River y Unión: de aquella final hace 37 años a este partido definitorio

River y Unión: de aquella final hace 37 años a este partido definitorio

Por Gustavo Yarroch
Candorosa, la canción tiene una letra ingenua si se la compara con algunos de los gritos de guerra que se escucharon ayer en la zona de la Rambla, donde decenas de hinchas de River pasaron a sacarse fotos con la Libertadores 2015 y la Recopa 2016 en el camión itinerante del club. “Vení Tatengue, dame un abrazo, que el Millonario te quiere bailar, somos de River, fútbol y goles, los Globetrotters de este Nacional”. La entonaron en las dos finales del Nacional de 1979 que River le ganó a Unión después de empatar 1-1 en Santa Fe y 0-0 en el Monumental. Fue el único campeonato argentino de la historia que se resolvió por “gol de visitante”.
Desde aquella vez, River y Unión no volvieron a jugar un partido tan relevante como el que animarán hoy en el Minella, desde las 21.10, seguramente en una cancha pesada por la lluvia de ayer y que -según el pronóstico- seguirá cayendo hoy. Será, de algún modo, otra final.
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River necesita ganar para mantener latente la chance de llegar a la Libertadores 2017. Sabe que para ello le quedan tres escalones. Si deja en el camino a Unión, en las semifinales chocará frente al ganador de la serie entre San Lorenzo y Gimnasia y Esgrima La Plata, que aún no tiene fecha confirmada. Para Marcelo Gallardo, el encuentro de hoy tiene carácter de final anticipada por la necesidad de conseguir el boleto para la Copa del año que viene. El Muñeco no podrá contar con dos de las principales usinas de fútbol de su equipo: los lesionados Andrés D’Alessandro e Ignacio Fernández, en cuyos lugares jugarían Tomás Andrade e Iván Rossi.
Unión lo vive como una posibilidad histórica. Porque enfrentará a uno de los dos equipos más convocantes del país. Porque pocas veces estuvo a tres pasos de conseguir un título nacional: frente a River también perdió en las semifinales del Nacional 78 y en los cuartos de final del Nacional 85. Y porque nunca jugó la Libertadores. “Es la final del mundo”, exageró su técnico, Leonardo Madelón.
Por eso, más de 4000 personas recorrerán los 880 kilómetros que separan a Santa Fe de esta ciudad ilusionadas con que el equipo dé un golpe similar al de la ronda anterior, cuando eliminó por penales a Estudiantes de La Plata, el puntero del campeonato local.
Experiencia y buen pie es el combo que eligió Madelón para hoy. Pondrá un esquema táctico 4-2-3-1 en el que el delantero será Franco Soldano, de 22 años, quien regresa luego de seis meses por una rotura de ligamentos.
La humanidad cambió mucho en los 37 años que pasaron desde aquella final del Nacional 79. La letra de la canción de los hinchas de River es apenas un ejemplo menor. Argentina recuperó la democracia, esa bendición después del horror que significó la última dictadura militar. Hoy son tiempos de sobreabundancia en la oferta futbolera de partidos de todo el mundo. Y la revancha en el Monumental, la que le permitió a River dar la vuelta olímpica, fue televisada en diferido por ATC, que la emitió a las 20.30, media hora después de consumada la consagración.
Para los cuarentones o los que peinan canas, aquel Nacional es el recuerdo de una definición radial, seguida desde todo el país por la vieja y querida Spica. La primera final, en cambio, sí fue televisada y tuvo una particularidad: el gol del agónico empate de Norberto Alonso para River no se vio en vivo porque justo se cortó la transmisión, en plena tormenta.
Dirigido por Angel Labruna, River dio la vuelta olímpica el 23 de diciembre de 1979 en un Monumental repleto y de esa manera se quedó con el bicampeonato porque también había ganado el Metropolitano de ese año. Ubaldo Fillol protagonizó dos atajadas memorables en el tramo final del partido y sostuvo el 0-0 que los locales necesitaban para salir campeones.
Hoy no habrá en juego un título pero la coyuntura lo vuelve un partido crucial para ambos. Un deja vú futbolero, sin los bigotes de Leopoldo Jacinto Luque, el buzo verde del Pato Fillol, los pelos largos de Carlos Mazzoni o la estampa retacona de Fernando Husef Alí.
CLARÍN