22 Nov Trastos viejos, el karma de la producción industrial
Por Juan Manuel Cocco
La mayoría de las pymes industriales trabaja con maquinaria y equipo con tecnología media, atrasada o muy atrasada, según una reciente investigación llevada a cabo por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec). Las principales causas del atraso tecnológico son el costo del capital, el limitado acceso al financiamiento bancario o del mercado de capitales, la presión tributaria y la informalidad en la que se manejan este tipo de empresas.
La situación es preocupante no solo para el sector, sino para la economía en su conjunto, ya que estas empresas constituyen el 97% del universo industrial de la Argentina. Además, las pymes, en general, proporcionan casi el 50% del empleo privado registrado y contribuyen con el 40% del PBI.
“Nos encontramos ante uno de los núcleos del ‘problema argentino’. Si el país no resuelve el atraso tecnológico, nunca va a poder resolver, por ejemplo, el problema de la inflación”, identifica la economista Victoria Giarrizzo, investigadora principal del Área de Desarrollo Económico del Cippec y coautora del documento sobre el stock de capital en la industria pyme, junto con su colega Felipe Montaño. El relevamiento se realizó sobre la base de 100 empresas industriales, entre diciembre de 2015 y junio de este año.
De acuerdo con la información recabada, las pymes industriales trabajan con máquinas y equipos que tienen una antigüedad promedio de casi nueve años. En algunos sectores, superan los 15 años promedio. La maquinaria se usa durante un lapso largo, incluso cuando está amortizada, lo que exige mayor mantenimiento y deteriora la productividad y la calidad. “En el panel analizado, un 20% de las industrias incluso incorpora máquina usada, descartada generalmente por empresas de mayor tecnología”, advierte el documento elaborado por el Cippec.
La antigüedad de las máquinas es heterogénea según el sector industrial, pero en términos generales se registra un importante atraso relativo. En el mundo, las empresas de países más desarrollados trabajan con tecnología de última generación, generalmente adquiridas mediante leasing que les permite una renovación entre uno y tres años.
Causa y consecuencia
¿Por qué las pymes industriales argentinas no pueden ubicarse en la frontera tecnológica? Las causas son múltiples. Existe un entramado que conspira contra la renovación de capital, dentro del cual los hombres de negocios han quedado atrapados. “Hay un ‘factor-impotencia’ del empresario. Siente que no tiene herramientas para acceder al crédito. El 75% se financia con sus ganancias, pero hay que tener en cuenta que los niveles de inversión que se necesitan para pegar salto tecnológico son altos”, explica Giarrizzo.
Según un estudio de la Fundación Observatorio PyME (FOP), el costo del capital en Argentina es ocho veces superior al vigente por ejemplo, en Europa -32% vs. 4%- y, además, el financiamiento aquí es de corto plazo. “La inversión en maquinaria y equipo en el país está completamente afectada por el costo del capital”, destaca el director ejecutivo de la FOP, Vicente Donato.
Fondeo sin fondos
El acceso de las pymes al financiamiento bancario es limitado. “Tenemos un sistema de crédito bancario que pesa el 14% del PBI, nada comparado con los países vecinos y ni que hablar de la profundidad del sistema bancario en los países de la OCDE”, dice Donato.
Giarrizzo, del Cippec, menciona que en la actualidad, para otorgar un crédito productivo, las entidades financieras solicitan garantías reales, hipotecarias, que dejan a la mayoría de las empresas fuera de toda posibilidad de financiamiento. “Habría que impulsar a los bancos a otorgar créditos productivos no en función de las garantías reales de la empresa, sino evaluando el proyecto de inversión”, recomienda la economista.
¿Y el mercado de capitales? “Las dificultades de las pymes para renovar las maquinarias tienen origen en la inexistencia de un sistema financiero que pueda asignar los recursos de los ahorristas a los miles y miles de proyectos de inversión en maquinaria, equipo y modernización que existen en Argentina”, diagnostica Donato, de la FOP. El mercado de capitales argentino es sólo el 2 por ciento del mercado de capitales chileno, por ejemplo.
Como tercera opción, está el financiamiento del Estado, que ofrece varias líneas a este tipo de empresas. “Pero los programas de asistencia están desarticulados. Hay muchos empresarios pyme que los desconocen”, critica Giarrizzo. En los tres casos, las posibilidades de financiamiento también están condicionadas por la informalidad de la industria pyme, una situación que se vincula estrechamente con la presión fiscal. “El problema de la informalidad del sector se explica por una estructura tributaria que las empresas no pueden soportar”, apunta Giarrizzo.
“Pero no hay que confundir la dirección de la causalidad del problema. La informalidad es en gran parte el producto de la insuficiente inversión en maquinarias que puede aumentar la productividad y descontar así la enorme presión fiscal que sufren las empresas”, completa Donato.
Soluciones a tres plazos
Son varios los aspectos a resolver, en forma simultánea, para que el empresario pyme logre salir del atraso tecnológico en el que está sumido. “Lo primero que se necesita es hacer un buen diagnóstico del stock de capital. Luego, un Estado con políticas fiscales y financieras que alienten la incorporación de tecnología de punta; y también que facilite la búsqueda de mercados externos”, enumera la economista del Cippec.
Por su parte, Donato coincide en el rol del Estado, al considerar de urgente la colocación y difusión de todos los instrumentos de promoción oficiales. Recomienda, en el corto plazo, buscar canales complementarios y alternativos al sistema bancario para financiar la inversión. “Desgravar fiscalmente las inversiones en capital fijo como lo propone la Ley Pyme es una buena solución, pero hay que trabajar mucho en los detalles de la reglamentación. De mediano plazo, aconseja trabajar en el relanzamiento de las Sociedades de Garantías recíprocas.
“De largo plazo, hace falta construir una moneda nacional prestigiosa, que los argentinos la consideren una reserva de valor y unidad de cuenta, y que por lo tanto decidan ahorrar en instrumentos financieros denominados en pesos. Hay que lograr que el sistema financiero, en cinco o diez años, logre llegar al 50% del PBI”, completa Donato.
EL CRONISTA