

Competencia directa
A principios de los ’80, Peugeot lanzó un auto destinado al éxito: el 205. Pequeño, ágil y divertido, era ideal para, en 1984, hacer una versión hot: el 205 GTI, que se transformó en un ícono deportivo de la marca y de no pocos fanáticos de todo el mundo.
El 205 GTI marcó rumbos en el tunning de fábrica con las siglas GTI en la tapa del baúl y el volante, entre otros detalles estéticos pisteros. Tenía dos versiones con motores 1.6 de 105 CV (luego, 115 CV) y 1.9 L de 128 CV.
Más reciente, el Mégane RS (siglas de Renault Sport), tuvo su primera edición en 2004 para ocupar, de alguna forma, el espacio pistero de otro pequeño picante famoso: el Clio Williams. Aquél primer Mégane RS no se andaba con chiquitas: contaba con un motor 2.0 Turbo de 225 CV.
La historia sirve para encontrarnos con la oferta de modelos GTI en el país, que cuenta con los modelos emblemáticos: Volkswagen Golf GTI, Peugeot 308 S GTI, y Mégane III RS, además de otros.
El Señor de los hot hatch, como llaman al VW Golf GTI está equipado con motor 2.0 TSI 4 en línea con inyección directa, doble árbol de levas a la cabeza (DOHC), distribución variable (VVT) y turbocompresor, que entrega una potencia de 220 CV entre 4500 y 6200 rpm, y un par de 350 Nm (35,7 kgm) desde las 1500 hasta las 4400 rpm. Con la eficiente transmisión automática DSG del tipo de doble embrague de 6 marchas, este VW acelera de 0 a 100 km/h en 6,5 s y llega a 244 km/h de velocidad máxima. La gama tiene tres versiones, desde US$ 45.074 hasta 46.862 dólares.
En agosto de 2016, Renault lanzó aquí su espectacular coupé Mégane III RS, con chasis especial Cup y el motor F4Rt 2.0 Turbo DOHC y 16v, que entrega 265 CV a 5000 rpm y un torque de 360 Nm (36,7 kgm) a 3000, que se combina con una caja de velocidades manual de 6 marchas, que le permite acelerar de 0 a 100 km/h en 6 s y alcanzar los 255 km/h. Se comercializa a 730.000 pesos.
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Desarrollado en Brasil, con el aval de Renault Sport, el rombo tiene también el pequeño Sandero RS con motor 2.0 16v de 145 CV a 310.000 pesos.
A poco del inicio de 2017, Peugeot presentó el 308 S GTI (foto de tapa) y a su hermano menor 208 GTI. Hot hatch de pura cepa el 308 S GTI tiene motor 1.6 THP de 270 CV a 6000 rpm y un par de 330 Nm (33,6 kgm) desde las 1900 rpm. Con transmisión manual de 6 marchas, acelera de 0 a 100 km/h en 6 s y alcanza 250 km/h. El precio es de $ 815.000.
El 208 GTI 3 puertas, cuenta con el mismo motor 1.6 THP Turbo, pero con 208 CV y caja manual de 6 marchas, acelera de 0 a 100 km/h en 6,5 s, llega a 230 km/h y cuesta 534.600 pesos.
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Diseño: adaptación funcional y estética
Una cosa es diseñar un auto deportivo de raza (una Ferrari, por ejemplo), y otra es darle características deportivas a un auto que nació con fines más terrenales, como en el caso de los hot hatchs. Aquí, desde el diseño la tarea es hacer una adaptación, tanto funcional (para cumplir con la física), como estética (para comunicar que el auto es especial). Lo interesante de los tres GTI del mercado local, es que utilizan el diseño de manera muy distinta entre sí.
El Golf GTI es un lobo con piel de cordero. Es decir, no hay mucho en el exterior -salvo sutiles modificaciones- que nos hagan pensar que estamos ante un vehículo con tanta potencia. VW apela más al ego interior del conductor: “Ud. sabe que tiene el poder, no necesita mostrarlo”. Y si lo que necesita es hacer show off, entonces cómprese un Scirocco…
El 308 S GTI es un ejemplo excelente de hasta dónde puede usarse una cosmética racer para diferenciarse de la versión normal. En un salto estilístico fenomenal, Peugeot directamente corta en diagonal la carrocería con dos tonos de color, como para que no queden dudas de que es un modelo especial. Para un auto que es mucho más horizontal en sus líneas que el modelo anterior, esa banda inclinada le queda pintada (guiño) y le da un dinamismo extraordinario. Chapeau por las agallas para hacer algo tan radical.
Por último, el Megáne RS es el que luce más deportivo por una sencilla razón: es la única coupé. Así, todo se simplifica para darle al auto un carácter picante, al que ayudan mucho las proporciones originales, con una cintura ascendente que genera una superficie vidriada pequeña en relación a la masa de metal, y una forma muy muscular atrás. Si sumamos los elementos de rigor -ruedas enormes, poco despeje, spoilers- y ese rabioso amarillo F1, el RS parece un verdadero auto de carreras.
LA NACION