Un tenista sordo rompe la barrera del sonido

Un tenista sordo rompe la barrera del sonido

Por Ben Rothemberg
Para mejorar sus chances en el torneo de tenis juvenil del Festival Nacional de Deportes, la escuela secundaria Mapo de la ciudad de Seúl logró meter de colado en la competencia a un jugador traído especialmente desde Jecheon, localidad situada dos horas al sudeste de la capital. El tenista en cuestión se llama Lee Duck-hee y ya había captado la atención del entrenador cuando estaba en la escuela primaria.
En la final del torneo, los jugadores de la escuela secundaria Mapo se amontonaron contra el alambrado que rodea las canchas para alentar a Lee mientras lanzaba drives de derecha que dejaban seco a su anteojudo oponente. La victoria le costó poco: 6-1, 6-1. Nada que sorprenda, ya que Lee no sólo es el mejor tenista adolescente de Corea del Sur, sino que también ocupa el puesto 143 del ranking mundial.
Pero el joven tenista de 18 años es excepcional incluso para la elite del deporte: Lee es sordo y en la historia del tenis profesional ningún otro jugador hipoacúsico alcanzó esas alturas. En el tenis, con ver la pelota no alcanza. Los mejores jugadores del mundo aseguran que oír la pelota permite reaccionar más rápido, una ventaja crucial en un deporte en el que cuando se debe responder un servicio fulminante o un potente remate hasta una mínima fracción de segundo cuenta.
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“En el tenis hay una gran cantidad de golpes distintos, y muchos pueden identificarse por el sonido que hacen al salir de la raqueta”, dice Katie Mancebo, entrenadora de tenis universitario y entrenadora voluntaria del equipo de tenistas sordos de Estados Unidos. “Pero un jugador sordo no conoce ese sonido, así que tiene que concentrarse en lo que el oponente hace, en la forma en que entra en contacto con la pelota y en cómo pasa sobre la red.”
Joo Hyun-sang, entrenador de tenis de la escuela secundaria Mapo, dice que al principio dudó del potencial tenístico de Lee. “Cuando lo vi por primera vez, pensé que ser sordo podía impedirle convertirse en un gran jugador”, dice Joo. “Pero me fui convenciendo al verlo jugar y mejorar su juego.”
Aunque ya era el segundo jugador de hasta 18 años entre los mejor posicionados en el ranking profesional, ahora Lee es directamente una estrella. Todavía tiene que competir en un partido main-draw de un torneo de la ATP o de un Grand Slam, aunque en septiembre, en Taiwán, llegó por primera vez a la final de un torneo Challenger, el nivel inferior del ATP World Tour, y desde entonces ya ha competido en dos semifina-
les. Y si sigue ascendiendo, Lee podría desbancar muchas de las presunciones que se tienen sobre las complejidades del tenis.
Palabra de expertos
Las investigaciones demuestran que los humanos reaccionamos más rápidamente a un estímulo auditivo que a uno visual. Según los estudios compilados el año pasado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, el tiempo de reacción promedio a un estímulo visual es de 180-200 milisegundos, mientras que ante un estímulo auditivo es de 140-160 milisegundos.
En el torneo de Wimbledon de 2003, Andy Roddick dijo que su primera reacción al envío de un contrincante está en el oído, ya que la primera información sobre el disparo es auditiva.
“La potencia con la que el otro le pegó a la pelota se escucha”, dijo Roddick. “Si le pegan fuerte y plano, el sonido es seco, como un corcho. Eso llega primero, antes que la imagen. Para jugar a muy alto nivel, hay que oír claramente la pelota”.
Martina Navratilova siempre fue una de las más vehementes defensoras de la importancia del sonido en el tenis. Más de una vez, Navratilova ha dicho que los jugadores que bufan en el saque están haciendo trampa, para disfrazar el sonido que hace la pelota contra la raqueta. En el United Open de 1993, la tenista se quejó de que el ruido de los aviones que pasaban encima de las canchas interfería con su juego.
“Realmente dependemos del sonido que hace la pelota contra la raqueta, especialmente cuando una está contra la red”, afirmó Navratilova. “Lo primero que llega es el sonido que hace la pelota, y la reacción depende de la velocidad y la potencia que ese sonido revela.”
Andy Murray también enfrentó problemas de interferencias en el Abierto de Estados Unidos de este año, cuando se largó la lluvia y empezó a repiquetear sobre el tinglado del estadio Arthur Ashe. “Para jugar usamos nuestros oídos, no sólo los ojos”, dijo Murray. “El oído nos ayuda a captar la velocidad que trae la pelota, la curvatura, la potencia del golpe”, señaló el jugador. “Si me obligaran a jugar con tapones en los oídos o con auriculares, mi contrincante tendría una enorme ventaja.”
