En guerra total contra las ratas, París clausuró parques y jardines

En guerra total contra las ratas, París clausuró parques y jardines

Por Luisa Corradini
Parece una escena de Los miserables, de Victor Hugo. Pero es la terrible realidad: París, capital mundial del glamour y de la distinción, ha sido invadida por las ratas.
Ante los riesgos sanitarios que plantea esa alarmante proliferación de roedores, la municipalidad decidió clausurar el 8 de diciembre los jardines del Louvre y el célebre Campo de Marte, que se extiende a los pies de la Torre Eiffel. También cerró otros parques y plazas públicas, y lanzó un plan de emergencia de “gran amplitud” para erradicarlas.
“Existe una amenaza sanitaria real y una contrariedad psicológica y visual, pero no hay ningún riesgo de enfermedad o de peste, como en el pasado”, se apresuró a aclarar el doctor Georges Salines, jefe de los servicios de salud y medio ambiente de la alcaldía.
Una frase comúnmente repetida por los franceses asegura que en París existen dos ratas por cada habitante, pero esa proporción aumentó en forma notable en los últimos dos años. Ahora se calcula que en la capital hay, por lo menos, 10 millones de roedores, según Frédéric Devanlay, de la empresa Avipur, especialista en desratización. Otros, sin embargo, afirman que la población de ratas es muy superior a esa cifra.
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Las ratas circulan por el metro, se pasean por los parques, invaden los sótanos de viviendas, restaurantes y edificios gubernamentales.
“Como están bien alimentadas, no son agresivas ni peligrosas, pero son vectores de enfermedades transmisibles”, según Salines.
Los principales acusados de esa proliferación son los 2,8 millones de habitantes de la ciudad y los 32,5 millones de turistas que visitan París cada año. La gente suele arrojar restos de alimentos en los basureros callejeros y deja caer una parte de esos residuos en el suelo. También se produce una gran dispersión de comestibles durante las diferentes etapas del proceso de recolección de basura en las zonas de los grandes edificios. Otro factor importante es el público, que arroja migas y trozos de pan a los pájaros y palomas. La mayor parte de esa comida termina nutriendo a los roedores.
“Será muy difícil erradicar por completo a las ratas que viven desde tiempos inmemoriales en las cloacas de la ciudad”, reconoce Pierre Falgayrac, experto en lucha contra los animales urbanos dañinos. “Todo lo que se puede lograr con esta campaña es eliminar la población que vive en la superficie, particularmente en parques y jardines públicos, donde encuentra alimentos y zonas propicias para cavar sus madrigueras”, afirma.
Esa lucha presenta un carácter urgente porque las ratas son animales con una capacidad exponencial de reproducción: gracias a un ciclo de gestación de 21 a 24 días, cada hembra puede llegar a tener de 12 a 20 crías por vez a un ritmo de 12 partos por año. Los especialistas calculan que, debido a ese ritmo de reproducción, una pareja tiene una descendencia promedio de 938 ratas en un año y de 46.410 en 24 meses.
Un grave problema reside en que, debido a una veloz mutación de genes ocurrida en los últimos años, son cada vez más resistentes al veneno. Incluso hay roedores que se alimentan de tóxicos.
Para combatir eficazmente la actual proliferación, la municipalidad lanzó un plan masivo de desratización con señuelos anticoagulantes a base de sustancias como el brodifacum, que provoca hemorragias internas, pero no representa riesgo para otros animales.
La determinación de la municipalidad obedece a otra razón: después de los atentados y de la serie de asaltos y agresiones espectaculares que pusieron en evidencia la inseguridad que existe en París, esta invasión de ratas puede afectar la imagen de la Ciudad Luz y asestar otro duro golpe al turismo internacional.
LA NACION