Murió el rey de Tailandia, un “semidiós” con 70 años en el trono

Murió el rey de Tailandia, un “semidiós” con 70 años en el trono

Por Carolina Brunstein
Lágrimas, lamentos y rezos se mezclaron ayer entre los miles de tailandeses congregados frente al Hospital Siriraj de Bangkok al conocer la noticia de la muerte del rey Bhumibol Adulyadej a los 88 años. Con siete décadas en el trono, fue el monarca que más tiempo ha reinado en el mundo y gozaba de una enorme influencia y popularidad en Tailandia. Lo sucederá su hijo, el príncipe Vajiralongkorn.
Según un comunicado de la Casa Real, Bhumibol, el noveno monarca de la dinastía Chakri, murió en el hospital, donde llevaba internado más de un año. Se encontraba grave tras ser sometido el sábado a una hemodiálisis para drenar líquido en el cerebro, lo que le provocó una acusada bajada de tensión.
El país quedó inmerso en una fuerte incertidumbre. Cientos de seguidores vestidos con camisetas amarillas y rosas (los colores del rey), portaban retratos de Bhumibol y cantaban el himno real, mientras algunos rezaban desconsolados en torno al hospital, rodeado por gran número de soldados y policías.
Es que, aunque sobre el papel solamente tenía funciones representativas, Bhumibol gozaba de una enorme popularidad entre la población y fuerte influencia en la vida política del país. Ningún gobierno se mantenía a largo plazo si no era con el visto bueno del rey.
Las autoridades militares se apuraron a confirmar que Vajiralongkorn será el próximo rey, quien sin embargo anunció que prefiere retrasar unos días su coronación para poder velar a su padre.
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Bhumibol, en el trono desde 1946, es el único rey al que ha conocido la mayoría de los tailandeses, que lo tenían como un ser casi divino, símbolo de unidad y guía de la nación.
El primer ministro, Prayut Chan-O-Cha, quien llegó al poder por un golpe de Estado en 2014, declaró un año de luto oficial, durante el cual todos los funcionarios deberán vestir de negro, y ordenó que en todos los edificios oficiales ondee la bandera a media asta durante un mes. “La muerte de Bhumibol Adulyadej es una gran pérdida”, dijo el premier en un mensaje televisado. Prayut instó a los tailandeses “a seguir los pasos del rey y sus deseos de ver el país caminar hacia la prosperidad”. Vestido de negro, indicó que el gobierno procederá con la preparación de la sucesión y que informará a la Asamblea Nacional que Bhumibol designó un heredero en 1972 para su proclamación. Se refería a Vajiralongkorn, de 64 años, único hijo varón del monarca fallecido. La esposa de Bhamubol, Sirikit, también está en el hospital gravemente enferma.
Numerosos jefes de Estado y gobierno manifestaron sus condolencias, entre ellos Barack Obama, que lamentó la muerte de un “cercano amigo de Estados Unidos”.
Bhumibol ascendió al trono a los 19 años, tras la trágica muerte de su hermano, Ananda Mahidol o Rama VIII, en 1946, de un tiro en un accidente que aún no ha sido aclarado. Amante del jazz, la pintura y la fotografía y budista devoto, el monarca reinó durante los tumultuosos años de la Guerra de Vietnam y a lo largo de 70 años fue testigo de diversas protestas callejeras, golpes de Estado y crisis económicas en su país. Su última aparición pública había sido en enero pasado.
La última asonada en el país tuvo lugar en mayo de 2014, cuando Prayut Chan-ocha, entonces jefe del Ejército, tomó el poder tras varios meses de protestas antigubernamentales. A los pocos meses se autoproclamó primer ministro. Y prometió celebrar elecciones democráticas el año próximo.
El sucesor Vajiralongkorn, que dista mucho de ser tan popular como su padre, pasa mucho tiempo en Alemania, porque su hijo menor va a la escuela en Baviera. En 2014 el príncipe se divorció y tiene además siete hijos mayores de otras dos ex mujeres.
El reino budista del sudeste asiático, con casi 70 millones de habitantes, podría enfrentar ahora un período de inestabilidad. Aunque las autoridades aseguran que no implica ningún riesgo para los cerca de 30 millones de turistas –entre ellos cientos de argentinos– que visitan cada año sus playas.
El país tiene leyes muy estrictas sobre las ofensas a la dignidad real que protegen al rey, la reina y los príncipes de cualquier crítica.
La sociedad tailandesa está profundamente dividida. Por un lado están los llamados “camisas amarillas”, fieles a la monarquía y partidarios de mantener el viejo orden, en el que unas pocas familias influyentes determinan lo que ocurre en el país. En el otro lado están los “camisas rojas”, apoyados sobre todo por la población más pobre, que pide más participación en los asuntos del país y más igualdad.
Los dos bandos se acusan mutuamente de corrupción rampante y con manifestaciones y bloqueos han boicoteado los gobiernos de la otra parte y contribuido finalmente a su caída.
CLARIN