16 Jan Tonny Bennett y los jóvenes 90 años de un cantante en plenitud
Por John Marchese
NUEVA YORK.- Muy temprano esa mañana del Día de Acción de Gracias, Tony Bennett se despertó en una cama desconocida y del lado equivocado de Central Park. Hace años que Bennett y su tercera esposa viven en un edificio Trump sobre el extremo sur de Central Park, en Nueva York, pero la pareja había pasado la noche en un hotel de la avenida Madison para evitar tener que sortear el vallado de seguridad instalado a lo largo del recorrido del Desfile de Acción de Gracias de la tienda Macy’s, que al igual que Tony, cumplía 90 años.
Ese día, a 70 años de sus inicios como camarero cantante en el barrio Astoria, de Queens, Bennett desfilaría sobre la penúltima carroza -precediendo al mismísimo Papá Noel en su trineo-, y cantaría “Santa Claus Is Coming to Town” con la Señorita Piggy. Y si bien una actuación en vivo con un personaje de los Muppets no sería precisamente un hit de su carrera, su tambaleo cuando la carroza volvió a arrancar y el abrazo de la famosa cerdita que impidió que cayera se viralizaron de inmediato y fueron el broche final de un año en el que todo pareció girar en torno al viejo Tony.
Bennett empezó 2016 con un triunfo, su 19° premio Grammy. El edificio Empire State fue iluminado en su honor, y el interruptor lo encendió su improbable amiga y compañera de grabación Lady Gaga. La editorial HarperCollins lanzó un nuevo libro de recuerdos y anécdotas de Bennett con personas importantes en su vida, y, a fines de diciembre la NBC, emitió un programa especial en horario central para celebrar su cumpleaños.
“No puedo creer que esté pasando todo esto”, dice Bennett. “¡Tengo 90 años!”
Desde que la cadena NBC transmitió el último especial de Bob Hope, en 1996, cuando el comediante tenía 93 años, el horario central de la televisión ha sido más bien hostil con los adultos mayores. Doug Vaughan, vicepresidente ejecutivo de programas especiales y nocturnos de NBC comenta: “No es que el resto de los nonagenarios no merezcan que se celebre ese hito, pero Tony es un ícono y una leyenda tan querida por los norteamericanos que, la verdad, fue muy fácil tomar la decisión de dedicarle un segmento importante del horario central”. (Y también ayudó mucho que su último programa especial en la NBC, cuando cumplió 80, terminó alzándose con siete premios Emmy.)
El especial Tony Bennett Celebrates 90: The Best Is Yet to Come (“Tony Bennet celebra sus 90 años: lo mejor todavía está por venir”) está armado en torno del concierto del mes de septiembre en el Radio City de Nueva York, del que participaron como invitados Stevie Wonder, Michael Bublé, Leslie Odom Jr. y Lady Gaga, que homenajearon al cumpleañero. También incorporaron actuaciones grabadas de Billie Joel, Elton John y Bob Dylan, e intercalaron segmentos de entrevistas a Bennet y un sketch cómico interpretado por Alec Baldwin en el que retoma la imitación que hizo en “Saturday Night Live” de un crooner despistado e hiperactivo.
Baldwin dice que la clave para imitar a Bennett más allá de una mera caricatura era retratarlo “como un hombre para quien no existen los baches en el camino”.
“El tema con este tipo es que es positivo y de la vieja escuela”, dice Baldwin. “Para Tony, actuar es sinónimo de disfrutar.”
De hecho, ser Bennett parece ser bastante disfrutable. En público, su vocabulario está dominado por tres expresiones: “genial”, “guau” y “fantástico”, que siempre pronuncia con fuerte acento en la segunda sílaba y que parecen ser un buen resumen de su impresionante carrera artística, que comenzó con una primera grabación de “Because of You” en 1951. El cantante pasó una década interpretando baladas románticas de calidad variable hasta pegarla con un gran éxito internacional en 1962: “I Left My Heart in San Francisco”. Amenazado con quedar reducido a la irrelevancia de las actuaciones de casino durante las dos décadas siguientes, afinó su puntería artística para enfocarse en el así llamado Gran Cancionero Norteamericano, término que engloba las más conocidas composiciones de la cultura popular del siglo XX en los Estados Unidos. Con la ayuda de su hijo Danny, que a partir de 1979 se convirtió en su representante, a lo largo de la década del 80 Bennett volvió a encaramarse hasta la cima de la cultura popular y atravesó las barreras generacionales con su MTV Unplugged de 1994.
