18 Aug Leones. Historia íntima de un equipo que ya hizo historia
Por Hernán Sartori
Sucedió en una de las tantas charlas informales que hay en un grupo. La pregunta fue clara: “¿Firmarías ganar la medalla de bronce sin jugar?” Uno a uno dijeron que no. Que querían llegar al octavo partido y competir por la de oro. “Todos dijimos que si se nos hubiera presentado esa situación, no hubiéramos firmado. Y por eso estamos donde estamos”, cuenta Facundo Callioni. Se notó ayer al mediodía en Deodoro, donde el seleccionado masculino de hockey sobre césped se metió en su primera final olímpica. Y se ganó el derecho a soñar a lo grande.
Detrás de cada gol de córner corto de Gonzalo Peillat, de cada atajada de Juan Manuel Vivaldi, del control para no ser sancionados con tarjeta verde, del golazo de Joaquín Menini tras un centro de Agustín Mazzilli y del 5-0 parcial de Lucas Vila, hay una historia íntima que transformó a Los Leones en solidez, contundencia y medalla de plata asegurada en Río 2016 después del 5-2 sobre Alemania, el bicampeón olímpico.
Entender que en el deporte de alto rendimiento los resultados sólo llegan con planificación, entrenamiento y trabajo a largo plazo es el primer paso para salir a buscarlos. La voluntad, la dedicación full time y una cuota de fortuna siempre deben acompañar. Y Los Leones disfrutan hoy en Río de Janeiro e irán por el oro, mañana a las 17, ante Bélgica, que le ganó 3-1 a Holanda. Este equipo que fue tercero en el Mundial de La Haya 2014 hoy se infla el pecho. Pero hay que retrotraerse a 2001 para entender esta historia.
Hace 15 años, Juan Gilardi, Matías Paredes (descartado para la final) y Lucas Rey eran subcampeones mundiales Sub 21 en Hobart, Australia. Hace 11 años, Manuel Brunet, Facundo Callioni, Pedro Ibarra, Juan Martín López, Matías Rey (otro descartado por lesión), Lucas Rossi, Juan Saladino y Lucas Vila se consagraban campeones mundiales de esa categoría en Rotterdam. Y estos 11 jugadores están hoy en Río de Janeiro, intercalados con un puñado de jóvenes y la veteranía de Vivaldi.
“Tenemos una mezcla de jugadores grandes, medianos, chicos, el mejor arquero del mundo, el mejor tirador de córners cortos del mundo. No es sorpresa esto porque jugamos a un nivel increíble”, dice Lucas Rossi. “Las mujeres bancaron a todos los muchachos para concentrarse en el torneo y no relajarse ni un suspiro. Por eso decidimos entre todos no ir a la ceremonia inaugural”, grafica Carlos Retegui, quien deja en claro que esta final olímpica es una victoria de la historia del hockey sobre césped argentino. De Luis Ciancia, de Sergio Vigil, Mariano Chao, Mario Almada, Emmanuel Roggero, Aldo Ayala, Alejandro Verga, Miguel Altube… Todos trabajaron para este final feliz.
“Yo me preparé durante 46 años para esto, no durante tres. Y hoy lo disfruto gracias a estas bestias que tengo de jugadores”, se emociona el entrenador. “Es mucho trabajo el que se hizo en la Argentina para llegar a esto y muchos que pasaron y ya no están en el equipo soñaron con eso”, se suma Gonzalo Peillat.
Claro que fue un camino arduo el recorrido por este seleccionado, porque el cuerpo técnico los hizo entrenarse durante meses entre 30 y 35 horas por semana, a razón de seis por día. “Muchas veces llegábamos muertos, dejando de lado a la familia, novias e hijos. Pero éste es el sueño de nuestras vidas. Muchos jugamos juntos hace más de diez años. Llegamos con trabajo, esfuerzo, compañerismo, aprendiendo de las derrotas, no bajando los brazos y creyendo en nosotros. Siempre vale la pena luchar por lo que uno sueña”, agrega Callioni.
Aquellos juniors luego fueron bronce en el Trofeo de Campeones de Rotterdam 2008 y terceros en el Mundial de La Haya 2014, con muchos golpes en el medio. “Se juntaron camadas diferentes de jugadores, mayormente grandes con chicos que acompañan -cierra Juan Manuel Vivaldi-. La convicción y la seguridad hacen que el equipo juegue así. Es el mejor equipo de la historia del hockey masculino sobre césped”. Y mañana irá por el oro.
CLARÍN