Phelps, más que el fuego sagrado es un volcán

Phelps, más que el fuego sagrado es un volcán

Por Claudio Cerviño
La vida color Phelps, de día y de noche en Río 2016. Duerme poco el Tiburón, pero sabe que son sus últimos ataques furibundos y a pesar de los 31 años, no ha perdido dientes en el camino. Hieren siempre. Los anillos olímpicos son para él como las vibraciones en el océano para los verdaderos escualos. Y sale disparado hacia nuevas presas. Preseas que le dicen a la hora de buscarle sinónimos a las medallas. Y son invariablemente doradas. Dando espectáculo y conmoviendo, como anoche, sin importarle el estruendo de los brasileños, que deliraron por Thiago Pereira y transformaron el Estadio Acuático de Barra de Tijuca en un Maracanazinho. Lo hizo una vez más. Demoledor. Crack por siempre. Ganó los 200m combinados por escándalo. Estaba 3° al pasar los 100 metros, y en los primeros 25m del estilo pecho los pasó como parados a Pereira y a Lochte, para rematar en los 50m libres con 1s35/100 de ventaja sobre el japonés Kosuke Hagino. Sumó su 22° oro. ¡Qué disparate de deportista!
En plena cuenta regresiva para su adiós, cada cosa que sucede lleva su impronta. Aparece el refugiado sirio Ramis Anis, que también compitió en las eliminatorias de los 100m mariposa, y no le preocupa haber quedado casi último entre 43 participantes de la especialidad. “No voy a parar hasta sacarme una foto con Phelps. Es mi gran objetivo: la selfie con el más grande”. Desde China llegan noticias del boom del cupping, la técnica milenaria que explotó mediáticamente. a partir de Phelps. “Aquí se lo llama ba guan. Es tremendo el impacto: desde que empezaron los Juegos Olímpicos, creció en un 30% el interés de la gente por el tratamiento. Su práctica no era desconocida, y sus buenos resultados tampoco. Pero desde que se supo que le hace bien a Phelps, crecieron las consultas”, explicó Din Huin, propietario del Lily Spring Health & Spa de Pekín. Y como detalle de lo que significa a nivel mundial, su hijo Boomer ya es una celebridad: con sólo 3 meses de vida, tiene más de 280.000 seguidores en Instagram. Su foto, bien cachetón, con los auriculares puestos al estilo del padre despierta ternura masiva. Eso, de la piscina del Acuático de Barra hacia fuera. Adentro, el máximo ganador de medallas olímpicas de la historia, a sala llena en cada presentación y de ovación en ovación, sigue siendo implacable.
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Descansa como puede, llega al mediodía, corre -regulando un poco- las eliminatorias de los 100m mariposa, avanza a las semifinales que disputará cerca de la medianoche misma, pero en el medio, minutos antes, tiene una cita especial: la final de los 200m combinados. No es una más: se trata de la última que sostendrá ante su enemigo íntimo, el platinado Ryan Lochte. Y avanzada la tarde, su también amigo y compañero de postas sube una imagen en Instagram que muestra el espíritu de grupo: ambos comiendo pastas, mientras realizan una sesión regenerativa.
Enorme como en toda su trayectoria, que también supo de momentos inquietantes, Phelps se va de los 200m combinados de los Juegos Olímpicos como llegó en Atenas 2004, a los 19 años: con el oro. Repitió en Pekín 2008, en Londres 2012 y cerró en Río 2016. A diferencia de Atenas y de Londres, donde hizo 1-2 con Lochte, acá su compañero de batallas quedó 5°. Aquellos tiempos escabrosos después de Londres (fue detenido por manejar en estado de ebriedad y uso de drogas), de los que supo volver por su afán por la competencia y el trabajo que hicieron su pareja Nicole y el grupo de entrenamiento encabezado por Bob Bowman, son un recuerdo. Nunca renegó de ellos, pero en todo caso valdrá rescatar que si muchos supusieron que después de 2012 ya nada volvería a ser como antes, les demostró que todavía había fuego sagrado. ¡Un volcán! Son ahora 22 los oros y 26 medallas en total. ¡Y puede llegar a 24! ¿Qué significan, en ese juego de números y comparaciones que se actualizan en cada jornada? Que de los 144 países del medallero, él solito dejó ya a 105 detrás en cantidad de cosechas doradas. La nación Phelps se ubica 39° en el ranking. Si no fuera por Brasil, que logró 23 oros en su historia, Phelps hubiese estado por encima de toda América del Sur.
Phelps es tan grande que hasta el humor en cuanto a lo que representa le sienta bien: dicen en Río que, además de su leyenda en sí, es el único nadador en la historia que puede jactarse de tener más oro que el mismísimo Fort Knox.
LA NACION