Totti se hizo tan eterno como Roma

Totti se hizo tan eterno como Roma

Por Claudio Mauri
Francesco Totti debutó a los 16 años, en marzo de 1993. Ingresó en los últimos tres minutos de un partido que Roma le ganó 2-0 a Brescia, con un gol de Claudio Caniggia, que por esa época sacaba de las casillas al director técnico yugoslavo Bujadin Boskov por el uso de unas botas tipo texanas. “Te oprimen el pie y te van a lastimar”, lo rezongaba al delantero argentino, siempre con una estética muy cercana al rock and roll.
Casi veinticuatro años después, Totti empezará a desandar este fin de semana,con el comienzo de la Liga de Italia, la que seguramente será su última temporada en Roma, el club de toda su vida, la camiseta que lleva en el corazón, junto con la hinchada que lo elevó al altar de máximo ídolo de la historia.
El 27 de septiembre cumplirá 40 años, convertido en un símbolo que bien podría integrarse en el escudo del club que tiene a Luperca, la loba romana que alimentó a Rómulo y Remo. Es miembro honorífico del One Man Club (futbolistas que vistieron una sola camiseta en su carrera) junto con otros ilustres colegas: Maldini (Milan), Giggs (Manchester United), Puyol (Barcelona). En esa condición, en la Argentina tenemos a Bochini (Independiente), Rattín (Boca) y Merlo (River).
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Afirmado en esa incondicionalidad a un sentimiento, Totti, con motivo de la transferencia de Higuaín a Napoli, hace poco opinó sin eufemismos en una entrevista con La Gazzetta dello Sport: “Los jugadores de hoy son un poco nómades, van detrás del dinero y no del corazón. Si yo hubiera pensado en el dinero, habría dejado a la Roma hace 10 años”. Y completó con una mirada antiglobalización, de fronteras casi cerradas: “Sueño con un campeonato con dos extranjeros por equipo. En mi equipo ya no se habla italiano, hasta el masajista habla en inglés”.
Este fútbol, que quizá no le reserve muchos minutos en el campo (en el curso anterior fue titular en sólo dos de los 15 partidos que disputó), es muy diferente del que imaginaba en su adolescencia, cuando en su habitación tenía pegada una doble página de un periódico en el que Giuseppe Giannini, un creativo antecesor en el puesto de volante ofensivo, auguraba que el “Bambino” Totti heredaría la 10 de Roma. “Cuando me levanto todas las mañanas miro ese recorte para darme cuenta de que no es un sueño”, le decía a su madre, Fiorella.
El vaticinio de Giannini se hizo largamente realidad. Incluso trascendió las fronteras del estadio olímpico. Rudi García, uno de sus últimos técnicos, hizo esta comparación: “En la ciudad es más popular que el Papa Francisco”. Al respecto, el zaguero argentino Nicolás Burdisso, compañero de Totti durante cinco años, recordó en diálogo con LA NACION la siguiente anécdota: “Con Francesco discutimos durante un partido por la Liga de Campeones. Somos dos personas sanguíneas. Terminó en el vestuario, no pasó a mayores. Me pasó de discutir con Messi, con Ibrahimovic, con Román (Riquelme). Tuve una excelente relación con Totti, pero cuando me pasó ese altercado no podía salir de mi casa. Y eso que a mí en Roma me querían mucho, pero meterse con Totti era como meterse con el Papa”.
El técnico Carlo Mazzone le corrigió durante tres años el exceso de individualismo, hasta que en 1996 llegó Carlos Bianchi. En lo poco que duró el Virrey (24 fechas), no sintonizó del todo bien con Totti. Las crónicas indican que Bianchi quiso cederlo a préstamo a Sampdoria. Y rescatan una frase de entonces del entrenador argentino: “Totti tenía 19 años y yo contaba con jugadores más experimentados, como Balbo y Fonseca”. A Totti le quedó entre ceja y ceja aquella experiencia: “De cuando en cuando pienso en Bianchi, él me quería ceder. Si me hubiera ido no habría vuelto a este club que es mi casa y mi vida. Estoy orgulloso de haberme quedado. Ese señor (por Bianchi) no me permitía vivir el sueño que quería. Quizá lo traicionó tanta victoria en la Argentina. Creía que alcanzaban sus títulos para que le fuera bien en Italia”.
Burdisso cuenta una versión más suavizada “Lo hablé con Francesco y con Carlos. La realidad indica que jugó casi todos los partidos, lo demás son rumores. Francesco habrá pensado que no lo quería, pero Bianchi lo hizo jugar siempre”.
Abel Balbo, que tras dirigir en el ascenso de Italia evalúa una propuesta del fútbol ruso, le comentó a LA NACION: “Francesco creció a mi lado, cuando lo subieron de la Primavera, que es como la tercera en la Argentina; jugué siete años con él. Al principio se lesionó Fonseca y tuvo que jugar casi todo el campeonato. De chico se veía que tenía muchísimo talento, que iba a triunfar”.
Con el tiempo, Balbo sería uno de los beneficiarios de las asistencias de Totti. Como lo fueron Antonio Cassano, Marco Delvecchio, Gabriel Batistuta, Vincenzo Montella. Con estos dos últimos compuso el “Trío maravilla” en la obtención del scudetto en 2001, con la dirección técnica de Capello, el que más supo aprovecharlo. Sonó para el Balón de Oro, pero no pudo ser. Sí conquistó el Botín de Oro, con 26 goles en 2007. Un año antes había sido campeón mundial con Italia en Alemania, con el N° 10 en la espalda.
Un título de Liga y dos copas Italia parecen poco para una trayectoria tan extensa, pero Roma no tiene un palmarés tan abultado (tres scudettos en más de 100 años). Burdisso dice que eso no lo desvelaba: “A él le interesaba la pelota, el domingo. No se metía en otros tipos de lucha”.
Burdisso y Balbo coinciden en el tipo de liderazgo que ejerce Totti. Lo explica el ex defensor de Boca: “Es un líder futbolístico, no de vestuario. Dentro de la cancha te transmite seguridad. Siempre lo comparé con la inteligencia de Román, si bien Totti es más delantero. Por lo que pude vivir con tantos compañeros, para mí fue el jugador más inteligente con que jugué, por lejos”.
Balbo agrega: “Hay varias clases de líder. Totti lo es más por técnica que por carácter. No es un Passarella o un Ruggeri. Llevó adelante al equipo a través de su calidad técnica”.
Será casi una temporada de despedida para Il Capitano, Il Gladiatore o Il Bimbo de Oro, diferentes maneras de admirar a un veterano. Balbo tiene una teoría sobre su vigencia: “A Francesco, como a otros jugadores grandes, lo favoreció el gran bajón técnico que tuvo el fútbol italiano en los últimos seis, siete años. La crisis económica hizo que que los mejores se fueran a Inglaterra, España o Alemania. Si te fijás, entre los mejores jugadores italianos aparecen Totti, Pirlo, Di Natale, Buffon, Toni. Son todos de casi 40 años. En este fútbol, Totti sigue haciendo la diferencia por más que físicamente no sea un chico. Lo demostró en la parte final del último campeonato; si no fuera por él, Roma no se clasificaba a la pre-Champions League”.
A la obra de Totti le queda poco, pero como dijo una vez el entrenador interino Aurelio Andreazzioli, será indestructible:”Es como el Coliseo. No se puede derrumbarlo para construir un supermercado”.
LA NACION