Guilherme Winter: “Tengo una visión de Dios muy distinta”

Guilherme Winter: “Tengo una visión de Dios muy distinta”

Por Diego Jemio
En la puerta de un hotel del Centro con vista al Obelisco, unas diez chicas están excitadísimas porque acaba de pasar él. “Mirá lo precioso que es…”, le dice una a la amiga, mientras muestra la pantalla de su celular, con una foto borrosa de Guilherme Winter. El actor brasileño. El galán bíblico. El protagonista de Moisés y los Diez Mandamientos (a las 23, por Telefe) vino una vez más a Buenos Aires para la emisión especial del emblemático capítulo de la apertura del Mar Rojo, que se vio el 17 de noviembre en el Luna Park, con la conducción de Marley.
Desde su estreno, en marzo, la telenovela brasileña repitió en la Argentina el éxito que tuvo en el país vecino. El programa es líder en su franja horaria y suele ser lo más visto del día; el martes pasado, un gran evento como el partido Argentina-Colombia apenas superó a la tira en rating: 20,4 contra 19,6 puntos.
Con la barba de tres días, la sonrisa de galán siempre lista, los rulos ordenados y el portuñol fluido, Winter habló con Clarín sobre el fenómeno de la novela, recuerda el episodio hollywoodense de la separación de las aguas y dice que no teme encasillarse en el rol del profeta.
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-El martes, el partido de la Argentina apenas superó por unas décimas a la emisión de “Moisés…”. ¿Qué es lo que te sigue sorprendiendo del éxito de la novela?
-Es un fenómeno y una sorpresa, como también lo fue en Brasil y otros países de América. En un mundo con muchos conflictos, la novela llegó con energía y con un mensaje de superación, además de palabras de amor y sobre la esclavitud. Las personas -consciente o inconscientemente- se apegaron a eso. Claro que después hay algo de azar, de botella arrojada al mar. Y todo es impredecible.
-¿Qué recordás del episodio de Moisés y la separación de las aguas?
Llevó unos seis meses de trabajo y tuvimos que regrabarlo varias veces. Tenés que actuar con mucha concentración porque sólo escuchás al director hablando; ves luces y flashes, que luego se completan en postproducción. Tenés que hacerlo, justamente, con mucha fe (se ríe).
-El nombre de tu personaje ya reemplazó al de pila. ¿Te inquieta quedar pegado a este trabajo?
El desafío de todo artista es la versatilidad. Claro que me dan ganas de hacer otros personajes distintos y mejores que Moisés, que fue muy importante para mí. No me da miedo quedar marcado. El teatro puede ser un camino. Por ahora, no tengo tiempo; apenas me tomé un descanso desde que comencé a trabajar con el canal Rede Record en 2012. Cuando vine a Buenos Aires en julio, vi la obra Nuestras mujeres, con Guillermo Francella, Arturo Puig y Jorge Marrale. Quedé encantado con la comedia y con esos tres monstruos del teatro.
-Aceptás muy apacible cada pedido de autógrafo y cada selfie. ¿No te irritás en algún momento?
-Siempre intento retribuir el cariño porque, como comunicadores, hacemos el trabajo para el público. Sólo me molesta cuando son muy invasivos, como el caso de los paparazzis. Son cosas difíciles de lidiar y forman parte de esa cosa que se llama fama. Pero en general soy tranquilo y me irrito poco.
-La novela fue creada por un canal que pertenece a una iglesia evangélica. ¿Qué diferencias tenés con el abordaje de la historia?
-Yo soy católico de formación e hice la primera comunión, pero no soy practicante. Tengo una visión de Dios muy distinta a la que se ve en la novela. El está adentro de nosotros: en la Naturaleza, en los animales, en las cosas del mundo… No creo que haya un todo poderoso allá.
Termina Winter, con los dedos índices apuntando al cielo.
CLARIN