Sigue el baile: los herederos de un milagro argentino

Sigue el baile: los herederos de un milagro argentino

Por Nicolás Pawlusiak
“No está en los planes meter a ningún hijo. Que no se hagan ilusiones. No lo pidieron y no los queremos”. La frase de Gastón Bernardou (49) suena a advertencia, con algo de mala onda incluída. Pero ni bien la termina, el percusionista de Los Auténticos Decadentes desde la primera hora se despacha con una carcajada, que se extiende entre los cinco músicos que están sentados a su lado. Hay clima familiar, si cabe aclararlo. Además del hombre de rastas rubias, en el living se encuentran otros dos integrantes de la banda que desde hace treinta años anima cuanta fiesta haya, desde Ushuaia hasta allí donde Donald Trump pretenda levantar un muro: Gustavo Montecchia (48), el dueño de casa, y Diego Demarco (46). Pero la broma del Francés no iba dirigida hacia ellos, claro. Era para su hijo y los de sus consagrados compañeros, quienes al igual que sus padres, pero con sus matices y estilos propios, sueñan con una vida arriba del escenario. Aunque, por ahora, sea por caminos separados.
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¿Quiénes son los jóvenes que surgieron del semillero decadente? Por un lado están Mariano Montecchia (24) y Federico Bernardou (25). Hace cuatro años empezaron a darle forma al grupo La Movida, junto a otros ocho integrantes, y en septiembre pasado presentaron su primer disco Donde bailan los descuartizados, en Matienzo. Mientras que Lautaro Demarco (22) integra la banda Superclásicos, que se formó casi al mismo tiempo que la otra. Sin embargo, el germen musical de ambos conjuntos arrancó mucho tiempo antes, cuando temas como Corazón,
La guitarra o El Murguero sonaban a pleno en radios y recitales.
“Ni me acuerdo la primera vez que subí al escenario con los Decadentes. Tendría tres o cuatro años. Esa es una edad en la que subís con la banda, no sabés tocar, pero queda gracioso, simpático. Después, entre los cinco y los doce, ponele, viene la etapa que te ponés más pesado y no da -se vuelven ‘abominables’, según el Francés-. Y volvés ya más grande, cuando más o menos podés tocar algo”, le cuenta a Clarín Mariano, saxofonista y estudiante de psicología, mientras se encarga de cebar la ronda de mates. Los mismos pasos siguieron Federico y Lautaro, quienes a diferencia del hijo de Nito (guitarra), dominan los mismos instrumentos que sus padres: uno es percusionista; el otro, violero, además de vocalista.
Más allá de la influencia lógica que los Decadentes pudieron tener en la formación musical de los chicos, ellos buscan un sonido propio. “La Movida empezó como un grupo de amigos de secundario que nos juntábamos a zapar. Nuestro disco tiene ocho temas, que varían mucho: van desde el ska o el reggae, hasta el punk y el rock”, explica Federico, que además de tocar estudia profesorado de Educación Física.
Y aclara: “Esa mezcla podría ser un poco la herencia de los Deca”. En cambio, el grupo del Lautaro tiene una formación en escencia más rockera. “Somos cinco integrantes: batería, bajo, guitarras y sintetizador”, cuenta Demarco, también vocalista en Superclásicos. “Nuestro primer disco sale en abril, aunque la canción Paraíso ya está sonando en radios”, destaca.
Este año estuvo marcado por varios hitos especiales: además del primer disco, La Movida tuvo la posibilidad de abrir por primera vez un show de LAD. Fue en la fecha que dieron en el Luna Park, en agosto. Y como si eso fuera poco, los tres jóvenes músicos coronaron su primera gira internacional, en México, aunque esa sí llegó de la mano de los Decadentes: tocaron como invitados en la propia gira. Como quien dice, se van fogueando de a poco. “Por ahí, una facilidad que pueden tener es esto de tocar con nosotros. Eso es una ventaja que está buena, y la tienen que aprovechar. Pero también noto que ya separaron las cosas. Por ejemplo, Lauti me podría invitar a tocar en todos los shows, y no lo hace. Eso está bien, porque él tiene que hacer su movida. Aprovechar la ventaja sin desperdiciarla. Después, como pasa con todas las bandas: subir al escenario no te garantiza nada. Tenés que trabajar”, asegura “Cebolla” Demarco. Y ahí sí, los padres son todo un ejemplo a seguir.
