Cómo crear contención financiera para no sufrir con el retiro en peligro

Cómo crear contención financiera para no sufrir con el retiro en peligro

Por Herry Hannon
Cinco veces por semana, Kim Moske se prepara un sándwich de jalea y manteca de maní, lo mete en una bolsa de papel madera y se lo lleva al trabajo. “Lo hago desde hace 30 años para ahorrarme lo que gastaría comiendo afuera –dice Kim–. Con eso me ahorré un montón de dinero y, para ser honestos, no me importa mucho lo que como en el almuerzo.” Es un pequeño gesto, pero revelador de las ventajas de las decisiones cotidianas que ayudan a prever una vida financieramente tranquila después de jubilarse.
Moske tiene 56 años, vive en Delaware, Ohio, y es gerenta de proyectos de una pyme. Tiene pensado jubilarse dentro de seis años, a los 62. Pero no es que Moske piense que con llevarse la comida al trabajo alcanza: empezó a ahorrar y a invertir antes de los 30 años. Tanta previsión y disciplina le han permitido imaginar una vida de retiro bastante tradicional, con tiempo para la jardinería, para caminar por el parque Hocking Hills o recorrer en bicicleta la ribera del río Olentangry y, por qué no, también para viajar.
“No soy de las que necesitan irse a París. Me encantaría terminar de visitar los 50 estados de mi país –confiesa Moske–. Ya conozco 30.”
Moske creció en una familia “en la que todo el tiempo nos cortaban los servicios por falta de pago”, relata. “Vivíamos con miedo de que nos embargaran el auto y más de una vez faltó la leche. Me criaron dos personas muy buenas para gastar la plata y muy malas para ganarla. Mis padres eran un desastre con el dinero.”

