07 Oct Robots en el quirófano: el argentino pionero de la cirugía a distancia
Por Sebastián Campanario
Hay silencio y quietud en la noche, cuando un grupo de soldados ingresa en un pueblo de montaña en Afganistán para completar una misión de reconocimiento. De golpe estalla un explosivo, y uno de los combatientes cae gravemente herido. Un helicóptero puede evacuarlo en minutos para que sea atendido por un cirujano general, en el cuartel, pero las heridas son profundas y pueden haber afectado la parte neuronal. La opción es trasladarlo a un hospital de alta complejidad: el más cercano está en Alemania. Pero si se optara por esta alternativa se consumiría la “hora de oro” (“golden hour”), lo que en la jerga médica se conoce como el período luego del cual disminuyen drásticamente las probabilidades de vida.
Este dilema llegó meses atrás al equipo de investigación del argentino Juan Wachs, un experto en medicina robótica que trabaja actualmente en la Universidad de Purdue, en Indiana, Estados Unidos. El encargo venía directamente del presidente Barack Obama y del Congreso de ese país. La solución ideada, que ya está en su etapa final de armado, consiste en una mesa interactiva, una suerte de tableta de tamaño humano, que puede activar un especialista en cualquier lugar del mundo y usar para colaborar con el médico que está en el lugar de los hechos. Con anteojos de realidad virtual (tipo Occulus), el cuerpo de la persona a operar se ve en 3D, y la mesa interactiva reconoce instrumentos quirúrgicos, entre otras funciones.
“Este tipo de adelantos está en una etapa inicial, en la que las máquinas son una interfaz sofisticada, pero de inteligencia mínima, en el sentido de que las decisiones son tomadas por los médicos. Pero creo que no falta mucho para que empecemos a ver operaciones completas, al principio simples, realizadas ciento por ciento por robots”, explica Wachs a LA NACION.
Este especialista en robótica estudió e investigó por muchos años en la Universidad Ben Gurion, en Israel, antes de trasladarse a Indiana, donde reside actualmente con su familia. Purdue es una de las diez principales universidades de ingeniería de la mayor economía del mundo, y es la primera en ingeniería aeronáutica (el astronauta Neil Armstrong, primer hombre en pisar la luna, es ex alumno).
Una década atrás, Wachs y sus colegas habían creado un dispositivo de telemedicina que tuvo gran repercusión mediática, y que luego fue aprovechado en parte por Microsoft para sus desarrollos de Kinect, la plataforma de juegos que detecta movimiento.
Según los expertos de Singularity University, la salud y la educación serán los campos que experimentarán cambios más drásticos en el corto plazo. En el caso de la medicina, en buena medida esto se debe a la cantidad de dinero involucrada: como es un terreno repleto de fallas de mercado (en los Estados Unidos el segmento ya involucra el 17% del PBI), el premio a la innovación (en procesos y tecnología) es gigantesco en términos potenciales.
“Y no va a parar de crecer. Con las mejoras, la medicina no se va a abaratar, sino que por el contrario será cada vez más cara e insumirá más recursos”, opina Federico Tobar, experto en políticas sanitarias y en el sector de Salud, e investigador asociado de Cippec. “Aunque el ritmo de la innovación tecnológica es acelerado, sigue por detrás del ritmo de la expansión de la demanda. La productividad del trabajo en salud avanza lentamente en comparación a la productividad en los demás sectores de la economía. Las pocas sustituciones de trabajo por capital se limitan a los sectores auxiliares (por ejemplo, los laboratorios de análisis clínicos) y a los servicios centrales de diagnóstico de los hospitales. El proceso de trabajo en salud continúa respondiendo a un modo de producción artesanal, centrado en técnicas intensivas en capital debido a los equipamientos utilizados. De esta forma, el progreso tecnológico presiona sobre los costos de salud y exige una asignación creciente de recursos”, dice Tobar.
Robert Evans, en un libro titulado ¿Por qué algunas personas enferman y otras no?, llegó a afirmar que en este siglo todos los procesos médicos se redefinirían cada cinco años. Esto significa que los estudiantes nunca deberían abandonar la Facultad de Medicina. “Sin embargo, el mayor ritmo innovativo se registra en el sector farmacéutico. Incluso hoy más en el biotecnológico que en el de síntesis química”, completa el investigador asociado de Cippec.
Para Tobar, un segundo motor -además de los avances exponenciales en biología computacional- tiene que ver con el aprovechamiento de los sistemas de información (big data). “Creo que aún no hemos aprovechado ni un 10% de lo que permitiría el uso de sistemas de información para el cuidado de la salud”, arriesga. A nivel general, lo que se está viendo es que el crecimiento de la información disponible en Internet, junto con los avances en su capacidad de procesamiento, tiende a causar un impacto mucho mayor en aquellas industrias que problemas de “silos”: gremios-torres de marfil con poca comunicación (y hasta incentivos contrarios) entre sí, como el negocio de la salud o el de la construcción.
La atención remota
En tercer lugar dentro de esta carrera se ubica la innovación en automación de procesos médicos, completa Tobar. “El potencial de la robótica y la telemedicina es inmenso. Sin embargo, desde mi punto de vista, la pregunta es cuál será la dirección que tomará la automación en salud. Para que el ritmo innovativo se acelere, debería haber un cambio paradigmático en la forma en cómo se incorpora la tecnología.”
Wachs coincide. “Hoy, en países industrializados el principal foco de infecciones son los propios hospitales. La gente se enferma cuando va a atenderse. Con la telemedicina, y con la posibilidad de que los pacientes sean tratados de manera remota, y hasta en sus domicilios, este problema puede reducirse enormemente”, plantea. El experto argentino de Indiana recibió recientemente una partida de 1,2 millones de dólares del gobierno de Qatar para avanzar en un programa de “gestonurse”: entender mejor el idioma gestual en el que se comunican doctores y enfermeros para automatizar la mayor cantidad de pasos. En sus últimos testeos, al alcanzar instrumentos quirúrgicos por pedido del cirujano (con gestos o palabras), la tasa de error del “gestonurse” fue menor a la humana.
Hay, como en toda carrera, obstáculos a vencer, y a veces caídas graves. En el mundo de la innovación en salud, el escándalo más reciente fue el de la empresa Theranos, de Palo Alto, una compañía de análisis clínicos comandada por Elisabeth Holmes que llegó a estar valuada en 9000 millones de dólares y luego de enfrentar acusaciones de frauda vio pulverizado su valor en la Bolsa. A pesar del affaire Theranos, los montos de capital de riesgo destinados a este segmento siguieron incrementándose en 2016.
En Japón, tres hospitales que habían decidido robotizar tareas de enfermería dieron marcha atrás, porque los pacientes reclamaron contacto humano. “Es el tira y afloja típico de todos los procesos de innovación”, argumenta Wachs, “pasa lo mismo con los vehículos automanejados y los primeros accidentes que estamos empezando a ver. En algún momento deberemos decidir si confiamos decisiones que impliquen riesgo de vida a sistemas de inteligencia artificial, ya sea con medios de transporte o con operaciones en un quirófano. Y yo creo que ese momento, más tarde o más temprano, llegará”.