¿Podés dejar el celular???

¿Podés dejar el celular???

La escena es familiar: el chico come mirando el celular que al sentarse a la mesa ubicó estratégicamente junto a su plato. En cierto momento -a los cinco segundo, digamos- deja los cubiertos y escribe un mensaje. O lee el mensaje que le escribieron. O deja de comer y se tilda mirando “un videíto”. O revisa el WhatsApp. El “secuestro” que los celulares hacen de los chicos en los almuerzos o las cenas no solo los afecta a ellos; en realidad, hoy casi nadie se desliga de esas “prótesis” que conectan con otros -remotos, quizá también sentados a otras mesas- y desvinculan de los que están al lado de uno. Hace rato que estos patrones de conducta, sometidos al imperio de la tecnología, hicieron sonar las alarmas ante el menoscabo de las relaciones personales, mientras propician los lazos a distancia. Porque el fenómeno excede la mera descortesía que supone abandonar a los presentes evadiéndose vía celular hacia otra dimensión: muchas veces, esto es causal de discordia y disgustos que enturbian la atmósfera del encuentro.
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En este contexto -y en el marco de la Semana de la Ciudadanía y la Alfabetización Digital que tendrá lugar entre el 7 y el 13 de noviembre en el Polo Científico Tecnológico del Ministerio de Ciencia-, la organización Chicos.net que preside Marcela Czarny lanzó una campaña para la utilización responsable de los re¬cursos tecnológicos. En concreto: librarse del celular o la tablet al sentarse a la mesa. De lo que se trata es de despojarse de la tecnología para recuperar la experiencia de “ser y estar” con los otros, cara a cara, con¬versar y compartir.
La campaña, explica Czarny, promueve “el uso inteligente de esta tecnología”, lo que implica utilizarla bien cuando hay que usarla y poder identificar los momentos en los que es bueno también desconectar para atender otras ocupaciones. “Debe dársele un espacio a la intimidad y el diálogo. Y por eso alentamos que se apague el celular al ir a la mesa. No hay dudas que la tecnología nos mejora la vida en muchos aspectos. Y hay que procurar que lo siga haciendo y no dejarse tentar por un uso excesivo que podría distorsionar esos beneficios”.
La Encuesta Nacional de Consumos Culturales y Entorno Digital de 2013 arrojó datos significativos.
Por ejemplo, que el promedio de los 1800 chicos consultados (de escuelas públicas y privadas de todo el país), tiene cuatro pantallas en su cuarto. Un 20% tiene dos, otro 20% tiene más de cinco y el 60% tiene entre tres y cinco. Lo cierto es que ninguno tiene sólo una. Para todos ellos, el celular resulta el soporte más importante. Otra encuesta, en este caso de Unicef “indica que el 80% de los chicos de más de 10 años tiene celular en Argentina. Y en el caso de los adultos, el porcentaje al¬canza el 100%, porque aquí tenemos más celulares que personas”, apun¬tó Czarny.
La campaña, a la que se puede adherir ingresando www.chicos.net/cenasinpantallas o por el hashtag #CenaSin Pantallas, tuvo anteriormente la adhesión de varios restaurantes porteños que in¬vitaban a dejar el celular “en custo¬dia”, para que nadie se distrajera de la mesa, a cambio de un descuento. “Al principio funcionó, se practicaba un descuento de un 10 o un 15% a las mesas en las que comían sin el teléfono, pero después la gente empezó a levantarse y venir a buscarlo con la excusa de que tenían algo importante que no podían dejar pasar, y así se fue abandonando”, le contó a Spot Alejandro Reinoso, del Club Del Progreso. La misma versión ofreció Guido, de Monzú Pizzería Bar. “Era una buena idea, pero la gente termina resistiéndose a dejar el aparato”.
Consciente de lo difícil que puede ser desprenderse de estos hábitos, Czarny invita a concientizarse sobre los aspectos benéficos de es¬tos dispositivos “para ser mejores personas y más eficientes en nuestros desempeños, pero sin dejar de considerar que en determinadas situaciones la comunicación es mejor si se realiza por fuera de la tecnología”. Para Czarny, la consigna -comer sin pantallas a la vista- abarca celulares, iPod o televisión “para permitir la interacción con los demás y no solo cuando nos sentamos a la mesa, sino cada vez que seguir pendientes de esos soportes tecnológicos no le aporte ni agregue nada a la actividad que estamos
haciendo”.
CLARIN