Nueva técnica de trasplante de corazón da más esperanzas

Nueva técnica de trasplante de corazón da más esperanzas

Por Fabiola Czubaj
Un procedimiento que resucita el corazón de un donante cadavérico aumentaría hasta un 20% la disponibilidad de órganos para pacientes en lista de espera para un trasplante. En el mundo ya hay 35 de estas intervenciones.
“La escasez de donantes reavivó en el mundo el interés en la investigación para tratar de usar también el corazón de los donantes cadavéricos y, a la vez, equiparar los excelentes resultados obtenidos con el trasplante cardíaco convencional, que es con donantes con muerte cerebral y corazón latiendo”, explicó Gustavo Knop, especialista en trasplante cardiopulmonar del Servicio de Cirugía Cardiotorácica y Trasplantes del Hospital Papworth, del Reino Unido. “Los donantes cadavéricos se abandonaron desde la década del 70 con la ley de muerte cerebral”, agregó Knop.
Hay un grupo de donantes potenciales con daño cerebral irreversible que se mantienen artificialmente vivos con apoyo respiratorio mecánico y sostén circulatorio. Esos pacientes no cumplen exactamente con los requisitos que exigen los tests para declarar la muerte cerebral. “En esos casos, si la familia acepta abandonar la asistencia que mantiene a la persona con vida artificialmente para que tenga una muerte natural, pueden ser donantes cadavéricos”, indicó el especialista.
Desde marzo del año pasado hasta agosto de este año se hicieron 35 trasplantes en Australia y en el Reino Unido. Veintidós se hicieron en el hospital donde trabaja el médico argentino que presentó el procedimiento y los resultados obtenidos en el 42° Congreso Argentino de Cardiología, que organiza la Sociedad Argentina de Cardiología. En febrero pasado ya había publicado un artículo especial en la Revista Argentina de Cardiología, y en mayo participó del XIII Congreso Argentino de Trasplantes en Mar del Plata.

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Dos estrategias
Básicamente, el trasplante cardíaco con donante cadavérico tiene cuatro pasos, que comienzan con la “resucitación” del corazón, la ablación, el transporte -durante el que se evalúa la función- y el implante. A la vez, esa restauración de la función cardíaca se puede hacer de dos maneras, de acuerdo con la experiencia del equipo de Papworth.
En una, se conecta el cadáver a una máquina de circulación extracorpórea que bombea la sangre y la oxigena.
“La sangre no llega al cerebro porque antes se clampean las arterias que van a la cabeza. Pero sí al resto del cuerpo -explicó Knop-. El corazón empieza a latir nuevamente y se lo deja conectado a la máquina durante un tiempo para que se vaya recuperando. Recién entonces se lo empieza a desconectar lentamente. Si la recuperación es la adecuada, se desconecta de la máquina. El cadáver vuelve a tener vida, técnicamente, pero no el cerebro. La gran ventaja de esta opción es que estamos comprobando que el corazón se ha recuperado.”
Entonces, se le extraen 1500 ml de sangre al donante antes de inyectarle una solución fría al corazón para detenerlo. Recién entonces se hace la ablación y se lo coloca en otra máquina, que repetirá el procedimiento anterior, pero con la sangre del propio donante a casi la misma temperatura del cuerpo humano. De nuevo, el corazón vuelve a latir. Comienza el traslado al hospital donde espera el receptor.
En el camino, se evalúa continuamente que el músculo cardíaco esté funcionando bien. El corazón puede permanecer en la máquina de traslado hasta por lo menos siete horas, aunque la experiencia en los 22 trasplantes realizados muestra que el promedio ideal es cercano a las cuatro horas.
La segunda posibilidad difiere en que la ablación se efectúa sin conectar el cadáver a la máquina de circulación extracorpórea. La resucitación se produce en la máquina que se usa para el traslado.
“Si bien la experiencia es limitada, los resultados hasta el momento son muy alentadores. Abren la enorme posibilidad de poder darle una mayor respuesta al cada vez más creciente número de pacientes en lista de espera”, indicó Knop.
La desventaja puede ser el costo del uso de la máquina de traslado, que es de unos 30.000 dólares aproximadamente por caso. “Sería una muy buena opción para trasplantes en los que hay que trasladar un órgano por grandes distancias”, consideró el especialista.
Entre las ventajas, también está el ahorro del tiempo de isquemia cardíaca durante el traslado del órgano en frío con el procedimiento convencional. “Ése es el principal mecanismo de fracaso inmediato del trasplante”, agregó el especialista.
Sobre los cuestionamientos que podría generar la resucitación luego de declarar la muerte de una persona, el especialista respondió: “Claro que hay un debate ético, porque se lleva a la mesa de operaciones un cadáver que revive. El punto es que el cerebro no vuelve a tener vida”.
LA NACION