Las fantasías animadas de Disney ahora se vuelven de carne y hueso

Las fantasías animadas de Disney ahora se vuelven de carne y hueso

Por Natalia Trzenko
Algunos adultos dirán que ya casi no se acuerdan de los cuentos de hadas, de las fantasías protagonizadas por animales salvajes encantadores ni de los relatos clásicos convertidos en musicales de canciones pegadizas. Y estarán mintiendo. Porque las películas de Disney como La Cenicienta, pasando por El rey león hasta llegar a La bella y la bestia, forman parte desde hace más de medio siglo del imaginario infantil, pero también de aquel con el que los adultos sueñan de vez en cuando, en esos momentos en que necesitan recuperar algo de la ternura y la inocencia que la realidad y el resto del cine les niegan. Es que se sabe: el que consiga mantener el gesto adusto al recordar a Mowgli y a Baloo canturreando por el río en El libro de la selva debería revisar si sigue teniendo corazón.
A eso apuesta Disney desde que sus responsables decidieron darles un nuevo giro a sus viejos clásicos animados con la intención de integrarlos, ahora con actores, a la cultura popular del siglo XXI. Así, luego de realizar exitosas adaptaciones de La cenicienta, Maléfica y El libro de la selva, el estudio puso en marcha otros proyectos aun más ambiciosos, y no parece que vaya a detenerse en el mediano plazo.
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Por un lado, se anunció que luego de los buenos resultados artísticos y de crítica que recibió El libro de la selva se realizará una secuela que estará a cargo del director de la primera película, Jon Favreau. El realizador estará bastante ocupado, porque además de contar otra de las aventuras de Mowgli también será el encargado de dirigir la nueva versión de El rey león, una suerte de mash up entre el film de animación y el musical de Broadway, estrenado en 1997.
Y como si eso fuera poco, los estudios del Ratón anunciaron que también recrearán la divertida Aladino y que será el director británico Guy Ritchie el encargado de intentar traducir la desopilante locura que Robin Williams le prestó al Genio desde una nueva perspectiva. Aunque antes de que el realizador de El agente de C.I.P.O.L. se ponga a trabajar, llegará a los cines la propuesta más arriesgada hasta ahora en esto de darles carnadura humana a los dibujitos.
La bella y la bestia ya tiene fecha de estreno, trailer y un montón de fanáticos esperándola ansiosos. Es que el film de 1991 fue el primer largometraje animado en ser nominado al Oscar en la categoría de mejor película, y aunque no ganó ese premio -se llevó los de mejor canción y banda de sonido original- sí modificó y amplió las posibilidades técnicas de la animación, que se aplicaron particularmente en la famosa escena del baile entre la bella cautiva y el príncipe convertido en bestia.
Ahora, la gran incógnita es si toda esa fantasía algo pasada de moda podrá trasladarse a una película con actores. Que además tienen que cantar.

La Bella con botas
Según contó Emma Watson -bastante acostumbrada desde la época en que interpretó a Hermione Granger en los films de Harry Potter a lidiar con las altas expectativas del público-, el desafío para los productores y guionistas de la nueva La bella y la bestia fue dotar a su protagonista de características algo más interesantes y modernas que las que tenía el personaje de la película original, pero sin modificar su esencia. Así, mientras que en aquel film Bella se dedicaba a las tareas del hogar que compartía con su padre inventor, en la nueva película la inventora será ella.
“Intentamos hacer a Bella más proactiva y que estuviera a cargo de su propio destino”, explicó la actriz a la revista Entertainment Weekly. Como feminista y embajadora de buena voluntad de la ONU en temas de la mujer desde 2014, Watson no dejó pasar ninguna oportunidad de aportar su punto de vista a la nueva Bella. “Para arreglar el jardín, montar a caballo y arreglar máquinas, necesitás buenas botas”, contó la actriz, para justificar que su personaje ya no use los delicados zapatos que se veían en la animación. Una modificación que aunque parezca superficial es fundamental para los empedernidos fanáticos de los films originales, que no dejarán pasar ningún detalle que, según ellos, pueda perjudicar el legado de sus películas preferidas. Y, en algunos casos, los reclamos serán bastante profundos y muy a tono con el contexto social.

Ojo con Mulan
Cuando se anunció, hace pocos meses, que Mulan sería el siguiente film de animación en pasar por la máquina de recuperar viejos éxitos, la noticia fue recibida con cantidades iguales de alegría y aprensión. Es que la película, de 1998, fue una festejada rareza para el universo Disney: la primera en ser ambientada en el Lejano Oriente y en tener una heroína que no necesitaba a un príncipe encantado o encantador para rescatarla. De hecho, el personaje de Mulan está basado en un antiguo poema chino que cuenta la historia de una joven mujer que se disfraza de hombre para pelear en la guerra y resulta un factor fundamental para ganarla.
Tan excepcional fueron la película y su protagonista que esta nueva versión tenía al menos que aspirar a igualar su pasado. Y las cosas no empezaron bien: casi al mismo tiempo que el estudio anunció la fecha de estreno del film (principios de noviembre de 2018), empezaron a correr rumores en Hollywood sobre un posible guión de la nueva versión que imaginaba a Mulan como el interés romántico de un explorador blanco que llegaba a la China imperial. Un cambio que no sólo no respetaba el material original, sino que además enojó a la comunidad asiática en los Estados Unidos, ya de por sí escasamente representada en TV y cine, especialmente si se tiene en cuenta que es una de las más numerosas entre las minorías de ese país.
Ante la perspectiva de que no sólo la gran heroína asiática se convirtiera apenas en la compañera de un protagonista masculino y encima blanco -algo que Disney ya hizo en la controvertida Pocahontas (1995)-, los activistas encendieron las redes sociales y las usaron como plataforma para evitar el desastre.
Con la consigna #makemulanright (hagan bien a Mulan) en Twitter, la iniciativa parece haber tenido éxito, ya que Disney aseguró que no tenía intención de cambiar la historia original y que estaba buscando intérpretes de origen asiático y con conocimientos de chino mandarín para los papeles de Mulan y su amigo Li Shang. De hecho, aunque la búsqueda de la protagonista continúa, algunos sitios dedicados al mundo del entretenimiento de Asia ya dan por seguro que el joven actor, modelo y cantante chino Kris Wu será Li Shang. Y aunque Disney aún no confirmó nada todo indica que su plan es “hacer bien a Mulan” y así evitar los problemas que experimentan otros estudios con su “blanqueamiento” de personajes asiáticos. El ejemplo más polémico es el del personaje de Scarlett Johansson en Ghost in the Shell, el film de ciencia ficción que se estrenará el año próximo basado en un popular manga y animé japonés.
De todos modos, más allá de las posibles controversias, es un hecho que las fantasías de Disney ya están cambiando, yendo de la animación a los actores y del pasado a un futuro más inclusivo, mejor.
LA NACION