Solamente en su novena década, Bennett ha vendido 10 millones de discos, incluidos dos álbumes de dúos con una miríada de otros artistas y que llegaron a ser best sellers. Hace dos años, se convirtió en el artista de mayor edad en tener un álbum en el primer puesto, cuando grabó el clásico “Cheek to Cheek” junto con Lady Gaga. Bennett ha logrado ese limpio pase de magia que implica rejuvenecer constantemente su carrera sin dejar de hacer exactamente lo mismo.
“Podría haberme retirado hace 16 años”, dice Bennett. “Pero amo lo que hago, simplemente eso”.
Mientras se prepara el lanzamiento de su nuevo libro, Just Getting Started, y un nuevo álbum con sus interpretaciones para el programa especial de la NBC -más una caja de lujo de tres CD que reúne una selección de grabaciones raras de su archivo personal-, Bennett reflexiona sobre su carrera y el momento que vive actualmente. “Tenemos localidades agotadas en todas partes”, dice el cantante. “El público se enloquece con el show. Saben que tengo 90, y me ven salir al escenario más en forma que nunca. Después de la tercera o cuarta canción, todos empiezan a delirar. Me ovacionan de pie cinco o seis veces por noche. Y cuando hacen eso, sé que puedo irme contento y satisfecho a mi casa.”
En el transcurso de la entrevista, Bennett se excusa en un par de oportunidades: “Olvidé lo que estaba diciendo”, admite. Pero si bien manifiesta signos propios de su edad, también exhibe una insaciable curiosidad. “Sigo insistiendo en que puedo mejorar”, dice. Hace poco, por ejemplo, empezó a tomar clases básicas de jazz para piano con Bill Charlap, el músico que lo acompaña en de The Silver Lining, una colección de canciones de Jerome Kern que le hizo ganar su más reciente Grammy. El primero lo había obtenido en 1962.
“Es lo mismo que pasa con la pintura”, dice Bennet. “Yo pinto todos los días, y a fuerza de pintar todos los días, uno pinta cada vez mejor”. La reciente grabación con Charlap bien podría convertirse en un caso de estudio que confirme ese argumento de Bennett. Si bien el registro evidencia que la voz del cantante es menos redonda y más aflautada que cuando era un cincuentón, los temas incluidos en The Silver Lining superan a los que hizo hace cuatro décadas con el pianista de jazz Bill Evans, y garantiza su estatura y seriedad interpretativas. “Tony está cantando con enorme profundidad e interioridad”, dice Charlap. “Casi como si cantara desde un lugar privado, pero que al mismo tiempo tiene el coraje de compartir con los demás.”
En su versión de las 14 canciones de Jerome Kern, Bennett no sólo exhibe maestría técnica sino también un asombroso sentido de la discreción. “Cuanto más avanza, más consciente es de la importancia de lo que uno deja afuera”, dice Scott Simon, periodista de la Radio Pública Nacional y coautor junto a Bennett de su último libro. “Conoce todas esas historias de Fred Astaire, que después de desarrollar toda la rutina de baile, terminaba rebanándole 15 minutos. Así que sabe hasta en los huesos que a veces menos, es más”. Y tampoco piensa parar después de este raid de presentaciones públicas y lanzamientos que rodearon esta especie de cumpleaños extendido: durante la primera mitad de 2017 ofrecerá más de 30 conciertos y está pensando en grabar un nuevo disco dedicado a las canciones de la pareja de compositores Alan y Marilyn Bergman. “Tal vez lo haga con Gaga”, dice Bennett. “O tal vez sólo con Bill Charlap.”
“En lo único que piensa Tony es en lo que viene después”, dice su hijo Danny. “Siempre me dice que si la voz no le falla y la gente quiere seguir escuchándolo, va a cantar hasta que se muera.”
Una lady para un crooner
La más impensada de las alianzas terminó siendo perfecta. Funcionó para ellos, para la industria y para esa porción del público que veía a Lady Gaga como una copia mal dibujada de Madonna. Cheek to Cheek, el álbum de clásicos que hicieron “mejilla con mejilla” en 2014, supera ampliamente el remanido dueto y el cansador crossover al que suele apelar la industria discográfica.
LA NACIÓN – THE NEW YORK TIMES