“Papá trabajó como un buey toda su vida, ganaba bien y, sin embargo, se murió sin un centavo a los 78 años –dice Moske–. Soy gasolera hasta la locura, así que mi jubilación va a ser buena.”
Moske es la prueba de que nunca es demasiado pronto para pensar un plan de retiro. Actualmente, son muchos menos los trabajadores que contarán con una jubilación tradicional, la expectativa de vida en líneas generales creció y, ante la incógnita sobre cuáles serán la inflación y los costos de la salud en las próximas décadas, planificar a tiempo es más importante que nunca.
Cuando Moske tenía 26 años y trabajaba a tiempo completo para pagarse la facultad, se anotó en una materia de finanzas e inversiones. “No sabía nada, pero me daba cuenta de que tenía que tomar el control de mi dinero –afirma–. Mi esposo y yo empezamos de inmediato a gastar menos de lo necesario, a ahorrar y a invertir.”
El dinero no les sobró durante los 12 años que ella no trabajó para dedicarse a cuidar a sus dos hijos, ahora de 20 y 22 años. Durante esos años, al no trabajar, tampoco hizo aportes jubilatorios.
Después, hace seis años, su esposo murió de los traumatismos causados por una caída. Para Moske, no fue sólo un cataclismo emocional, sino financiero, ya que tuvo que empezar a vivir con un solo ingreso. Pero logró cancelar la hipoteca de su casa, que ahora vale unos 300.000 dólares, con una parte del dinero del seguro de vida de su marido.
“Voy bien –dice–. Pero no lo hago sola: una vez al año me reúno con un planificador financiero para chequear que todo va bien y, además, consulto todo el tiempos las calculadoras de jubilación por Internet.”
En más de un sentido, Moske es una rareza.
Según datos de la Evaluación de Fidelidad de las Inversiones en Ahorros de Retiro, el 55% de los hogares norteamericanos están en riesgo de no poder cubrir sus gastos esenciales, como vivienda, salud y alimentos, cuando les llegue la edad de jubilarse.
“Yo no tengo un gran ahorro –admite Fred Blanton, empresario y consultor de marketing de la ciudad de Houston–. En un par de meses voy a cumplir 65, pero sigo necesitando un ingreso. Con el dinero que tengo me alcanzaría para unos 15 años. Pero ¿y si a los 80 sigo vivo?”
El temor de Blanton a durar más que sus ahorros es descorazonadoramente real.
“Ahora vivimos más y tenemos que reconocer que o trabajamos más o ahorramos más, o ambas cosas a la vez”, dice Don Blandin, presidente y director ejecutivo de la institución sin fines de lucro Fondo de Protección de Inversores, que trabajó con la Televisión Pública de Detroit en la producción del documental Cuando tenga 65: repensar la jubilación en Estados Unidos.
“La edad jubilatoria de 65 años fue establecida en 1933, cuando la jubilación duraba 10 años –dice Blandin–. En el antiguo sistema previsional, la gente no tenía que tomar decisiones sobre cuánto aportar a un fondo de retiro, ni en qué invertir sus ahorros, ni qué hacer con esos ahorros cuando cambiaba de empleo, ni cuánto retirar anualmente cuando se jubilaba.”
Según Blandin, lo primero y esencial “es tener una foto exacta de su situación financiera”. Por ejemplo: ¿cuánto llevo ahorrado para la jubilación?; ¿qué porcentaje de mis ingresos anuales ahorro?; ¿se puede aumentar ese porcentaje?; ¿en qué se invierte ese dinero?; ¿consulto a un asesor financiero para que me ayude a planificar?
Blandin dice que hasta la gente que ahorra a conciencia no necesariamente les presta suficiente atención a los detalles de los productos financieros en los que invierte ni a las comisiones que le cobran. Tampoco planifican su servicio de salud, ni prevén la inflación ni el resto de las variables que los afectarán en el futuro.
Freelancers,
Además, los 15 millones de trabajadores independientes de Estados Unidos enfrentan toda otra serie de desafíos de cara a la jubilación. Para muchos de ellos, su plan de retiro es trabajar más años, según reveló un reciente informe del Centro de Estudios de Retiro Transamérica, en colaboración con el Centro para la Longevidad y el Retiro Aegon. Descubrieron que más de la mitad de los trabajadores independientes norteamericanos piensa que se retirará después de los 65 o incluso nunca.
“Para los independientes, ahorrar y planificar la jubilación es un trabajo de bricolaje personal –declara Catherine Collinson, presidenta del Centro Transamérica y directora ejecutiva del Centro Aegon–. Como no tienen un empleador, por lo general no tienen acceso a los beneficios jubilatorios de los que disfrutan los empleados en relación de dependencia.”
“Para colmo, los ingresos de los independientes son fluctuantes –dice Collinson–, así que les resulta mucho más difícil planificar sus ahorros.”
Según el informe, alrededor de un tercio de los trabajadores autónomos e independientes se asegura de tener ahorros para su jubilación. Menos de un cuarto dice ahorrar ocasionalmente para su jubilación o dice haber ahorrado en el pasado, pero no estar haciéndolo actualmente.
Para muchos jubilados, la estrategia de retiro es un empleo de medio tiempo, sumado a la Seguridad Social, los fondos de retiro y otros ahorros. “La frontera entre vida laboral y jubilación hoy en día es más difusa –sostiene Maddy Dychtwald, escritora y fundadora del grupo de expertos Age Wave–. Siete de cada diez prejubilados planean seguir trabajando durante su retiro, y el segmento laboral de más rápido crecimiento en Estados Unidos es el de los mayores de 55 años.”
Siempre hubo personas que siguieron trabajando en diversas actividades después de jubilarse, pero ahora, para un creciente número de jubilados, ya no es una opción, sino una necesidad.
“A mis clientes con planes de jubilarse les propongo una transición gradual de estilo de vida –dice Lazetta Rainey Braxton, planificadora financiera y fundadora de Financial Fountains, en Baltimore–. Conversamos sobre la forma en que sus habilidades y capacidades les pueden permitir participar de la economía informal, y sobre la posibilidad de incorporar nuevas capacidades para seguir siendo relevantes en el marcado de trabajo.”
Incluso para quienes han ahorrado lo suficiente para jubilarse con tranquilidad, los trabajos remunerados durante la jubilación pueden significar un colchón extra de dinero y mayor tranquilidad. Ayuda a que la gente deje de picotear sus ahorros jubilatorios e incluso permite que algunos sigan sumando fondos.
Esos trabajos pueden servir para evitar recurrir a la Seguridad Social hasta los 70 años, con lo cual ese ingreso se incrementa alrededor de un 8%. También pueden ayudar a cubrir gastos médicos no cubiertos por el Medicare.
Para Michael L. Stark, de 66 años, jefe de operaciones de American Financial Network, en Calabasas, California, la decisión de seguir trabajando está tomada. Le encanta lo que hace y siente que todavía está aprendiendo. Tiene flexibilidad de horarios y poco tiempo de viaje hasta el trabajo, así que le queda tiempo para pasar con sus tres nietos y para actividades recreativas, como el esquí y las caminatas.
“No soy rico ni mucho menos, pero entre mis ahorros y los de mi esposa vamos a estar bien –afirma–. Podría haberme jubilado hace un par de años, pero no estoy ni mental ni físicamente listo para retirarme en este momento.”
Los beneficios de trabajar después de jubilarse, por supuesto, exceden lo económico. De hecho, un reciente estudio de Age Wave y Merrill Lynch reveló que los tres principales beneficios de seguir trabajando después de jubilarse son la estimulación mental, la actividad física y los contactos sociales.
Jubilarse es mucho más que alcanzar los objetivos financieros necesarios. “Tiene que ver con abordar de manera integral nuestra vida, que ahora es mucho más larga –dice Dychtwald–. A pesar de los desafíos, los jubilados suelen adaptarse y están más que dispuestos a hacer correcciones de rumbo y ajustes, como seguir trabajando de alguna forma, mudarse a una casa más chica o a otra ciudad, alquilar los cuartos vacíos o compartir la vivienda, todas cosas que brindan una sensación de mayor seguridad económica.”
En cuanto a Moske, no bien se jubile piensa comprarse un pequeño condominio en Florida donde poder irse a pasar los inviernos.
Y al pensar en sus ahorrativas costumbres, señala la bolsa de papel madera y sonríe: “¡Yo invierto en el Banco del Sándwich!”.
THE NEW YORK TIMES/LA NACION