14 Aug Río 2016: Carlos Delfino está de vuelta en el universo olímpico
Comparto este artículo, publicado por el diario La Nación el lunes 8 de agosto de 2016.
Por Germán Leza
Si un jugador se mantiene ausente durante 1171 días. Si padece siete operaciones en su pie. Si no tiene la posibilidad si quiera de pisar el parquet de una cancha de básquetbol, ¿cómo mantiene su ilusión? No es fácil ofrecer algunas respuestas; sin embargo, Carlos Delfino parece tener la fórmula. Seguramente, habrá ayudado su buen humor. Y su talento. Con sólo verlo moverse en la cancha, el Cabezón, como se lo conoce, destila destreza y elegancia. Su regreso había sido contra los Estados Unidos, el 22 de julio pasado. Casi como un guiño del destino que sea allí, porque en esas tierras es donde jugó los últimos años. En su retorno actuó 17 minutos y 16 segundos, e hizo un triple, en lo que fue uno de los puntos más festejados del partido. Delfino estaba de regreso.
Algunos de los jugadores de la NBA a los que enfrentó lo felicitaron por esa vuelta. Y sus compañeros también tuvieron palabras del mismo tenor: “Parece que nunca dejó de jugar”, fue la reflexión de Facundo Campazzo. Así vivió el Cabezón aquel encuentro ante el Dream Team: “Estaba mi familia en la tribuna y no sabía dónde se habían ubicado, mandé a preguntar dónde se habían sentado y si estaban bien. No me animaba a mirar. Te pasan tantas cosas por la cabeza…”, expresó Delfino, en un reciente documental de la CABB (Confederación Argentina de Básquetbol). Y añadió: “Te pasan muchas cosas por la cabeza, me pongo emotivo y la gente te grita cosas… Uno no quiere perder la concentración, porque lo que busca es no trabarse mentalmente. Es muy lindo lo que va pasando, pero son tantas las emociones que trato de tomar lo que me sirve y de esquivar algo que me puede desenfocar”.
Lo cierto es que Delfino se sorprendió cuando el entrenador de la selección, Sergio Hernández, le propuso que formara parte de la preselección de los Juegos Olímpicos en lugar de viajar a los Estados Unidos para hacer pruebas individuales con franquicias de la NBA. Y la apuesta tuvo su premio. Su padre y homónimo, ex basquetbolista y técnico, fue quien lo entrenaba: “Hay algo que Carlos nunca perdió durante esta inactividad: la efectividad en sus lanzamientos. Ahora vienen los amigos y me dicen que no les mentía cuando les decía que el tiro estaba intacto. Antes de lesionarse tiraba para un 40 por ciento y ahora está por encima del 60”, contó a Súper Deportivo Radio.
Todo eso, a esta altura parece ya un detalle, porque anoche Delfino concretó el sueño de estar disputando su cuarto Juego Olímpico. El escolta santafecino, uno de los sobrevivientes de los medallistas dorados de Atenas 2004, a los 33 años, volvió a sentir la altísima competencia. Anoche fue un partido en el que su mano para los tres puntos no estuvo tan fina, ya que apenas marcó 3 puntos, con 1 de 5 desde esa zona. Pero esas cuestiones quedaron apenas como un detalle porque después de tanta batalla por volver…
En una entrevista con Basquet Plus, Delfino admitió que probó de todo para poder jugar: brujas, médicos, reiki, “todas las máquinas que existen” y hasta una estampita de San Expedito que tiene en su celular. Y relató cómo fue la manera en la que dio con el médico que le cambió su vida. En Bologna, Italia, en septiembre del año pasado, y tras su sexta operación, el podólogo que lo atendió para cortarse las uñas de los pies le recomendó ver un médico: un tal Sandro Giannini. Algunos le habían comentado que estaba retirado. Giannini, de 78 años, lo operó en noviembre pasado y le dijo que había que quitar huesos. Después de tres semanas de yeso, se lo removió y le indicó que ya debía caminar. El Cabezón no lo podía creer: ni siquiera había llevado su zapatilla derecha. Desde ese día, su recuperación fue cada vez mejor. “Ví huesos que eran como ceniza, estaban muertos. El tipo sacó todo, rellenó con otras cosas, hicimos células madre también. Y así fui empezando”, relató Delfino.
Por su condición de agente libre, ahora el santafecino tiene una oportunidad única. En los Juegos Olímpicos, la cita más importante del básquetbol mundial, le dijo al planeta naranja que está de vuelta.
LA NACION