El milagro de los seis entrenadores que sobrevivieron a un 2016 descontrolado

El milagro de los seis entrenadores que sobrevivieron a un 2016 descontrolado

Por Nahuel Lanzillotta
Este artículo no debería ser escrito. Porque, sencillamente, en un fútbol normal no debería ser calificada como noticia el hecho que un entrenador de un equipo permanezca en su cargo durante un año calendario. Sin embargo, en el mundo de la pelota criolla, que está más cerca de ser el reino del revés que una nación ordenada, es un caso curioso digno de admiración y de análisis. Porque la vorágine y el resultadismo extremo hijo de un exitismo instalado en el inconsciente de fanáticos, dirigentes, comunicadores y hasta de los propios jugadores y directores técnicos, se lleva puesto algo cada fin de semana. Imposible estar excento. Imposible zafar del tsunami.
Sin embargo, hay un grupo de sobrevivientes. Son elegidos que han sabido desafiar y soportar los embates de las críticas y los reproches de la opinión pública para sostenerse en un mismo club de Primera desde enero de 2016. Estos atrevidos le han ganado a las urgencias y al día de hoy continúan en sus puestos. Son, claramente, la minoría. Son apenas seis hombres. Son: Marcelo Gallardo (40 años) en River, Nelson Vivas (47) en Estudiantes, Jorge Almirón (45) en Lanús, Rubén Forestello (45) en Patronato, Frank Kudelka (55) en Talleres y Alfredo Grelak (46) en Quilmes. Todos técnicos relativamente jóvenes; el único que pasa la barrera de los 50 es Kudelka.
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Al caso del Muñeco puede anotársele un asterisco. Viene de ser campeón de la Copa Argentina, su segundo título del año después de la Recopa Sudamericana y todos en Núñez quieren que se quede. Pero, Gallardo avisó que se tomará estos días para reflexionar (ver página 43). Tiene espalda de sobra (consiguió seis trofeos en dos años y medio) y está en el podio de los mejores entrenadores de la historia del Millonario.
Otro muy querido por todos en su institución es Almirón. El ex Independiente llegó y armó una revolución en el fútbol de Lanús. Lo que no pudo hacer en Avellaneda, lo hizo en el Granate. Lo sacó campeón del torneo en el primer semestre arrasando a San Lorenzo en la final. Y le ganó a Racing la Copa Bicentenario. Todo con un juego de alto vuelo. Tanto es así que hasta Nicolás Russo, el presidente, afirmó que “nunca en la vida había visto jugar a Lanús de esta manera”. El último fin de semana circuló un rumor que aseguraba que iba a dar un paso al costado para asumir en Rosario central. Ayer se encargó de desmentirlo: “Tengo contrato y voy a seguir”. Su desafío en 2017 será afrontar la Copa Libertadores.
Forestello no la tuvo fácil, sobre todo en este segundo semestre. El inicio fue turbulento, con tres caídas en fila. Su virtud fue darse cuenta a tiempo, detectar el problema y solucionarlo. Básicamente el Shaggy supo cambiar. El esquema con tres delanteros no calzaba para los intérpretes que tenía. Hubo una charla y Forestello escuchó a sus dirigidos. Pasó a jugar con dos delanteros y la mano mejoró. Se amoldó el entrenador, a pesar de tener que dejar de lado su idea. Lo hizo antes de que la sangre llegase al río y ahí está ahora, afirmado en Paraná.
En La Plata le resaltan a Vivas tres aspectos clave de su era en el Pincha. Conocimiento: a pesar de no salir del riñón del club, Vivas entiende como pocos los movimientos de Estudiantes, el pensamiento de su gente y las virtudes y falencias del plantel que comanda. También conoce a los pibes porque trabajó en Reserva. El mensaje: a los futbolistas les resulta sencillo captar sus conceptos. Logra transmitirles rápidamente la idea de lo que quiere en el campo de juego. Los resultados están a la vista, más allá del bajón en las últimas fechas. Escucha y aprende: no se cierra y consulta permanentemente a sus colaboradores.
Lo de Kudelka viene desde abajo. Ascendió a Talleres del Federal A a la B Nacional y después consiguió el pasaje a Primera de manera invicta. Pasó algún sofocón en el Ascenso, pero surfeó la ola, mantuvo siempre su línea de juego (4-2-1-3) sin importar alguna crítica y se ganó un respeto importante en Córdoba.
Grelak es el que peores condiciones tuvo para trabajar. El año en Quilmes fue durísimo por los serios problemas institucionales. La nueva dirigencia lo sostuvo en el cargo aunque en lo deportivo tuvo vaivenes. Es un caso atípico: ante todos los inconvenientes que le aparecieron en el camino, Grelak cortará el pan dulce con una cerveza en la mano.
CLARIN