06 Nov “El contador”: A los genios nadie los entiende
Por Pablo Scholz
Los que sostienen que Ben Affleck es un actor de un solo gesto, que no sabe cómo demostrar emoción genuina, encontrarán en El contador a un Affleck al 100% de sus habilidades actorales. El nuevo Batman es Christian Wolff, un hombre con autismo, que tiene el síndrome de Asperger, un savant como el Rain Man de Dustin Hoffman, un personaje que no sabe cómo mostrar sus sentimientos. Que no puede, aunque quiera, sociabilizar.
Así que quienes defenestran al actor de Perdida, aquí no les quedará otra que admitir qué bien que compone a Wolff, hijo de un militar que lo ha entrenado desde niño para evitar que los pasen por encima, que se aprovechen de su enfermedad. Christian tiene un hermano mayor, y una madre que abandonará el hogar cuando no se pongan de acuerdo en el tratamiento a Christian.
Ya mayor, es un genio de las matemáticas, un contador, sí, que oculta los pagos en cuadros de Renoir o Pollock que recibe de sus clientes. ¿Quiénes? Mafiosos y del cartel de la droga, a los que les hace los numeritos (bueno, también a los granjeros pobres de Illinois) y les lava dinero (no, los granjeros no lo necesitan).
Todo marchaba más o menos bien para Christian dentro de su rutinaria y solitaria vida -no siente culpa de lo que hace, porque no puede advertirlo; hay ahí una vuelta de rosca interesante-, hasta que toma un cliente “legítimo”. Una compañía, regenteada por John Lithgow, que se dedica a crear prótesis robóticas, y que va a cotizar en la Bolsa. Otra contadora (Anna Kendrick, siempre de segundona) descubrió un desvío, pero Christian irá mucho más lejos con su investigación. Y lo perseguirán de todos lados. Loa malos, y los del Departamento del Tesoro, con J.K. Simmons a la cabeza, que está tras de él vaya uno a saber por qué.
El thriller de Gavin O’Connor se toma en serio explicar el autismo. Allí el filme se corre del género y se convierte en drama. Y si bien muchos tópicos son acertados y hasta sirven para instruir a quienes no conocen la enfermedad, el contexto general es el de la acción, las piñas, los balazos y los asesinatos, hay una crítica a la sociedad fría, calculadora y exitista, movida por intereses económicos, pero la enfermedad termina como telón de fondo.
El contador no es Rain Man, ni Affleck es Hoffman. Pero la película se sigue con interés manifiesto de que no es sólo una que amontona escenas de peleas y cadáveres. Depende cómo se lo mire, puede ser un soplo de aire fresco en el género.
CLARIN