21 Feb Para ganarle a la obesidad
Por Alberto Cormillot
La epidemia de obesidad es mundial. En 2014, 39% de las personas adultas tenían sobrepeso y 13% eran obesas, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. Revertirlo es el mayor desafío de salud pública del planeta. De cada 10 argentinos, seis tienen sobrepeso. Entre los chicos, casi cuatro de cada 10. La mayoría de ellos tienen además distintos grados de carencias de vitaminas y minerales. Y lo más grave es que las cifras aumentan año a año.
Hasta hoy, las políticas para frenar esta epidemia tuvieron pocos resultados o fracasaron. ¿Tiene solución? Sí, pero necesitamos explorar nuevos caminos. En la Argentina comenzamos un proceso no transitado para dar soluciones en esta batalla. Continuando con iniciativas en curso, los ministerios de Salud y Agroindustria sellaron un acuerdo con la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (Copal) para promover una alimentación saludable y equilibrada.
En esta primera etapa vamos a trabajar con cuatro objetivos: reducir nutrientes críticos en la producción de alimentos como grasas, azúcar y sodio; fomentar la educación de alumnos y consumidores; mejorar las etiquetas y establecer prácticas de publicidad responsable y regular las ventas en escuelas. Necesitamos bajar los niveles de esos nutrientes en la dieta argentina y los productores de alimentos son los primeros que tienen que ayudar. También, ofrecer porciones más chicas: tres galletitas está perfecto, no es necesario el paquete de 20 que hace que el chico no pare hasta el final.
La educación es la clave, empieza por la casa y sigue en la escuela, que es responsabilidad del Estado. Promovemos la incorporación de educación alimentaria y nutricional en la currícula escolar y estamos trabajando sobre la oferta de los quioscos y comedores escolares. En la primaria, es bueno que los chicos tomen agua, tengan bebederos y frutas a disposición y golosinas en porciones muy chicas o con reducción de calorías.
Las etiquetas de los envases son una herramienta vital para una selección informada y responsable de los alimentos. Hoy, los chicos no las entienden y los grandes, además, no las pueden leer porque la información nutricional está atrás, en letra minúscula. Vamos a establecer un sistema claro, uniforme y de rápida comprensión.
El cuarto pilar es la publicidad y las ventas en escuelas. Necesitamos que se elimine la publicidad destinada a chicos menores de 12 años, muchas veces vinculadas a juguetes, promociones y personajes atractivos. Los medios deben ser aliados en la promoción de hábitos saludables. Y debemos acordar una regulación de las ventas de alimentos y bebidas en escuelas. Esto ya ocurre en otros países.
Al asumir la función pública, surge la tentación de resolver los problemas con nuevas leyes mágicas. “Los chicos no comerán azúcar; todos los ciudadanos deberán ingerir frutas, verduras y legumbres a diario; el que engorde paga más impuestos.” ¿Tiene sentido? La evidencia nos señala que no.
Tenemos muchas normas sin implementar de manera efectiva, como la ley de obesidad, que lleva años recorriendo despachos sin poder llevarse a la practica. Vamos a reglamentarlas para que tengan efectos concretos, pero necesitamos ir más allá. A pesar de las regulaciones, el problema del sobrepeso crece. Es tiempo de construir este nuevo camino.
La industria de la alimentación no es, no debe ni puede ser el enemigo. Tiene que ser protagonista del cambio. Nuestros alimentos viajan a los mercados del mundo por su calidad y precio. Ofrecer productos saludables tiene que ser uno de los motores del desarrollo sostenible de las próximas décadas. Esa industria tiene mucho para mejorar. Los argentinos le pedimos que cambie y la demanda mundial, también.
La OMS propone “crear alianzas para fomentar la cooperación entre los organismos gubernamentales, las organizaciones no gubernamentales, la sociedad civil y el sector privado”. En esa línea estamos trabajando para cambiar nuestra relación con los alimentos. Este acuerdo abre enormes posibilidades. Queremos una industria que mejore sus alimentos para que sean más sanos, un Estado que obligue a publicitar e informar con responsabilidad y consumidores activos y protagonistas de la transformación.
Nadie puede quedarse de brazos cruzados ante este desafío.Juntos podemos mejorar la salud de la población y ganarles la batalla al sobrepeso y a la obesidad.
LA NACION