Josep Bosch, detrás de las noticias: el arqueólogo de la tinta y el papel

Josep Bosch, detrás de las noticias: el arqueólogo de la tinta y el papel

Por Juan Ignacio Orué
¡Ni cadenas en las manos ni grillos en los pies! ¡No pasarán!”, tituló en tapa El Diluvio, en el inicio de la Guerra Civil Española, el 25 de julio de 1936; “¡Dolorosamente cierta la muerte del comandante Ernesto Guevara!”, publicó el diario cubano Granma el 17 de octubre de 1967; con el título “De Gaulle est mort”, France-Soir anunció el 11 de noviembre de 1970 la muerte del líder galo, que había sido presidente hasta el año anterior. Entusiasmado como un niño, página tras página, el periodista catalán Josep Bosch enseña, contextualiza y señala algunos de los acontecimientos más significativos de la historia mundial del siglo XX, que atesora en su colección de más de 12.000 diarios gracias a su curiosidad infinita y vida viajera, que lo llevó a residir en Inglaterra, Francia, China, Japón y Suiza, además de España.
Nacido en Girona en 1951, su carrera la realizó como corresponsal de la agencia EFE hasta que ingresó como vocero en la División de Información y Relaciones Exteriores de la Organización Mundial de Comercio. “Mirá esto”, “fijate aquí”, “éste es un gran titular”, “aquí tenemos una bonita foto”, “este párrafo parece un tuit”, dice en su oficina amplia, blanca y luminosa de la OMC, sobre la Rue de Lausanne, mientras detalla el origen de su pasión vinculada a la prensa gráfica mundial y muestra copias de “periódicos” de la revolución cultural china, la muerte de Eva Perón y sucesos de la vida de Nelson Mandela, entre otros episodios que marcaron el pulso del último siglo.
En 1968, Bosch era estudiante y lector atento. Un día de mayo se detuvo frente a un quiosco de diarios en Barcelona cuando vio un titular en francés que lo impactó, desató su búsqueda sin freno y despertó su apetito voraz hasta hoy. “Era sobre la revolución estudiantil en París. Un ejemplar de France-Soir. El titular decía: «Han acabado los combates al alba en el campo atrincherado del barrio latino»”, repite de memoria, mientras busca otra carpeta enorme de los estantes. “Acá está, mirá- exhibe con satisfacción-. Es el primero que compré y guardé. A partir de entonces decidí que cada vez que hubiera un acontecimiento importante iba a comprar el periódico.”
bosch
Especialistas han catalogado la colección como única en el mundo. “Son hechos con impacto histórico, me interesa tener el periódico del sitio donde se realizó el hecho, me interesa el aspecto visual, reflejar las pasiones humanas.”
El hobbie de Bosch requiere una red importante de amigos, coleccionistas, sitios online de compra y venta de diarios antiguos y un lugar apto para conservar la colección, que solamente de la Guerra Civil que asoló a España tiene 4000 diarios; también precisa algo de cordura, límites y parámetros. “Uno no puede vender la casa por comprar un periódico antiguo”, señala, reacio a compartir las cifras que llegó a pagar por esta pasión.
Como su colección es global y apunta a diferentes idiomas, asegura que no tiene competidores, pero sí colegas con los que cambia ejemplares. “Busco mucho el último periódico que editó la Alemania nazi, el 29 de abril de 1945. Aposté dinero en una subasta por Internet hasta un límite. Era mucho, pero no lo gané. Y es muy difícil de encontrar. Con la experiencia de haberlo perdido, ahora ofrecería más.”
Su método de búsqueda es sencillo. Antes de viajar a un país trata de contactarse con gente vinculada al comercio de diarios. Piensa qué le interesa del lugar que va a visitar y se dedica uno o dos días a rastrear sus presas. “Estaba obsesionado con un periódico sobre la muerte de Evita. En un viaje a Buenos Aires con la OMC me quedé unos días más porque vi que había un mercado en la calle Florida: los periódicos de cumpleaños -señala-. Ninguno de los quiosqueros quería decirme cómo podía contactar a la persona que conseguía esos periódicos. Claro, tal vez pensaban que yo quería montar un negocio paralelo. Hasta que conseguí un teléfono, llamé, dije que era coleccionista y fui a ver a una persona que tenía una mina de periódicos. Compré muchos: varios sobre la muerte de Evita, Malvinas y los golpes de Estado. El mejor de Evita es la portada del diario Democracia”, resume, y muestra que tiene varios ejemplares de la nacion.
A pesar de que cuenta con ejemplares del siglo XVII, su colección comienza en 1898, durante los acontecimientos de la guerra hispanoamericana en Cuba y llega hasta el atentado en Niza y el Brexit, según se puede ver en la pila de diarios sin catalogar que tiene sobre una silla de la oficina.
Guarda los originales en una habitación sobre las estanterías de unos armarios. Los separa por mes y año dentro de cartones neutros, en un ambiente que no es ni seco ni húmedo. Dos especialistas restauran los más deteriorados mediante un proceso complejo, delicado y artesanal: sumergen cada página en un baño alcalino para neutralizar los ácidos del papel, luego lo secan a distancia con un secador de pelo. Por detrás, para que el título del texto no pierda impacto, le colocan papel de arroz japonés con un pegamento natural que vuelve el diario más flexible. Así, la noticia resucitada queda sobre un plastificado más grueso y manejable.
Como un álbum de figuritas difícil de llenar, su pasión tiene algunos baches, pequeños dolores que impiden la felicidad absoluta: son los ejemplares inaccesibles, que no lo dejan dormir. Lo explica así: “Tengo una lista de deseos. Me faltan el anuncio de la muerte del Che en un periódico boliviano, la declaración del emperador de Japón cuando termina la Segunda Guerra Mundial y sigo buscando con gran interés el periódico bolchevique de San Petersburgo que anunciaba el éxito de la revolución de 1917.
-Me imagino cómo se debe transformar su cara cuando consigue un diario que buscaba hacía tiempo.
-Me pongo feliz como los niños. Da mucho placer encontrar algo después de una búsqueda intensa. Lo de Evita, por ejemplo. Tengo uno muy importante sobre la coronación de la reina de Inglaterra que rescaté de una papelera. Lo que hago es eso: resucito periódicos que los lectores desechan.
-¿Compró algún diario que luego perdió?
-No, no. Eso no pasa.
LA NACION