Bruce Springsteen y sus crónicas de una vida en el rock

Bruce Springsteen y sus crónicas de una vida en el rock

Por Fernando Navarro
Bruce Springsteen por partida doble… y en formato doble. En libro y en disco. El sueño de muchos, tal vez la pesadilla de otros ante la omnipresencia de uno de los músicos más mediáticos del planeta. De cualquiera manera, ambos permiten llegar a Bruce Springsteen en un ángulo nunca visto.
Por primera vez el músico cuenta su vida en primera persona con una autobiografía, escrita de su puño y letra, llamada, como no podía ser de otra forma, Born to run (igual que el título de su disco más emblemático). Todos sus seguidores están ahora listos para descubrir si el libro que acaba de editarse aporta claves no conocidas sobre su infancia y adolescencia, la complicada relación con su padre, su obsesión por llegar a lo más alto del mundo del rock o sus períodos depresivos durante su vida, el último de ellos, según contó a la revista Vanity Fair, hace apenas siete años, al cumplir los 60. “Uno de los puntos que abordo en el libro es que donde quiera que estés o con quien quiera que estés, la depresión nunca te deja. Nunca conoces sus parámetros. ¿Puedo enfermarme lo suficiente al punto de parecerme más a mi padre de lo que podría?”, planteaba en la entrevista el músico, que recordaba que su progenitor, fallecido en 1998 y al que describe como “un poco como un personaje de Bukowski”, ya padecía este tipo de problemas.
El músico y su compañía discográfica, Sony, han decidido acompañar este acontecimiento editorial con un álbum. Se trata de Chapter and Verse, un disco recopilatorio que tiene la misma portada que el libro (una fotografía de Bruce Springsteen apoyado en el capot de un coche perteneciente a la época de la publicación de The River). Chapter and Verse repasa sus más de 40 años de carrera, con canciones editadas entre sus obras Greetings from Asbury Park, N.J. (1972) y Wrecking Ball (2012), pero cuenta con el atractivo de incluir cinco composiciones que corresponden a la prehistoria del cantante y compositor.
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Las cinco canciones desconocidas se grabaron entre 1966 y 1972. “Baby I” pertenece a The Castiles, la primera banda profesional de Springsteen, que se formó en Freehold, localidad natal del músico de Nueva Jersey, y que estuvo activa entre 1965 y 1968. La canción fue escrita en 1966 por Bruce Springsteen y George Theiss, guitarrista y cantante principal del grupo. Theiss era un compañero de la escuela, que se enamoró de la hermana de Springsteen, Virginia, y dejó entrar a la banda a Springsteen cuando éste tenía 14 años. El grupo, que tomó su nombre de una conocida marca de champú, contaba con un habilidoso guitarrista, Fran Marziotti, que acabaría por convertirse en el primer mentor en las cuerdas de aquel jovencísimo Springsteen, que pronto destacó por su apasionada entrega sobre el escenario y su facilidad para aprender los rudimentos de la guitarra. “Baby I” es un rhythm and blues pesado y machacón, en la línea de todos los grupos de la Invasión Británica de aquellos años. De hecho, se acerca mucho al estilo de los Animals.
La otra canción de The Castiles que recoge el disco es original de Willie Dixon, uno de los principales exponentes del blues eléctrico de Chicago a través del sello Chess, y se llama “You Can’t Judge a Book by the Cover”. Fue grabada en septiembre de 1967 y recuerda por su aceleración a The Yardbirds. La banda no tuvo casi repercusión más allá de la escena local, aunque llegaron a tocar en el Café Wha?, uno de los clubs más simbólicos del Greenwich Village de Nueva York, donde unos años antes se dio a conocer Bob Dylan. Springsteen abandonó The Castiles cuando decidió dejar su pueblo natal e irse a vivir a Asbury Park, donde había una incipiente escena de rock. Quería triunfar.
“He’s Guilty (The Judge Song)” pertenece a ese período en Asbury Park. Grabada en 1970, la canción forma parte de la época de Springsteen al frente de Steel Mill, la formación que contó con unos jovencísimos Danny Federici, Vini López y Steve van Zandt, futuros miembros de la E Street Band. Fue un grupo de rock duro, que bebía de los riffs abrasivos de Led Zeppelin, Jimi Hendrix o Allman Brothers. Se comprueba en “He’s Guilty (The Judge Song)”, con las guitarras desmelenadas y esos coros primitivos, todo bien acolchado por el órgano de Federici, más psicodélico que en su futura labor con la E Street Band, y el toque contundente y fiero de Vini López, al que apodaban “Perro Loco” por su temperamento, trasladado a las baquetas. La banda se hizo un buen nombre en Asbury Park, amplió su público a más radio de la costa este y llegó a tocar en San Francisco. Incluso Springsteen se planteó instalarse una temporada en California para buscar fortuna con Steel Mill, pero lo desechó por buscar otros caminos artísticos, que lo llevaron a formar la Bruce Springsteen Band (aunque apenas duró un par de años) y hallar un sonido de rock más clásico.
“Ballad of Jesse James” es un buen ejemplo de ese cambio estilístico. Grabada en 1972 en Challenger Eastern Surfboards, en Nueva Jersey, tiene una cadencia más suave que Steel Mill y alumbra el futuro sonido de regusto jam del primer Springsteen antes del éxito, ejemplificado sobre todo en su segundo disco, The Wild, the Innocent and the E Street Shuffle, un sobresaliente álbum nunca lo suficientemente bien valorado en la amplia obra del músico de Nueva Jersey. Pese a la brevedad de su existencia, la Bruce Springsteen Band puso las bases de lo que vendría después en su triunfal carrera: la formación contó con Danny Federici, David Sancious, Vini López, Gary Tallent y Stevie van Zandt (todos ellos miembros de la E Street Band) y llegó a incluir sobre el escenario una sección de vientos, arrimándose en sus interpretaciones en directo a un cálido soul, la gran pasión musical del joven Springsteen.
La otra cara de la moneda, de ese Springsteen entregado en cuerpo y alma “a la cruzada” del rock, es la del trovador, el cantautor al que el productor y cazatalentos John Hammond le hizo su primera audición en Nueva York al ver en él a un tipo con el talento y el carisma de Bob Dylan, al que Hammond había descubierto una década antes. “Henry Boy”, grabada 1972 en los Mediasound Studios de Nueva York, muestra el perfil dylaniano de Springsteen. Un songwriter con verborrea y fuerza interpretativa que a veces peca de excesivo y al que le falta ser pulido en su diatriba compositora, repleta de estampas urbanas y personajes novelescos. De hecho, Henry Boy forma parte de los descartes de su álbum debut, Greetings from Asbury Park, N.J.
Estas cinco canciones inéditas, preámbulo existencial de su autobiografía, constatan que Springsteen iba en busca del éxito musical por encima de cualquier cosa en su vida. Un camino con pruebas de ensayo y error. Porque, antes de ser Bruce Springsteen, la gran voz del rock’n’roll norteamericano, su prehistoria musical ilustra la de tantos jóvenes dedicados al rock durante décadas, peleando por alcanzar un sonido y un sitio en el mundo del rock. Y él los alcanzó.
LA NACION