El sueño incompleto de Juan Carlos Lescano: de Central Córdoba a River

El sueño incompleto de Juan Carlos Lescano: de Central Córdoba a River

Por Alberto Cantore
Con una corrida de un área a la otra, a los 44 minutos del segundo tiempo, Juan Carlos Lescano selló el triunfo 2-0 de Central Córdoba , de Rosario, sobre Sportivo Italiano, con el que obtuvo el ascenso a la primera B, tras imponerse en la Promoción. El Charrúa fue el único equipo de la Primera C que logró derribar a uno de la categoría superior, por lo que el 29 de junio de 2012 se ofrece como una de las fechas históricas del club del barrio Tablada. Si el estadio Gabino Sosa es uno de los símbolos de la zona y Tomás Emilio Carlovich el ídolo de todas las épocas, esa tarde Tate se convirtió en un pequeño ícono de la era moderna. Aquella campaña, en la que convirtió 15 goles y en la que disputó 62 partidos, entre el torneo y la Copa Argentina, ubicó al delantero en el radar de varios equipos. Entre ellos, River . “Soy consciente que no son cosas que pasan seguido. La gente no lo podía creer, no le entraba en la cabeza, pero a mí me fueron a buscar”, comenta el atacante, de 25 años, que el fin de semana pasado anotó en el éxito 3-1 sobre J.J. Urquiza, que cortó una serie de ocho encuentros sin triunfos de Central Córdoba, donde cumple su tercer ciclo.
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De las divisiones inferiores de Rosario Central, donde compartió planteles con Nery Domínguez y Marcos Figueroa, los dos años de contrato que le extendió River resultaron una luz cegadora para Lescano, que a los 20 años se largó a una aventura que no tuvo el desenlace que su sueño proyectó: el ciclo se cerró a los siete meses, tiempo en el que ni siquiera llegó a debutar. Sus registros se condensan a un par de presentaciones en la reserva. “Era todo muy tentador. No digo que pensaba que iba a llegar y triunfaría, pero me quería probar y enseñar que no me había equivocado con esa decisión. Pero después te encontrás con algunas cuestiones que no te ayudan. Se dijeron cosas muy feas, como que no tenía nivel para ser parte del plantel y eso duele, te bajonea. El mundo del fútbol a veces es muy cruel, te hace mucho daño, te tritura, y tenés que estar bien de la cabeza, porque el hecho de no jugar te hace sentir que ya no tenés más lugar en el ambiente”, señala, y toma distancia del pasado el papá de Liz y Mía, las que siempre le dibujan una sonrisa.
River volvía a primera, después de su calvario por la B Nacional, y el regreso no fue el imaginado. Los altibajos futbolísticos y de resultados atentaron también contra su deseo de mostrarse. “El entrenador [Matías Almeyda] no me tuvo en cuenta y en parte lo entendía: la campaña no era buena, el ambiente se estaba poniendo complicado y no se la iba a jugar por mí para que fuera un salvador. Ese equipo lo tenía a Trezeguet, Mora, Funes Mori, Lanzini, Keko Villalva, Chino Luna.”, explica sobre con quienes lidiaba para hacerse ese espacio que le diera visibilidad.
“Prioricé tener continuidad, algo de lo que no me arrepiento. Siempre prioricé jugar antes que el dinero. La plata viene de la mano de conseguir cosas”, dice, con voz serena, sin rencores ni arrepentimientos. Entonces, Central Córdoba le reabrió la puerta para que iniciara un nuevo recorrido que incluyó Everton (Chile), de donde se marchó después de un entredicho con el DT Omar Labruna; Deportivo Merlo, Sportivo Belgrano, de San Francisco, León de Huánuco y Deportivo Municipal, ambos de Perú.
“Esto es otra historia: acá viajamos en el día y si el partido se suspende, como nos pasó hace dos semanas con El Porvenir, nos volvemos a Rosario y regresamos al día siguiente”, relata Lescano, el que idealizó su futuro y tropezó con la realidad.
LA NACION