Innovación social: diez ideas para inspirar al mundo

Innovación social: diez ideas para inspirar al mundo

Por Carlos Sanzol
Tenía hambre. Mucha hambre. En 48 horas, Oscar Ekponimo, de 11 años, sólo había comido una galletita que un compañero del colegio le había dado para domar al demonio que le desgarraba el estómago. Hacía pocos días que su padre había sufrido un ACV, que le imposibilitó trabajar. “Cuando crezca -se prometió-, usaré todas las herramientas que tenga a mi alcance para evitar que la gente sufra de hambre.”
Diez años después, a 12.415 kilómetros de su Nigeria natal, Ekponimo está parado sobre el escenario del Dolby Theatre, donde cada año se entregan los premios Oscar. Está a punto de ser reconocido por el desarrollo de una idea que tiene el impulso suficiente para inspirar al mundo: una aplicación que busca organizar a los comerciantes nigerianos para evitar el desperdicio de alimentos y, así, contribuir a la titánica empresa de reducir el hambre en un país donde la sufren 13 millones de personas. Junto con él, otros nueve emprendedores esperan lo mismo: recibir el Premio Rolex a la Iniciativa 2016.
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Todo aquí parece funcionar bien o es, al menos, el mensaje que los diez premiados se encargan de remarcar: el mundo puede estar a punto de estallar por la ignorancia, el descuido o la mera avaricia de los seres humanos. Sin embargo, si se organizan los recursos, se apela a la creatividad y al cuidado del medio ambiente, hay algo de esperanza. Por eso, no son extrañas las palabras que usan los laureados cada vez que enfrentan un micrófono: “empoderar”, “educar”, “concientizar” e “innovar”. La bióloga peruana Kerstin Forsberg, de 32 años, sabe de eso. Ella decidió convencer a los pescadores del norte de Perú de que dejen de atrapar a las vulnerables mantarrayas gigantes y, en cambio, reacondicionen sus barcos y lleven a los turistas mar adentro a observar estas especies, que se cuentan en unos 650 ejemplares “Quiero mostrar cómo las personas se pueden convertir en líderes para generar cambios en el medio ambiente en sus comunidades”, dice a LA NACION para justificar que también logró que 50 colegios de la zona incorporaran en sus currículas temas de educación marina.
La ambientalista colombiana María Emilia Correa es uno de los cerca de 3500 espectadores que aplauden a Forsberg en el teatro. Pero también es uno de los 12 miembros de un jurado internacional -integrado por científicos, astronautas, filántropos y emprendedores sociales- que eligió el proyecto de la bióloga y los del resto de los laureados. “A la hora de seleccionar las iniciativas tuvimos en cuenta: el compromiso del emprendedor con el proyecto y que lo sostenga en el tiempo, que sea una propuesta innovadora y que promueva el conocimiento”, dice a LA NACION.

Efectos
En el teatro, a medida que se anuncian los premios a cargo de actores y actrices de Hollywood, como Maria Bello, Casey Affleck y Chris Pine, entre otros, se remarca la idea de que la innovación, motorizada por la tecnología, puede mejorar la calidad de vida de las personas y, aunque parezca ampuloso, contribuir a cambiar el mundo. Así lo cree Andrew Bastawrous. Este oftalmólogo inglés desarrolló una app para smartphones que permite hacer exámenes oculares en poblados de difícil acceso de Kenia, donde vive el 90% de los 39 millones de personas con ceguera que se calcula que hay en el mundo. La gran mayoría de los casos son evitables. A Bastawrous lo sigue emocionando el caso de una mujer ciega que, gracias a los resultados que se enviaron por la app a un centro médico, recibió atención y, cirugía de por medio, recuperó la visión. De hecho, cuenta el médico, cuando la mujer regresó a su aldea lloró al ver, por primera vez, los rostros de sus hijos.
Resuena entre las butacas y los palcos del teatro un mantra: “Anyone can change everything” (“Cualquiera puede cambiar cualquier cosa”, por su traducción del inglés). Lo dice el director de cine James Cameron (Titanic y Avatar, entre otras), que oficia como una suerte de maestro de ceremonia de los premios. Y se lo toma muy en serio el ingeniero mecánico irlandés Conor Walsh, de 35 años. Él diseña trajes de tela que pueden usarse debajo de la ropa y que están conformados por motores diminutos, poleas, sensores de movimiento y softwares inteligentes. Esos trajes buscan mejorar la movilidad de pacientes que sufrieron un ACV. “Los pacientes [hasta ahora se probó en 15] dicen que gracias a su uso ya no piensan en los esfuerzos que tienen que hacer a la hora de caminar. Basta con levantarse y hacerlo”, señala a LA NACION sobre el exosuit.
“Uno se siente un poco mal cuando ve todo lo que hace esta gente por el mundo”, se escucha murmurar a una mujer, de unos 30 años, sobre los logros de los diez premiados. Y, casi como si la hubiera escuchado, Cameron cierra el acto de entrega: “Espero que estos hombres y mujeres los inspiren para hacer el bien por el mundo y que se desate en ustedes el espíritu del emprendimiento”.
Promotores del conocimiento
En 1976, la marca de relojes Rolex creó el Premio a la Iniciativa -que se entrega cada dos años- para reconocer a los gestores de proyectos que promuevan el conocimiento en cinco áreas fundamentales: ciencia y salud, tecnología aplicada, exploración y descubrimiento, medio ambiente y patrimonio cultural. A partir de 2009, se extiende el programa y se empieza a reconocer también el trabajo de los jóvenes de 18 a 30 años.
LA NACION