Crespo Juniors, el club de barrio que le gana por goleada a la exclusión

Crespo Juniors, el club de barrio que le gana por goleada a la exclusión

Por Myriam Selhi
Que los clubes de barrio cumplen una importante función social queda graficado en las miles de historias que hay detrás de cada institución. Y fue el aumento en las tarifas de servicios lo que puso en evidencia las dificultades que la mayoría tienen para subsistir.
Un buen ejemplo es el club Crespo Juniors de Nueva Pompeya que con el objetivo de sacar los chicos de la calle, entrega becas a 60% de sus socios. El 10 de octubre, para recaudar fondos, armó un partido de estrellas con los futbolistas profesionales Fabricio Coloccini, Marcos Díaz, Jonás Gutiérrez, y Andrés Ríos y amigos para que disfruten los chicos del club y los del vecino club Samoré de Villa Lugano.
La apuesta debría ser alta para reunir a los jugadores de San Lorenzo, Huracán y Defensa y Justicia en la cancha de cemento que limita con Villa Charrúa de Nueva Pompeya. Y lo era porque lo que está en juego es la supervivencia de este tipo de clubes que tras el tarifazo en los servicios corrieron riesgo e hicieron reaccionar a las autoridades.
“Salí de Franja de Oro, otro club de Pompeya, pero también jugué acá un año y quería brindar mi apoyo tanto a los chicos como a los clubes y su gente, quienes al final dan el sustento de todo esto”, le cuenta a Clarín rodeado de chicos Andrés Ríos, actual delantero de Defensa y Justicia.
Marcos Díaz, arquero y emblema de Huracán, se anotó entusiasmado a la movida. “Espero poder ayudar a que los chicos sigan viniendo a los clubes de barrio. Acá juegan y sueñan y se alejan de la calle”, enfatiza. Y se suma Coloccini: “Hay que fomentar que los chicos se interesen por el deporte y que salgan de la calle”.
El Crespo Juniors resume un poco el sentir de los futbolistas. Para la mayoría de los chicos, el club de la calle Tabaré no es sólo un lugar donde vienen a practicar taekwondo o jugar a la pelota, también muchas veces es la comida asegurada del día. “El barrio está en una situación delicada y la calle acá es un lugar complicado. Los chicos están expuestos a la inseguridad, las drogas, el delito… Preferimos que estén acá adentro”, resume Javier Akgulian, vecino y miembro del grupo de dirigentes que hace un año dieron vuelta al club.
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En diciembre, unos 20 amigos treintañeros, socios de Crespo desde más de la mitad de sus vidas, formaron una nueva comisión y renovaron el club. “En un momento, cuando éramos pibes, nos tocó jugar acá juntos. Ahora nos toca tratar de dirigir esto juntos”, explicó Diego Del Corno, otro directivo del club, participe del radical cambio del club. En un año, el número de socios pasó de 10 a 120, se sumó una cancha, un salón multiusos, nuevos baños y vestuarios. Todo con esfuerzo, donaciones y voluntarios.
El objetivo es compartido porque se suman padres y vecinos, que se arremangan para pintar el vestuario o sembrar las canchas. “Yo preparo bizcochuelos para que todos puedan comer algo antes de jugar”, aporta Mariana Pardos, integrante de la subcomisión de padres. “A veces, ves que no tienen energía, es que no comieron y no te lo quieren decir”, agrega.
Betina Montenegro maneja el buffet con su marido Beto. Los dos viven en Soldati y trajeron a varios chicos que veían solos en la plaza. “La semana pasada un chico no vino a entrenar, lo buscamos por el barrio y resulta que no tenía plata para la SUBE, tiene 7 años, vive a 20 cuadras, tiene 10 hermanos, su mamá no puede sola. Así que con los otros padres nos ayudamos, los llevamos, los traemos, le buscamos la vuelta”.
“Para nosotros es fundamental este espacio: la actividad física levanta el ánimo antes y después de una intervención quirúrgica y hace que la recuperación sea mucho más rápida”, precisa Adrian Jaichenco, coordinador de la Fundación Pediátrica Argentina (FUPEA). Porque el compromiso social de Crespo no se limita a sus socios. También usan gratis el predio los niños trasplantados y en espera de trasplante del hospital Garrahan que realizan allí su recuperación.
Hay muchos proyectos en el aire, pero el sueño es techar la cancha donde anoche se jugó el partido de estrellas. “Con una cancha techada, estarían protegidos del frío y del calor los chicos y sus padres. Pero sobre todo, nos permitiría agregar más actividades como básquet y patín, para llegar a más chicos y particularmente a más chicas, que es algo que tenemos pendiente.”
CLARIN