Un diagnóstico sorprendente
Lee Duck-hee mostró signos de ser diferente desde que era casi un bebe. Tanto la madre, Park Mi-ja, como su esposo, Lee Sang-jin, lo notaban, pero se resistían a aceptar el diagnóstico final. Cuando Duckhee nació, su padre estaba terminando el servicio militar obligatorio en el ejército surcoreano, así que durante los primeros tiempos la madre tuvo que criar a su hijo prácticamente sola. A los dos años de edad, Park lo llevó al hospital. “El médico que lo revisó me dijo que Duck-hee era sordo, que no oía absolutamente nada”, relata. “Me quedé pasmada. No podía
reaccionar. No quería volver a mi casa.”
Entonces fue a Seúl a visitar a su hermana, y no bien llegó se largó a llorar. Cuando logró recomponerse, después de varias horas, llamó a su esposo, quien manejó desde Jecheon hasta Seúl para buscarla. En ese viaje de regreso tomaron la decisión de no bajar los brazos. “Decidimos que en lugar de deprimirnos íbamos a pensar en la mejor manera de acompañar a nuestro hijo. La tristeza duró una semana y después pasamos directamente a la siguiente etapa: investigar las formas de educación a las que podía acceder a pesar de su discapacidad.”
A los cuatro años de edad, Duck-hee empezó a ir a una escuela para sordos de Chungju, a una hora de su casa. Por las tardes, los padres lo enviaban también a una escuela común para asegurarse de que se sintiera a gusto en el mundo de los que oyen. “Yo quería que se integrara con los demás”, dice su madre.
Tras observar las clases en la escuela para sordos, Park empezó a enseñarle a hablar y a leer los labios: usaba tarjetas con imágenes de las distintas posiciones de la boca. Después de algunos años, Duck-hee dejó la escuela para sordos y, siguiendo el deseo de sus padres, tampoco aprendió el lenguaje de señas.
“Son muy pocos los hipoacúsicos que logran socializar con el mundo de los oyentes y ganarse la vida”, dice Park. “La mayoría se rinde y vuelve a vivir con los padres, que tienen que mantenerlos. Nosotros quería-
mos que Duck-hee fuera independiente y que tuviera una vida normal”.
Cuando estaba en la secundaria, el atleta Lee Sang-jin rompió el récord de los 200 metros llanos del Festival Nacional de Deportes. Eso les dio la idea de que en los deportes había una excelente oportunidad para su hijo. Como la sordera podía ser un impedimento de comunicación en los deportes de equipo, el padre priorizó los deportes individuales, como el golf, el tiro al blanco y la arquería. Pero un día Duck-hee vio a su primo jugar al tenis y en ese mismo instante se decidió por ese deporte.
“Me empezó a gustar mucho ver partidos de tenis y me dieron ganas de jugar”, dice Lee Duck-hee. “Entonces me dieron una raqueta, probé los golpes básicos y me encantó.”
Sus padres asumieron el compromiso de inmediato y quisieron que su hijo rindiera al máximo desde el principio. “Dejamos en claro que no sería un hobby, que lo tomaríamos muy en serio”, dice Park. “Cuando conocimos al entrenador, ya desde el primer día le dijimos que no era una actividad de tiempo libre. Estábamos ahí para asegurarle una carrera y un futuro a nuestro hijo.”
Lee siguió viviendo con sus padres en Jecheon, donde su madre es peluquera y su padre, periodista, pero pronto el joven comenzó a llamar la atención de todo el país. Aunque el joven tenista acumulaba victorias y avanzaba de categoría, muchos entrenadores y el público en general seguían dudando de su capacidad.
“El noventa por ciento de los entrenadores y de los padres de otros jugadores decía que Duck-hee no iba a alcanzar nunca el nivel profesional”, dice Park.
El rol esencial del sonido
Si bien el éxito de Lee no ha sido superado por ningún otro jugador sordo profesional, en Estados Unidos hay un pequeño número de jugadores hipoacúsicos que han logrado descollar en el deporte universitario.
Paige Stringer, creadora de la Fundación Mundial para Niños con Pérdida Auditiva, jugaba en la Universidad de Washington y su compañera en dobles también era sorda. Para Stringer, la desventaja del jugador sordo se compensa con una mayor agudeza visual. “Las personas sordas de nacimiento o con alguna deficiencia auditiva son más intuitivas y suelen observar los gestos más sutiles del rostro o del lenguaje corporal de los otros”, afirma Stringer.
