El de Suñé a River, un gol “fantasma” que cumplió 40 años y nunca volvió a verse

El de Suñé a River, un gol “fantasma” que cumplió 40 años y nunca volvió a verse

Por Pablo Lisotto
Una final. La única entre Boca y River. Un superclásico irrepetible y eterno. Y un gol que definió el Nacional de 1976 y se convirtió en mito. Una leyenda. El tiro libre que Rubén Suñé ejecutó con tanta maestría como picardía (mientras el Pato Fillol armaba la barrera) sirvió para inclinar la balanza para el lado xeneize en un partido que transitaba sin obstáculos hacia la definición por penales. Y desapareció. Se esfumó. Se hundió en el terreno de lo desconocido. En una página misteriosa del archivo audiovisual del fútbol argentino. Se convirtió en un gol fantasma, del que sólo quedan registros fotográficos.
En tiempos en los que es habitual la viralización de los goles de cada día, de aquí y del mundo, resulta inexplicable que no aparezca el video del tiro libre que el icónico Nº 5 de Boca ejecutó el 22 de diciembre de 1976 en una cancha de Racing colmada.
En diálogo con LA NACION, el propio Suñé aporta una versión sobre el tema: “Desapareció. Hay varios pasajes del encuentro dando vueltas. Pero mi gol no está. Es una cosa rarísima”, se lamenta.
En su muy completo libro “La Final” (Aguilar, 2015), el historiador Diego Estévez recopila todas las versiones sobre el misterio del gol fantasma de Suñé a River, algo que también hace el periodista Andrés Burgo en una nota realizada en noviembre de 2013 para la revista El Gráfico, llamada, justamente, “Goles fantasmas”. Ambos enumeran teorías conspirativas, situaciones lógicas y otras que bordean el delirio. Una de ellas dice que en tiempos de dictadura militar, un censor hincha de River mandó a cortar y quemar la parte del gol del Chapa. Otros afirman que el partido nunca fue televisado (es falso). Otros que las cámaras de TV se perdieron el gol, por lo inesperado. Una versión dice que ese video se vendía en el parque Rivadavia, y otros aseguran que esa cinta se quemó en un incendio.
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Consultado por LA NACION , el periodista Ernesto Molinero cuenta: “En 1994, como asistente de producción del programa SuperSport, encabecé con Gonzalo Bonadeo una búsqueda minuciosa para dar con el video del gol de Suñé. Recibimos el llamado de varias personas que nos aseguraban tener ese material, pero todo se desvanecía. Toda pista era falsa. Y terminamos por abandonar la búsqueda. Por ahora…”.
A los 27 minutos del segundo tiempo, y cuando el 0 a 0 parecía inquebrantable, hubo una infracción a 10 metros del área de River. Avalado por el anuncio del árbitro Arturo Ithurralde, que les había dicho a los capitanes (el propio Suñé y Roberto Perfumo) que una nueva regla permitía patear los tiros libres sin esperar el silbato del juez, el Chapa aprovechó el desconcierto de los futbolistas millonarios y del arquero, Ubaldo Fillol. Mientras el Pato armaba la barrera, el ídolo xeneize le metió al balón un derechazo que se clavó para siempre en el ángulo superior izquierdo del arco de River. El 1-0 fue inamovible y Boca se coronó campeón del Nacional, nada menos que frente a River.
El histórico Nº 5 xeneize cierra los ojos y relata, como si viajara hasta 1976: “El estadio estaba lleno. No cabía ni un alfiler. Había gente hasta en las escaleras. A los hinchas de Boca los mandaron a la bandeja de arriba. Y abajo estaban los de River, mezclados con algunos más de Boca. Lógicamente había más gente nuestra. Y todo el aliento que salía de la zona alta, abajo se duplicaba, porque retumbaba como una caja de resonancia. Un clima bárbaro.”
Poco más de 15 minutos antes del epílogo, llega el gol. Así lo recuerda su autor: “River era un equipo lírico, que jugaba bien al fútbol, pero que se distraía en las pelotas paradas. Hay dos de ellos que se dan vuelta, y Fillol se pone a armar la barrera. Y ahí le di. Tiempo después me crucé al Pato y me dijo: «Si yo hubiera estado bien parado, también era gol. Entró en el ángulo. Era inatajable, Rubén». Y tiene razón. El balón hizo poste-travesaño antes de entrar.”
Si bien Suñé era el responsable de las pelotas paradas de su equipo, lo cierto es que nunca se caracterizó por sus goles de tiro libre. “En mi carrera debo haber hecho cuatro o cinco de pelota parada. Pero esa noche sorprendí a todos. ¡Hasta a mis compañeros!”, recuerda y se ríe.
Y claro, ante tamaña gesta, la celebración fue única. “Apenas vi que la pelota entró, salí corriendo. No me podía frenar nadie. Quería volar, abrazarme con todos. Y terminé cerca de la tribuna que más llena estaba de hinchas de Boca. Me frenaron el alambrado y el foso. Y cuando el partido terminó sentí una alegría total. Pero no lloré. Entonces tenía una felicidad bárbara, pero no era tan expresivo. Ni lloré, ni hicimos una rondita, ni esas morisquetas raras que hacen ahora de tirarse al piso. Sólo celebramos.”
Suñé se sorprende ante el paso del tiempo. Se emociona porque gracias a ese tiro libre eterno, hoy será homenajeado como se merece. A las 18.30, en el Museo de la Pasión Boquense se descubrirá una estatua que lo inmortalizará. “Cuarenta años es una enormidad, pero no siento que hayan pasado. Me parece mentira. No lo puedo creer. Para mí es como si ese partido se hubiera jugado ayer. Me alegra que me recuerden por eso. Lo que me duele mucho es cuando voy a la cancha de Boca y la mayoría no me reconoce. O en la calle. Duele porque estás agarrado a aquella época. Pero el hecho de haber sido el autor del gol que le permitió a Boca ganar un título frente a River es un recuerdo que me hace muy feliz.”
Mientras, tal vez en algún rincón de algún archivo de algún canal de TV, quizá mal catalogado, duerme la película del gol de Suñé a River, a la espera de ser encontrado.
LA NACION