Para disfrutar a un argentino en la NBA, hay que conformarse con la vigencia de Ginóbili

Para disfrutar a un argentino en la NBA, hay que conformarse con la vigencia de Ginóbili

Por Mauricio Codocea
La escena se repite noche tras noche en ese año calendario propio que tiene el mejor básquetbol del universo. Le pasa a los hombres, a las mujeres, a los pibes más grandes y a los nenes más chiquitos. Frente al televisor, a la compu o a la pantalla de la tablet o el celular. Cualquiera de ellos se acomoda esperando ver a los argentinos de la NBA y… no los encuentra. Salvo que juegue San Antonio Spurs, con un Emanuel Ginóbili siempre importante, al argentino basquetbolero se le complica ver a los compatriotas en los parquets del certamen norteamericano. Y eso que la temporada había comenzado con (casi) sin cinco argentinos.
Un día antes del inicio del circo de la NBA, con la fría crueldad que una poderosa organización deportiva estadounidense puede tener para deshacerse de quien ya no considera necesario, Pablo Prigioni quedó desafectado de Houston Rockets.
Nicolás Laprovíttola comenzó metiéndose en el plantel definitivo de San Antonio e incluso se ganó el derecho a la titularidad en tres partidos ante la ausencia del francés Tony Parker. Sin embargo, luego de Navidad fue cortado por los Spurs, que prefirieron darle rodaje a varios jóvenes que venían pidiendo pista y ganando experiencia en la Liga de Desarrollo.
La situación más extraña en estos días es la de Luis Scola. Llegado como un refuerzo de experiencia y calidad para apuntalar a un plantel de Brooklyn completamente nuevo, se esperaba que ejerciera el liderazgo desde adentro. En contrapartida, Luifa promedia apenas 13 minutos. Sólo una vez en los 9 años anteriores de su trayectoria en la NBA jugó menos de 20 minutos por encuentro (2013/14, en Indiana).
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Llama la atención porque además los Nets son uno de los peores equipos del año en la liga y ni siquiera en los minutos “basura”, esos que quedan de relleno cuando los rivales ya le sacaron enormes diferencias, el entrenador Kenny Atkinson parece contar con él. Según explican desde la franquicia, lo quieren para acompañar a los jóvenes, para ser referente en el vestuario, para dar el ejemplo en las prácticas. Y el “Gran Capitán” argentino, bien a su estilo, entiende a la perfección que la NBA es así y, al menos por ahora, sigue adelante sin chistar.
Nicolás Brussino, en tanto, sorprendió al meterse en la plantilla de Dallas, ya que se esperaba que -como le sucedió a Patricio Garino en San Antonio- fuera designado para el equipo que tienen los Mavericks en la Liga de Desarrollo. Sin embargo, logró hacerse un hueco y varias veces jugó más de 10 minutos, aunque en los últimos días volvió a ser enviado a los Texas Legends.
Lo que debe mejorar cuanto antes no tiene tanto que ver con lo deportivo, que de uno u otro modo irá corrigiendo con el tiempo (y con un maestro como Dirk Nowitzki a su lado), sino con lo comunicacional: el entrenador Rick Carlisle ya dejó en claro que su principal falencia es que no habla inglés: “Su desafío es progresar en el idioma sin J.J. Barea (puertorriqueño), Salah Mejri (tunecino que habla español tras su paso por la Liga de España) o Kaleb Canales (asistente de los Mavs y descendiente de mexicanos)”.
Lo certificó el propio Nowitzki, en sintonía con el entrenador: “Debe mejorar su inglés, porque eso te retiene a veces cuando todo es nuevo. Cuando aprenda se sentirá más cómodo”. Hasta tanto no lo logre, seguramente sus días sigan fluctuando entre la NBA y la D-League, de la que el entrenador recibe reportes diarios de prácticas y entrenamientos, con los rendimientos de Nico detallados al máximo.
Quien sigue levantando -y cómo- la bandera argentina en la NBA no es otro que Ginóbili. Aunque sus números siguen cayendo lentamente, muestra plena vigencia en el rol que le toca. Con 39 años, es el segundo jugador más veterano de toda la liga, sólo por detrás del rey de las volcadas, Vince Carter, apenas seis meses mayor. Sus ratos en la cancha están bien dosificados por Gregg Popovich, pero a la hora de la verdad, Manu siempre está: basta con recordar el último tiro en la reciente derrota ante Milwaukee, cuando -a pesar de errar- fue el encargado de ejecutar el lanzamiento en la jugada final del encuentro.
CLARÍN