Una historia entre montañas y viñedos

Una historia entre montañas y viñedos

Por Tomás Natiello
En el noreste de Italia, la región de Friuli-Venezia Giulia está delimitada por montañas alpinas y ríos que conforman un marco natural de una belleza imponente. Allí, a orillas del mar Adriático, la ciudad de Trieste ofrece importantes atractivos turísticos que permiten reconstruir la historia de una zona con mucha identidad. En la costa de la capital del municipio, el Castillo de Miramar, construido en el siglo XIX por voluntad del archiduque Maximiliano de Habsburgo, se extiende sobre 22 hectáreas de parques y jardines. Todas las habitaciones están bien conservadas y mantenidas, y exhiben los muebles, adornos y objetos originales, que datan del 1800. Dos de los espacios más interesantes del castillo son la sala de música, donde la princesa Carlota de Bélgica -mujer del archiduque- pasaba sus tardes tocando el piano, el Salón del Trono y la Sala XIX, donde se exhibe una serie de pinturas de César Dell’Acqua que representan la historia de Miramar.
Cerca de allí, la Piazza Unità d’Italia, la plaza más importante de Trieste, es otro punto imperdible a los pies de la colina de San Giusto. Alrededor de ella se levantan varios edificios históricos del municipio, como el Palacio de la Junta Regional del Friuli-Venezia Giulia y la prefectura de la ciudad. Frente a la plaza, el Caffè degli Specchi (Café de los Espejos) emplazado en el Palazzo Stratti, que data de 1839, es una de las confiterías más antiguas y famosas de Trieste. Sin dudas, el sitio indicado para detenerse a tomar un ristretto con alguna delicia de la pastelería italiana.
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Para los aficionados al arte y la arquitectura, la catedral de Trieste -construida en el siglo XIII- exhibe un diseño gótico de marcada influencia veneciana. Otros lugares valiosos por su arquitectura son la basílica paleocristiana y el Castello di San Giusto, una fortaleza-museo construida en 1930.
A poco más de 75 kilómetros de Trieste (una hora de tren), la ciudad de Údine también tiene sus propios atractivos que la convierten en un lugar único, un vivo reflejo de la historia del noreste de Italia. Alrededor de la Piazza della Libertà se levantan los edificios más famosos de la metrópoli: el Arco Bollani, proyectado por el prestigioso arquitecto veneciano Andrea Palladio en 1555, el Pórtico de San Juan de estilo renacentista y el Palazzo del Comune de estilo gótico, ambos del siglo XV. Otro punto imperdible es la catedral, construida entre los siglos XIII y XIV y reconstruida en el periodo barroco. En su interior, el duomo alberga pinturas de Tiépolo, Il Pordenone y Vitale da Bologna. Fuera de las ciudades y sus atractivos históricos, Friuli tiene otro gran encanto para los turistas: sus viñedos, bodegas y vinos, especialmente los blancos. Las fincas están situadas en las llanuras y pequeñas colinas al pie de los Alpes, que frenan la acción nociva de los vientos helados del norte, mientras que la cercanía con el mar Adriático produce un micro clima de temperaturas suaves y estables. Los suelos, de origen marino, son ricos en minerales que definen el aroma, el sabor y la elegancia de los vinos friulanos.
EL CRONISTA