25 Feb El otro rostro de la CIA: tareas insólitas de los espías
Por Virginia Robetto
Al mejor estilo de una escena del célebre Super Agente 86, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) revela ahora su lado menos conocido. Después de más de 15 años de recopilación de archivos, desclasificó ayer trece millones de páginas de documentos especiales y los subió a su sitio web oficial.
Los casi 80.000 artículos puestos ahora a disposición del público -que se remontan a 40 años- dejan entrever un perfil insólito de la agencia y digno de una película de ciencia ficción. Los documentos informan que los espías estadounidenses estuvieron interesados durante años tanto en avistajes de platos voladores y recetas para fabricar tinta invisible como en innumerables investigaciones científicas con objetos de estudio desopilantes.
Uno de ellos fue el programa StarGate que se llevó a cabo durante los años ‘70. El trabajo se impulsó para comprobar los poderes de percepción extrasensorial del conocido ilusionista psíquico Uri Geller. En los artículos publicados, aparecieron los registros de experimentos que los espías llevaron a cabo junto al famoso ilusionista israelí, quien con su poder mental doblaba cucharitas de café de metal.
Los resultados confirmaron que Geller podía replicar en un papel a la perfección imágenes que dibujaban los investigadores desde una habitación diferente, sin poder chequear lo que ellos hacían. “Queda demostrada su habilidad paranormal de manera inequívoca y convincente”, precisa una de las observaciones.
Otras de las perlas que se descubrieron fueron más de 40.000 páginas de documentos de Henry Kissinger, quien ocupó el cargo de Secretario de Estado bajo las presidencias de Richard Nixon y de Gerald Ford. Aunque en principio no fueron originados por la CIA, contienen detalles y acciones de su mandato. Dentro de la lista de información política, también hay más de 10.000 sobre desarrollo de tecnología bélica y más de 8.000 sobre análisis de inteligencia terrorista.
Dentro de los hallazgos que compiten en el podio de sorpresas de la agencia, se encuentra “la tinta alemana”. En uno de los papeles se encontró la fórmula de preparación de una supuesta tinta invisible, utilizada por los espías de Berlín en 1976. Sin preámbulos que expliquen su finalidad, un agente detalla en el artículo los ingredientes y cantidades exactas para su perfecta elaboración.
Lejos de ser efectivamente parte de un guión cinematográfico, la desclasificación de esta información forma parte de una lucha que data desde 2014. La organización sin fines de lucro MuckRock, compuesta por periodistas y activistas, inició acciones legales contra la CIA para forzarla a cargar los artículos en la web.
La primera respuesta de la agencia fue que los documentos estaban disponibles en la librería del tercer piso del Archivo Nacional en Maryland, a 45 kilómetros de Washington. Pero la queja persistió: solo había cuatro computadoras conectadas a la base de datos y las oficinas no contaban con personal que asistiera a los interesados en obtener algún tipo de documentación.
En medio de un litigio legal que parecía no tener un final esperanzador, uno de los usuarios más activos de MuckRock, el periodista Mike Best, logró recaudar más de 15 mil dólares para comenzar él mismo a escanear página por página los artículos y luego cargarlos en un sitio público. Más de 490 personas aportaron en el proyecto, que fue promocionado en el sitio de recaudación colectiva KickStarter.
Su exitosa iniciativa quedó en suspenso cuando en octubre pasado, la CIA comunicó que en 2017 publicarían toda la base de datos “CREST”, programa de material de archivo con más de 25 años de antigüedad.
Joseph Lambert, Director de Gestión de Información de la agencia, celebró la medida y aclaró que de ahora en más “el público estadounidense podrá acceder a la histórica información desde la comodidad de sus hogares”. Destacó que ya no hay “límites geográficos” para obtener ningún tipo de documentación.
A 47 años de la última emisión del SuperAgente 86, sus creadores Mel Brooks y Buck Henry no podrán incluir en sus flamantes diálogos algunos de los descubrimientos que la CIA dejó al descubierto. Pero que confirman, sin embargo, que no estaban del todo equivocados.
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