La meca del diseño

La meca del diseño

Por Renato Tarditti
Para los que nos gusta el diseño, salones internacionales como el de París, son el non plus ultra. Porque además de mostrar todos sus últimos productos, las principales marcas también aprovechan para anticipar en qué están pensando para un futuro cercano.
Ese papel lo cumplen los llamados concept cars, autos que jamás veremos en un concesionario, y que se fabrican en forma artesanal, específicamente para estos shows.
Hay concept (como habitualmente se los denomina) que son simplemente un anticipo muy cercano de un próximo modelo de serie, otros que son demostradores de tecnología, y algunos más cuyo objetivo es adelantar -y probar- lo que la marca tiene planeado en materia de diseño para los próximos años (no olvide que los autos que se lanzan hoy, fueron creados por lo menos hace dos o tres años).
Lo cierto es que todos ellos están diseñados para atraer las miradas y la atención tanto del público como de la prensa especializada. Y lo logran.

And the winner is…
En París hubo consenso generalizado (al que se suma quien suscribe): en la categoría belleza, la estrella del Salón fue el Renault Trezor Concept. No es algo casual, teniendo en cuenta que el objetivo mismo del auto es enamorar a quienes lo vean; una especie de promesa de que los próximos Renault tendrán al diseño como uno de sus atributos fundamentales. La propuesta del rombo es bien clásica en su formato: una coupé larga, ancha y (muy) baja, con un capot enorme y la cabina casi apoyada en las ruedas traseras. En otras palabras, la típica e infalible receta del Gran Turismo, que funciona como un imán para todas las miradas.
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Pero lo más interesante está en las soluciones estilísticas. A pesar de su aspecto imponente y sofisticado, las formas del auto son muy simples. Son pocos los trazos que lo definen y el acento está puesto en la voluptuosidad de los volúmenes (como los guardabarros y el lateral), que se combinan con un exquisito tratamiento en las texturas superficiales y los pequeños (y no tan pequeños) detalles. ¿Quiere un ejemplo? Muchas partes de la carrocería tienen una textura compuesta por pequeños hexágonos que representan tanto a Francia (le dicen L’Hexagone) como a las estructuras alveolares de un panal de abejas. ¿Otro? La forma de los rayos de las ruedas remite a. la Torre Eiffel. Haute couture e ingenio, sin dudas.
En términos de espectacularidad, la palma de oro se la llevó el Vision Mercedes-Maybach 6, un coche de más de 6 metros de largo, con estilo retrofuturista y unas proporciones llevadas casi al extremo de lo caricaturesco (¿alguien recuerda aquel auto con capot interminable manejado por un lobo en los viejos dibujitos de Tex Avery?). Imponente, majestuoso, provocador. Súmele todos los adjetivos que quiera, pero lo cierto es que el Maybach 6 es una demostración de refinado diseño puesto al servicio de transmitir poder. No se podía esperar menos de la rival alemana de Rolls-Royce, ¿no?
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Para completar el podio de destacados, tenemos al Citroën CXperience Concept. Otro auto imponente, que dice que Citroën puede haber perdido su línea de productos premium DS, pero no renuncia a un glamour que considera como parte de su ADN. Lo logra a fuerza de mucho trabajo en los detalles y un interior espectacular.

Tendencias
Si los concept expresan el futuro rumbo que tomará la industria, lo visto en París consolida una dirección inexorable hacia las propulsiones alternativas y la conducción autónoma. Salvo el BMW X2 -prácticamente un prototipo de lo que será el modelo de serie del 2017-, todos los concept presentados proponen una propulsión eléctrica (la mayoría) o híbrida. ¿Qué quiere decir esto? Por un lado, que el futuro del automóvil es eléctrico. Por otro, que mostrar autos con 0 emisiones contaminantes es lo políticamente correcto.
Desde el punto de vista del diseño, esto plantea un desafío gigantesco, y recién estamos viendo los primeros esbozos de un dilema que está aún lejos de resolverse: ¿cómo debe ser la apariencia de los autos eléctricos? Lo que queda claro es que un funcionamiento distinto requiere la necesidad de una estética distinta que lo exprese, y todavía nadie tiene muy claro cómo debe ser. De hecho, los mencionados Trezor y Maybach 6, a pesar de ser 100% eléctricos, siguen recurriendo a unas proporciones propias de autos con grandes motores a explosión debajo de sus (falsos) capots, aunque no los tengan.

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Más terrenales, Volkswagen y Mercedes-Benz apelaron a una propuesta estilística similar en sus I.D. y Generation EQ, respectivamente. Se trata de dos concept cars con formas muy simples, generadas por superficies limpias y netas. Esto se traduce en pocas (o ninguna) línea que atraviesen las puertas y el capot, y luces delanteras sin relieve que están (literalmente) dibujadas en la trompa mediante líneas de luz que parecen brillar debajo de la carrocería. Se nota una intención de enfatizar la limpieza de la propulsión a través de formas muy puras. Más lograda en el caso de VW, algo pueril en el caso de Mercedes. Por el contrario, los japoneses insisten con las formas complejas, recargadas y llenas de líneas que van y vienen, como si la carrocería estuviese tajeada a machetazos. Así puede verse en los concept GT-PHEV de Mitsubishi y UX de Lexus, la subsidiaria premium de Toyota. Sin dudas el efecto visual es expresivo e impactante; en lo personal me suena como a que les quedaron bloqueadas las mayúsculas. En definitiva, es un juego en el que todos quieren expresar la idea de tecnología, y mientras algunos recurren a las formas naturales y orgánicas (más blandas), otros optan por las mecánicas y robóticas (más duras). Extremando el ejemplo, podría decirse que unos juegan al robot bueno (como Bymax, de la película Grandes Héroes) y otros al robot malo (como los Jaegers de Titanes del Pacífico).

Bajada a la realidad
Claro que el diseño en un Salón no se expresa solo a través de los concept cars, y de hecho entre los muchos productos presentados, hubo algunos realmente destacados: Citroën C3, Sköda Kodiak, Nissan Micra y Audi Q5 encabezan la lista, y siguen las firmas… Pero el que se llevó los mayores aplausos fue el tándem de Peugeot 3008 y 5008.
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Ambos expresan una tendencia irreversible por el formato de SUV y lo hacen con convicción. Con sus volúmenes bien definidos (gracias a un capot plano y a un parabrisas más vertical), el 3008 es un buen ejemplo de cómo se resuelve esta tensión entre lo orgánico y lo mecánico, con un conjunto trompa-faros bien tecnológico y una excelente ejecución de superficies muy netas intervenidas con pocas pero precisas líneas en su lateral. Pero lo más relevante es su interior: Peugeot dio un salto de estilo y calidad impresionante, que sin dudas lo deja un escalón por encima de la competencia. Por suerte, no hace falta abundar más en la descripción, porque la buena noticia es que pronto lo vamos a ver rodar por la Argentina.
LA NACION