27 Sep Procesos que mejoran el aprendizaje
Por Augusto Barcaglioni
Aunque pareciera una innovación seductora y de alto vuelo, la didáctica propuesta por la cátedra de Dermatología del Hospital de Clínicas, al utilizar el diseño y la simulación de un avión a modo de aula, en realidad no pasa de una burda caricatura del cambio educativo. Pues no pasa de ser una ficción pedagógica que pretende educar por reflejos condicionados y soslayar o distraer la dinámica de la inteligencia en situación de aprendizaje.
En primer lugar, porque la lógica del “más de lo mismo” se mantiene intacta, ya que ese cambio no logra superar el enfoque cosmético, y hasta ingenuo, de una didáctica elemental. En segundo lugar, porque se parte del supuesto anacrónico de que el alumno retendrá en su memoria la información que el docente le brinda si los estímulos ambientales son atractivos.
La ingenuidad pedagógica se manifiesta en este caso por dos prejuicios antipedagógicos: primero, suponer que el aprendizaje se logra por vía de retención memorística de la información, y segundo, adscribir el acceso al conocimiento a la transmisión sin sentido aplicativo de datos y de contenidos temáticos por parte del docente. El intento de cambiar la educación y de promover una mayor calidad debe empezar por revertir ambos supuestos. Cuando ello no se hace, cualquier cambio cosmético que se realice en la periferia del proceso se postulará como una innovación aparente y con un ocultamiento de los verdaderos procesos de mejora de la calidad.
Un entorno hostil e incómodo de aprendizaje conspira contra los resultados si el proceso constructivo de la mente es débil o nulo. A la inversa, si la capacidad constructiva de la inteligencia de quien aprende es fecunda y está regida por la disciplina, tal proceso no se verá debilitado ante entornos hostiles, pero tampoco favorecido significativamente ante entornos cómodos o placenteros.
Ello no significa proclamar la independencia del proceso constructivo de la inteligencia respecto del entorno o ambiente físico en que se encuentra quien aprende. Si bien el ambiente de estudio incide, las incidencias no son absolutas ni guardan una relación causal, sino de mero condicionamiento. Esto explica por qué un gran maestro y un sabio comprometido son capaces de generar un clima de aprendizaje creativo en medio de dificultades y carencias. Porque la fuerza del talento y el despliegue aplicativo de las hipótesis se comportan como el germen que permite a la inteligencia profundizar cada vez más los conocimientos. Y también explica el fracaso en los aprendizajes cuando el docente se aferra a rutinas y maneja un criterio centrado en contenidos fijos y estáticos en medio de un plácido confort ambiental.
El fundamento cognitivo-pedagógico de tales situaciones obedece al hecho de que la inteligencia se comporta como un sistema integrado por funciones y procesos sistémicamente regulados por el sujeto. Y es éste quien decide la intensidad y hondura de su aprendizaje a través de una motivación intrínseca que si bien puede ser incentivada y apoyada por la provisión de los recursos necesarios y ad hoc no se correlaciona causalmente con los factores extrínsecos del ambiente físico.
El talento del cirujano se apoya en el instrumental quirúrgico adecuado para asegurar su objetivo. Y cuando la fuerza de su creatividad se despliega en su máxima intensidad, seguramente podrá revertir las hostilidades de las condiciones ambientales. Esta capacidad constructiva de la inteligencia marca la diferencia esencial con el paradigma de aprendizaje conductista, basado en la creencia de que el acceso a los conocimientos se logra por reflejos automatizados centrados en la memorización mecánica de contenidos.
Podríamos afirmar que cuando se pretende educar mediante reflejos motivacionales extrínsecos se produce un desplazamiento del potencial intelectivo del sujeto hacia un ritual muy frecuente, y mal aprovechado, que consiste en el mito del nuevo orden informático, que confunde la fuerza creativa del talento por estándares sometidos, en ausencia de hipótesis y sentido aplicativo, a la velocidad de acceso a las informaciones instrumentales y provisorias.
LA NACION