Los jugadores sordos suelen darse cuenta de lo importante que es la escucha para el tenis cuando tienen que jugar sin el audífono o sin el implante coclear. Evan Pinther, jugador de la Universidad de la Costa del Golfo de Florida, afirma que cuando no se le permite el uso de amplificadores lo peor es no contar con el retorno sonoro de sus propios golpes. “Si no oigo me pongo más ansioso”, confiesa Pinther.
La fortaleza de Lee es su capacidad de anticipación. Woo, su entrenador, que además es su primo, dice que Lee puede “leer” el tipo de golpe que dará su oponente a partir de la amplitud del movimiento o backswing.
Cristopher Rungat, que jugó contra Lee, quedó anonadado ante esa capacidad de antelación. “Parece que supiera de antemano cómo voy a pegarle a la pelota”, dijo Rungat a los periodistas. “No es que lo adivine: más bien parece que me leyera el pensamiento.”
La meta: ser el mejor
La meta de Lee es ser el número uno de la clasificación mundial, pero primero aspira a convertirse en el mejor jugador de la historia de Corea del Sur, lo cual implica superar a Lee Hyung-taik, quien en 2007 llegó a ser el número 36 y ganó un título en el ranking oficial de singles del ATP.
En Asia, el tenis tiene menos adeptos que el béisbol o el fútbol; por eso Corea del Sur no es sede de ningún evento del ATP. Pero la Asociación Coreana de Tenis espera que con Duck-hee y Chung Hyeon, otro talentoso jugador de sólo 20 años que ya alcanza el puesto número 140, el equipo de Copa Davis pueda regresar al Grupo Mundial, donde no participa desde 2008.
Lee no cree que su discapacidad lo perjudique. “No es un impedimento para mí”. Sin embargo, reconoce que tiene otra desventaja física que sí podría serlo: sus 1,75 metros de altura. En una era de enorme competencia física, uno solo de los mejores 50 jugadores de la ATP es tan bajo como Lee: David Ferrer, número 21 del ranking. Y hay sólo seis jugadores que no superan los 1,83 metros de altura.
Si bien Lee no tiene problemas a la hora de jugar en la cancha –excepto cuando no advierte que el juez gritó un “out” o un “let”–, hay otras exigencias que son todo un desafío para él. Si los medios de comunicación lo solicitan, por ejemplo, los jugadores deben dar conferencias de prensa después de cada partido.
Sin importar el idioma que se hable, Lee es muy expresivo en su comunicación no verbal, pero las entrevistas internacionales suelen resultarle un escollo, porque tiene que leer los labios de un intérprete. A la vez, no siempre su propia habla resulta fácilmente comprensible. Un canal de la televisión coreano lo entrevistó después de un partido del Festival Nacional de Deportes y le puso subtítulos a la entrevista.
Sin embargo, la singularidad de Lee a veces lo beneficia. Uno de los primeros beneficios llegó de la mano de la empresa automotriz Hyundai, que comenzó a patrocinarlo a los 13 años y que recientemente renovó contrato hasta 2020. En un comunicado de prensa, la empresa declaró: “Nos deslumbra e inspira su espíritu inquebrantable por alcanzar la cima del tenis a pesar de su discapacidad”.
Este apoyo económico le ha proporcionado una base de sustento que rara vez poseen otros jugadores en desarrollo. Su representante, Lee Dong-yeop, espera que gracias a un mayor financiamiento, Lee algún día pueda viajar con un intérprete de tiempo completo.
Actualmente, Lee compite en China con otros jugadores asiáticos para convertirse en representante regional en el Abierto de Australia. Si no vence ahora, tendrá otra oportunidad de poder ser seleccionado para el main-draw del Grand Slam si gana tres partidos en las rondas clasificatorias de Melbourne. Pero también obtendrá acceso directo a la selección para el Grand Slam si sigue ganando continuamente en la serie de torneos del ATP Challenger y alcanza el puesto número 100 en el ranking.
Para Stringer, no hay motivos para que no haya más deportistas sordos en el tenis del más alto nivel profesional. “Sólo un muy selecto grupo de atletas talentosísimos es capaz de alcanzar la cima de cualquier deporte”, afirma Stringer. “Así que es una cuestión de porcentajes. Hay mayor probabilidad de que los primeros 150 puestos los ocupen personas oyentes y no hipoacúsicas. Pero no hay duda de que el éxito de Lee Duck-hee tiene que ver con su talento deportivo, inteligencia y constancia en el trabajo. Y del gran apoyo que recibe de todo su entorno. De todos estos factores, la sordera es lo menos determinante”.
LA NACION/THE NEW YORK TIMES