8 consejos para prevenir el estrés de fin de año

8 consejos para prevenir el estrés de fin de año

Por Martín Reynoso
Mariano dice que hoy tiene que pasar por la escuela de sus hijos para continuar preparando el acto de fin de año con otros padres, ya que han decidido darle una sorpresa a los pequeños en ese evento; luego iniciar el cierre anticipado de las operaciones contables de la empresa donde trabaja (“hasta el 10 de diciembre todo está frizado”), empezar a concretar las vacaciones de enero, porque muchas personas ya han reservado lugar y la oferta se reduce día a día y aún no se sentó frente a su pc, y por si fuera poco hablar con el grupo de amigos para la fiesta de fin de año que habitualmente organizan en el club. Este año es el décimo consecutivo que la hacen, por lo que quieren armar algo “a la medida” del aniversario. Ah, y tiene que hablar con su esposa para decidir si pasarán las fiestas en lo de su tía, persona que no les entusiasma mucho pero será la anfitriona de la familia extensa este año.
De sólo pensar en esta agenda que tiene hoy, Mariano se siente exhausto. Sabe que puede pasar por momentos de agobio y hasta de fastidio, aunque todas y cada una de las actividades son necesarias e incluso interesantes.
Sí señores, el tan temido fin de año se avecina: al consabido desgaste producido por la acumulación de tareas diarias, ahora se le suman eventos emocionalmente movilizantes, encuentros no siempre deseados y situaciones inusuales que desafían nuestra capacidad de afrontamiento.
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¿Por qué hacia fin de año?
Lo mencionado anteriormente es el disparador más fuerte: acontecimientos emocionalmente intensos nos invaden, situaciones excepcionales que no se repiten en el año, la locura de la gente saliendo como hormigas a la calle por un regalo o por ofertas. Por añadidura, nuestra capacidad de afrontar todo está algo deteriorada. Sentimos que venimos “cargando” con el peso de estresores cotidianos y nuestra percepción de “cierre de fin de año” (que es algo que genera una actitud de autoflagelo también) no ayuda.
Para quienes enseñamos la práctica meditativa, el problema no es sólo el evento externo, el estresor, sino la manera de relacionarnos mentalmente con él. Cuando decimos que estamos cansados al final del día, en realidad no es sólo por la intensidad de nuestro accionar, sino también por el constante trabajo ideacional y los movimientos continuos de la mente hacia el futuro, el pasado, lo que quiero y lo que no quiero, lo que puedo y lo que no, lo que debería y lo que no debería. Es esa acción incontrolable de nuestra mente la que nos agobia, nos complica.

¿Es inevitable el estrés en estos días?
Definitivamente, no. Pero la realidad es que si venimos castigados por nuestra propia mente todo el año, difícilmente escapemos de las presiones de la misma en noviembre/diciembre.
Para ello, es preciso desarrollar cierta actitud de saludable conciencia en relación a lo que hago (¿hasta dónde puedo sin colapsar?), aceptación de aquello que no puedo abordar/manejar (al menos momentáneamente), y capacidad de optar por aquello que es más saludable y satisfactorio para mí.
Hoy en día sabemos que existen conductas que nos ayudan a afrontar el estrés de una manera funcional, conviviendo armoniosamente con él. Entre ellas, la meditación, el ejercicio físico, la alimentación saludable, la organización adecuada de nuestro tiempo y los espacios de ocio son claves.

Algunos otros consejos a considerar, entonces:
1 – No es necesario sentir que “todo” cierra en noviembre/diciembre. Es cierto que algunos ciclos puntuales sí lo hacen (escuela, trabajo, etc.) pero otros desafíos no, como cambios personales (dietas, modificaciones de conducta, decisiones vocacionales). Por lo tanto, ¡no es bueno meterse en una cajita que nos apriete innecesariamente! Seamos flexibles.
2 – Chequear cada tanto el estado de nuestra ansiedad (por hacer cosas, por comprar, etc.) y nuestras emociones, para no perder nuestro balance interno.
3 – En lo posible no tomar responsabilidades extras (no se puede ser actor principal de la obra de teatro de tu hijo, el encargado de hacer las compras para la fiesta e instalar un programa nuevo que aún no conocés para hacer los balances de la empresa de una manera distinta) y graduar las que se desarrollan.
4 – En tal sentido, intentar balancear lo que es “necesario” de lo que es “opcional” y no nos gusta. No podemos sólo por compromiso involucrarnos en toda actividad a la que nos invitan.
5 – A más trabajo y más actividad, más breaks y momentos de caminatas, prácticas meditativas o instantes de ocio aunque sea por períodos más cortos que lo habitual.
6 – En lo posible, mantener las pautas de sueño nocturno.
7 – Cancelar momentáneamente algunas actividades que puedan ser retomadas en el verano nuevamente (como algún hobby, actividades de capacitación, etc) para no saturar la agenda.
8 – Mantener la perspectiva de que la intensidad de este tiempo puede transformarse en un desafío de crecimiento para nosotros, por lo tanto: ¡disfrutar lo más posible!
Al fin y al cabo, se trata de conceder a este período la singularidad que trae consigo y que nunca vuelve a repetirse en nuestras vidas.
CLARIN