13 Feb Un mundo en el que las habilidades blandas se cotizarán fuertemente
Por Carlos Topazzini
En un escenario de por sí complicado para encontrar profesionales calificados y sacudido constantemente por la irrupción de nuevas tecnologías, el segmento de la logística, el transporte y el comercio exterior debe revertir además una imagen de marca -en principio- poco atractiva como industria al momento de buscar personal para sus organizaciones.
Para cambiar esta realidad, de cara a los próximos 20 años, serán fundamentales los programas de carrera y captación de talento que hagan las empresas, así como la actualización de programas y el acompañamiento de las instituciones educativas.
“El mundo se dirige a la cuarta revolución industrial marcada por la robótica, la inteligencia artificial, la nanotecnología y la impresión 3D, entre otras cosas. Debemos comprender su impacto sobre el empleo, así como la necesidad de prepararse para formar alumnos en base a esas transformaciones”, alerta Gabriel Sánchez Zinny, director ejecutivo en el Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET).
“Los jóvenes cambiarán mucho de trabajo y existirán empleos que hoy no existen, en función de una tecnología que demanda otras capacidades de los profesionales”, agrega. Y considera que al momento de elegir perfiles las empresas privilegiarán mucho la formación práctica, por lo que la educación deberá incluir cada vez más habilidades blandas como trabajo en equipo, responsabilidad y compromiso, capacidad de análisis, iniciativa o motivación, que serán muy valoradas.
Esa tecnología también crea otras necesidades. “A partir del big data, la disponibilidad de información requiere de habilidades analíticas que permitan a los profesionales interpretar datos para implementar la mejor estrategia de negocios. Eso buscan las empresas pensando en el futuro”, asegura Marcela Romero, gerenta comercial de Talent en ManpowerGroup.
También se valorará la inquietud, la curiosidad y los idiomas cada vez más, pero un factor determinante en los próximos entornos laborales será la habilidad para sentirse cómodos en ambientes diversos, con diferentes perfiles y distintos géneros, destaca.
Para Natalia Zacarías, rectora de la Escuela de Comercio Exterior de la Fundación ICBC, no debemos olvidar que los futuros compañeros de trabajo de los actuales estudiantes están en distintos puntos del mundo. “Cada vez más los egresados competirán con profesionales de otras regiones por alcanzar puestos destacados”, dice por lo que entendernos diversos y complementarios será el primer aprendizaje para insertarse en el ámbito laboral futuro. Y añade que el diferencial que tenemos para exportar es nuestra creatividad y que por lo tanto debemos explotarla.
Por su parte, Fernanda Álvarez Apa, gerenta del área People & Change de PwC, piensa que la tecnología agilizará muchas formas de trabajar, por lo que algunas tareas manuales serán transformadas y se reformularán algunos puestos de trabajo haciéndolos menos transaccionales, derivándolos en tareas de valor agregado que generen información de calidad para la toma de decisiones.
Formación integrada
“La falta de talento -reconoce Romero- surge en parte porque la industria y la tecnología van más rápido que las instituciones educativas. Los graduados que entregan al mercado llegan con cierto retraso en cuanto a lo que éste exige. Por lo que cubrir esa brecha adquiere tal relevancia que las propias empresas deciden encargarse de la formación de los futuros profesionales”.
Para Álvarez Apa, “cuesta cubrir vacantes con los perfiles buscados, con habilidades que ni la escuela ni las universidades brindan”.
Al respecto, Carlos Alonso, director de la Licenciatura en Comercio Exterior de la Universidad de Belgrano, considera que el dinamismo que desarrollen las universidades será fundamental para ganar tiempo y espacio en el aporte a las demandas empresarias; pero los gobiernos también tendrán que participar del proceso.
Zacarías sostiene que se necesita de un trabajo articulado que permita, con buenos docentes, contenidos actualizados y aulas expandidas en todos los sentidos, identificar talentos en cada estudiante, y desarrollarlos atendiendo las necesidades del mundo empresarial.
“Si la tecnología impacta en los trabajos, la universidad debe ir a la vanguardia de los cambios que se produzcan, y si es complejo conseguir talento, la educación tiene que ayudar a los individuos a que desarrollen habilidades necesarias”, asegura Lucas Messina, profesor del posgrado en Negocios Internacionales de la Escuela de Negocios de la UCA. Para el docente, si bien es difícil predecir el mundo en 15 años, la capacidad de adaptación requerirá un modelo educativo orientado a crear e innovar in situ, por lo que conocimientos orientados a la creatividad e innovación se volverán fundamentales.
Formación actualizada
Por otra parte, los métodos de formación también tendrán su actualización. “La capacitación se dará también en el día a día, mientras se llevan a cabo distintos proyectos”, comenta Álvarez Apa, por lo que las instancias de aprendizaje no sólo pasarán por el aula.
Sin embargo, “aunque el trabajo dejará de ser un lugar para volverse una actividad, la capacitación será un mix entre virtual y presencial, con matices intermedios: virtual con conexión con el instructor, virtual de auto capacitación y autoevaluación, virtual con foros de participación y la moderación de un especialista”, detalla la ejecutiva de PwC.
Al respecto, dice Sánchez Zinny, “la enseñanza virtual está atendiendo a una porción de la población que ha sido largamente postergada. Si bien sigue abierto el debate sobre la calidad que es capaz de ofrecer, hoy está brindando una opción válida para trabajadores adultos o estudiantes marginados”.
Según el informe “La carrera de los millennials: visión 2020”, de Manpower, esta generación constituirá más de un tercio de la fuerza de trabajo mundial en cuatro años y tanto empresas como universidades deberán atender sus características y necesidades.
“Esta generación es central para las compañías, tanto en su función de consumidores como por la tendencia que imprimen como fuerza laboral”, considera Alonso quien advierte que “el uso permanente de tecnologías como estilo de vida de estos jóvenes nos obliga a orientar programas y estrategias considerando sus nuevos perfiles”.
Si bien existen algunos preconceptos en torno a esta generación, “es necesario que los empleadores revisen sus estrategias de recursos humanos para pensar en cómo atraer, retener, desarrollar y motivar a los mejores millennials que formarán la fuerza laboral del siglo XXI”, dice el estudio.
“La experiencia muestra que están acostumbrados a un mundo más dinámico y quieren carreras variadas, que progresen con velocidad. Saben que necesitan mejorar con regularidad sus habilidades para mantenerse aptos a lo largo de su vida laboral, e incluso invierten sus propios recursos para hacerlo. Por eso, el mercado no puede dejar de prestarles atención”, analiza Romero. Y recomienda que “una manera de hacer que las compañías sean más atractivas para trabajar es con inversión en capacitación y la creación de formas para aprender en el trabajo y moverse alrededor de la organización”. Porque, se sabe, “la lealtad hoy es una calle de doble sentido” y, en cuanto los millennials vean lo que hay para ellos en el largo plazo, “serán tan comprometidos y productivos como las generaciones anteriores”, concluye.
LA NACION