No le creas a tu mente

No le creas a tu mente

Por Gaby Zaragoza
Mes de enero. Es la altura del año en la que solemos plantearnos objetivos y metas. Y, generalmente, fantaseamos con que haremos cambios de algunos aspectos de nuestra vida, o nos proponemos iniciar esos proyectos que vamos postergando acorde el tiempo pasa, o creemos que dejaremos de realizar esas cuestiones que nos incomodan, o sentimos que intentaremos ser más así o menos asá…
Y muchas veces, todos estos genuinos planteos van desdibujándose a medida que nos dejamos arrastrar por nuestras tendencias y por la cotidianeidad que va a su ritmo, imponiendo lo que necesita de nosotros. Y nos ajustamos sin conciencia al programa de nuestra propia rutina y volvemos a olvidar aquella voz que escuchamos -la nuestra- que tenuemente nos decía que algo había que cambiar para sentir lo que todos queremos: mayor bienestar. A todos nos ocurre, tan cierto como que el año mismo pasa y uno vuelve muchas veces a los mismos planteos año tras año. Cuando esto sucede, cada año sumamos enojo y frustración hacia nosotros mismos aburridos de no tomar “el toro por las astas” y dar fin a la insatisfacción de las autopromesas sin cumplir.
Como punto de partida para romper este circuito habitual, podemos comenzar el 2017 proponiéndonos algo diferente. Como dice la frase atribuida a Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Entonces, en lugar de objetivos y metas, podríamos dedicar nuestro año a conocernos más. Y, si lo hacemos honestamente, hasta podremos llegar a la conclusión de que no eran tan importantes aquellas cosas que nos propusimos sino, más bien, con qué grado de compasión y conciencia nos tratamos y nos miramos a nosotros mismos.
blog-yoga
Pero esta mirada tiene un punto de partida: comenzar dándonos cuenta que poco tiene que ver lo que pensamos de nosotros. Si nos detenemos notamos que es obvio que nuestros pensamientos nos engañan. Suena paradójico y difícil de explicar. Pero, ¿cómo confiar en lo que pensamos sobre nosotros mismos? Cómo dar crédito a los pensamientos si son los que un día nos adulan y otro nos desvalorizan? ¿Cómo confiar en la mente si un día despertamos sintiendo que la vida es bella y otro, nos pesan las horas que hay por delante al levantarnos? Decidirnos a conocer nuestra mente y pasar de ella cuando nos hace daño es uno de los caminos que valen la pena transitar este año.
Recuerdo un retiro de silencio al que asistí hace muchos años en las Sierras de Gredos. La actividad era la misma todos los días. Yo, aparentemente, también. Sin embargo, mi mente un día me decía: “¿Qué hacés acá? Esto es aburridísimo”. Y al otro día me invadía una sensación de plenitud y un sentimiento que me hacía pensar: “No puedo estar en otro lugar mejor que éste”. Ese retiro fue bisagra en mi vida, fue el día que dejé de creer en lo que mi contradictoria mente me decía. Empecé el camino de conocer con honestidad mi mente para no dejar que me domine. Claro que es difícil, porque para accionar necesitamos pensar. Para trabajar, para decidir qué hacer, para vivir en sociedad… Eso es lo difícil de explicar con palabras, se comprende sólo al vivenciarlo mediante la práctica. Y con un ejercicio que se sostenga en el tiempo. Al hacerlo, todo lo demás adquiere otro sentido, lo principal es dejar de confiar en “nuestros propios cuentos” y, a partir de ahí, entregarnos a vivir desde un lugar distinto.
Por eso este año recomiendo profundizar algún método de autoconocimiento, cualquiera sea, y aventurarnos al viaje más liberador: libertarnos de la mente y sentir eso que somos, algo mayor que lo que pensamos.
EL CRONISTA