05 Sep Francisco proclamó santa a la Madre Teresa y llamó a seguir su ejemplo
Por Elizabetta Piqué
En lo que representó un momento culminante del Jubileo de la Misericordia, Francisco proclamó ayer santa a la Madre Teresa de Calcuta(1910-1997), una de las figuras cristianas más reconocidas del siglo pasado, auténtico ícono de la caridad y ejemplo de la Iglesia que pretende el Papa .
“Su misión en las periferias de las ciudades y en las periferias existenciales permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la cercanía de Dios hacia los más pobres entre los pobres”, dijo el Papa, que ante más de 100.000 personas recordó que la Madre Teresa de Calcuta, fundadora de la Congregación de las Misioneras de la Caridad, “hizo sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos”.
“La misericordia ha sido para ella la «sal» que daba sabor a cada obra suya, y la «luz» que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y sufrimiento”, subrayó.
Francisco, que siempre admiró a la diminuta y fuerte Madre Teresa, que en 1979 recibió el Premio Nobel de la Paz, evocó, además, su cruzada en contra del aborto: “Se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que «el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre»”.
En una misa solemne concelebrada por 2000 sacerdotes, 70 cardenales y 400 obispos y arzobispos de todo el mundo, el ex arzobispo de Buenos Aires también llamó a las más de 100.000 personas presentes en la Plaza de San Pedro a seguir su ejemplo. “Hoy entrego esta emblemática figura de mujer y de consagrada a todo el mundo del voluntariado: que ella sea vuestro modelo de santidad”, dijo. “Que esta incansable trabajadora de la misericordia nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión”, exhortó.
Mientras que la imagen de la Madre Teresa, vestida con su tradicional sari blanco con borde celeste (los colores de la Virgen María), dominaba el ambiente desde un tapiz colocado en el frente de la Basílica de San Pedro, entre la multitud congregada en la plaza llamaban la atención las banderas de la India -donde Gonxha Agnes Bojaxhiu vivió y murió para curar a los más pobres entre los pobres-, y de Albania, su patria. Se destacaba, además, la presencia en primera fila de un grupo de 1500 pobres que viven en casas que las Misioneras de la Caridad tienen en Italia. Todos ellos disfrutaron, después de la misa, de un almuerzo basado en pizza napolitana que les ofreció el Papa en el atrio del aula Pablo VI, a través de su limosnero, el monseñor polaco Konrad Krajewski.
En una ceremonia marcada por ingentes medidas de seguridad, también asistieron a la ceremonia solemne por lo menos 15 jefes de Estado y de gobierno, entre ellos el primer ministro de la India y la reina Sofía de España.
La multitud estalló en un aplauso a las 10.41, cuando el Papa leyó, en latín, la fórmula de canonización de la nueva santa. Lo hizo después de que el coro de la Capilla Sixtina entonara letanías de los santos, luego de que el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, leyera una breve biografía de la santa de los últimos.
En su sermón, el Papa reiteró que “no hay alternativa a la caridad”
“Quienes se ponen al servicio de los hermanos, aunque no lo sepan, son quienes aman a Dios -sentenció-. Dondequiera que haya una mano extendida que pide ayuda para ponerse en pie, allí debe estar nuestra presencia y la presencia de la Iglesia que sostiene y da esperanza.”
Al exaltar la figura de la Madre Teresa, el Papa evocó que la religiosa amaba decir: «Tal vez no hablo su idioma, pero puedo sonreír».
“Llevemos en el corazón su sonrisa y entreguémosla a todos los que encontremos en nuestro camino, especialmente a los que sufren. Abriremos así horizontes de alegría y esperanza a toda esa humanidad desanimada y necesitada de comprensión y ternura”, exhortó.
“Tendremos dificultad en llamar santa y seguiremos llamando Madre Teresa”, admitió también Francisco.
Entre la multitud, también había grupos de jóvenes que fueron adoptados por la congregación de la Madre Teresa, que hoy cuenta con 6000 miembros y está presente en 139 países, incluida la Argentina. “La Madre Teresa es nuestro ángel de la guarda, es mi ángel de la guarda, es una presencia constante en nuestros corazones y para mí estar en esta ceremonia es una de las cosas más lindas de mi vida”, dijo a LA NACION Rajid, joven oriundo de la India, de 26 años.
LA NACION