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El primer album de los Decadentes, El milagro argentino, salió en 1989. Fue todo a pulmón. “Cuando quisimos grabar el primer disco nos rebotaban todas las compañías porque no entendían nada, o porque capaz éramos un bardo, un desastre. Entonces surgió la posibilidad de financiarlo nosotros, con algo de guita de nuestros viejos. Pero antes no era como ahora, que está el estudio
de los papás”, recuerda con ironía Nito. “Siempre nos movimos mucho solos: íbamos a tocar a la tele, a fiestas por el conurbano… a todos lados donde podíamos”, asegura. -¿Genera una presión extra eso de ser ‘hijos de…’?
Mariano: Para nada. Mucha gente nos dice ‘ustedes tienen que llegar a ser como los Decadentes’, y no. Nosotros estamos arrancado, ellos tienen 30 años de trayectoria, tocaron en todos lados. Somos un grupo de amigos que nos encanta tocar y lo disfrutamos”.
Francés: “Además, nosotros somos malos. No es que decís: ‘Uh, no somos tan buenos como los decadentes’ (risas). Igual, ninguna de las dos bandas se parece a los Decadentes”. – Es común que en el deporte, en fútbol por ejemplo, los padres que van a ver a sus hijos los llenen de consejos e indicaciones. ¿Ustedes cómo son con ellos?
Diego: Yo por ahí me meto con alguna cosa técnica, en la prueba de sonido. Cosas que yo me acuerdo que cuando arrancamos estábamos acomodando entre tema y tema durante 40 segundos.
Francés: No hay muchas cosas escritas en la música. Más que nada podemos aconsejar en lo que es la logística. Después, que cada uno tenga su onda, que busque su camino.
Nito: En la artística no tenemos que meternos mucho. Mejor que cualquier cosa que les podemos decir es que vean cómo nos movemos, es predicar con el ejemplo.
Mariano: Igual les damos bola. Ellos tienen mucha experiencia en vivo. Aunque ahora todo cambió mucho. Nosotros los orientamos a ellos en lo que son las redes sociales, Snapchat, Instagram y todo eso. Como que hay cosas que son más de ahora que nos encargamos más nosotros. Y aprendemos mu-
cho de verlos tocar, de ver cómo se divierten arriba del escenario.
Francés: Ojo, ellos siempre fueron los críticos de los Decadentes toda la vida. De chiquitos ya les preguntábamos ‘¿te gusta este tema?’, y ellos nos daban con todo. -¿Y servían las críticas?
Federico: Sí. Es más, al tema de Jorge (Serrano) No me importa el dinero, lo pusimos en la gloria los hijos. A ellos no les gustaba mucho, y nosotros lo tocábamos siempre en todas las reuniones familiares. Les dimos manija. Y con La prima lejana pasó lo mismo: juntamos firmas (entre los hijos) para que lo metieran en un disco”.
Francés: no la pusimos en un disco y ellos ya se estaban revelando.
Diego: Es cierto. A La prima lejana la cantaba yo en las reuniones de fin de año en lo de Jorge (Cebolla es el autor). Era un hit entre nosotros, pero no había entrado en el disco. Y No me importa el dinero nos gus- taba a todos, pero el problema era que a una parte la tenía que cantar una mujer. Estaba postergado por eso. La cantaba Sabrina -una de las hijas de Nito- o Alejandra, la mujer de Jorge. Pero no la grababan.
Nito: Al final, Jorge le agregó la parte de la voz masculina y lo terminamos grabando en vivo con Julieta (Venegas).
Si hay uno de los hijos que se reconoce como verdadero fanático de los Decadentes es Federico. Si no, basta con ver el dibujo que lleva grabado en su espalda: un corazón rojo y negro, atravesado por la frase que reza: Mi vida loca. “Era un tatuaje que tenía Jorge Serrano, y después terminó siendo un disco. Bah, un discazo”, subraya el joven Bernardou, en referencia al album de 1995, tal vez el más exitoso de la banda.
Y para dejarlo en claro, el Francés recuerda: “A principios de los ‘90 tocábamos un montón. Era cuando la empezábamos a pegar. Tocá-
bamos en boliches, en fiestas. Y yo me levantaba a la mañana y estaba éste (por Federico) viendo el VHS de los Decadentes en vivo en el Gran Rex. ¡Me levantaba todos los días con Cucho cantando!”. -¿Ya piensan en el recambio? ¿O hay Decadentes para rato?
Nito: -No es la idea, como pasó con los Fabulosos Cadillacs que ahora entraron los hijos (ver recuadro). Está bueno que vivan su propia experiencia, su propio mundo, su propia música.
Diego: Tampoco es lo que ellos quieren. A veces suben a cantar o tocar, pero no como integrantes.
Francés: Aparte, hay más bandas por venir. Los Decadentes somos 12 y entre todos sumamos como 25 hijos. Ellos son los más grandes, pero ya lo dijimos: los herederos de los Decadentes van a ser nuestros nietos.
CLARIN