La “Peque” Biles, un talento en honor a Comaneci

La “Peque” Biles, un talento en honor a Comaneci

Por Claudio Cerviño
Ella es “la Peque” Simone Biles . Con 5 centímetros menos (1,45m) que Paula Pareto, y también 11 años más joven (19), la gimnasta norteamericana no es una más en los Juegos Olímpicos 2016. Sus primeros Juegos. La observan muy especialmente. No es alguien que vaya a tomar desprevenidos a los seguidores de una disciplina que combina fuerza, destreza, reacción, plástica. Lleva ya seis temporadas compitiendo y vino dispuesta a cambiar la historia de su deporte. Cinco oros es la apuesta, para convertirse en la máxima ganadora de todos los tiempos. Ya logró el primero, en la prueba por equipos, con 184,897 puntos, superando a rusas y chinas. Le quedan viga, salto, suelo e individual general. La llaman la heredera de Nadia Comaneci, la inolvidable rumana que deslumbró en Montreal 1976 con su 10, y del que se cumplieron 40 años. La primera diferencia sustancial que surge es que Comaneci tenía sólo 14 cuando irrumpió y quedó inmortalizada. Aún así, Biles acepta el reto. Y está rodeada hasta por pequeños detalles.
Hace unos meses, en el certamen Pacific Coast, disputado en Washington, Biles compitió con una música particular en su ejercicio de suelo: la de la película Río. Las imágenes del torneo fueron difundidas como promoción de la participación de la norteamericana en los Juegos y, de manera subliminal, ganó mayores simpatías entre el público. Y dejó el mensaje: “Si al público brasileño le gusta esta música, voy a continuar con esta rutina allí”. Aunque se presuma que para los ejercicios de gimnasia la concentración no deba ser alterada por lo que sucede en el entorno, Biles lo minimiza y aclara: “La reacción de la gente tiene un papel muy importante. Esto nos da un impulso de adrenalina, especialmente cuando empiezan a gritar y aplaudir al ritmo de la música. Eso nos ayuda a seguir adelante “.
La vida no fue fácil para esta gran campeona. Todavía no captaba demasiado lo que sucedía a su alrededor cuando su madre, seriamente afectada por su adicción a las drogas, desistió de criarla. Simone encontró en sus abuelos el refugio para que no le faltara nada. Ronald y Nellie, a quien ella llama “sus padres”, la guiaron con mucho amor. No sólo a Simone: también a su hermana Adrian. Una historia familiar estremecedora.
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Hasta que su vida cambió. A los 6 años, en Houston, durante un concurso gimnástico al que había sido llevada por casualidad, empezó a imitar en un rincón a las protagonistas. Algunos lo tomaron en gracia, los detectores de talentos no. Así fue invitada a participar de las clases por Aimee Boorman: hoy sigue siendo su entrenadora. Fue el inicio de su carrera. En rigor, comenzó a competir a los 14 (¡esos 14 de Comaneci!). Y fue arrasadora, con 10 títulos en campeonatos mundiales ganados entre 2013 y 2015. Se transformó en la mejor gimnasia norteamericana de la historia casi sin darse cuenta.
Admiradora del denominado “American Cinco” que deslumbró en Londres 2012 (Gabrielle Douglas, Aly Raisman, McKayla Maroney, Jordyn Wieber y Kyla Ross), desde el año siguiente no paró de cosechar victorias y de progresar. Sabía que su momento olímpico iba a llegar, pero nunca se metió demasiada presión para ese debut. “Nunca fue una meta. Dejo que las cosas sucedan. No me gusta tomarme la gimnasia como un trabajo, no lo disfrutaría. Me gusta participar, competir, divertirme en cualquiera de las especialidades, y después volver a casa con esa sensación. Es lo mejor”, razona. Alguna vez contó que una de las empresas que la patrocinan le obsequió un cuaderno especial para que oficiara de diario personal. Y la sorpresa que sintió su madre-abuela Nellie a ver las anotaciones y los deseos para Río 2016 fue muy curiosa: “Ser parte del equipo de Estados Unidos”. Tan llamativo le resultó que le preguntó: “¿Sólo eso Simone, ser parte del equipo?”. La respuesta fue contundente: “Sí. Si luego lo necesitara, lo actualizo”.
Con una madurez acelerada por sus circunstancias personales, Biles se contacta con su madre biológica sólo para los cumpleaños o festividades. “Cuando era más pequeña me preguntaba qué habría sido de mi vida si no hubiese pasado nada de esto. A veces todavía me planteo si se arrepiente y querría haber hecho las cosas de manera diferente, pero son preguntas que no las tengo que responder yo”, contó hace unos meses. Los especialistas destacan su talento, incluida la campeona olímpica en Los Angeles 1984, Mary Lou Retton: “Es la gimnasta con mayor talento que vi y creo que todavía no mostró todo lo que puede hacer. Es insuperable”. Para su entrenadora Boorman, sin embargo, nada cómo la fortaleza mental. “Un día decidió que sería una gran gimnasta y desde entonces hizo todo para lograrlo”.
No todas las especialidades son irresistibles al talento de Biles. De hecho, las barras asimétricas suelen ser su karma. Aquí también. Justo las barras, el rubro en el cual Comaneci era imbatible. “Quiero mejorar en las barras”, explicó cuando le consultaron sobre qué es lo que más desearía en los próximos años. Con esa cuenta pendiente, por la que aquí no podrá honrar precisamente a la rumana, Biles cautiva con sus saltos. Imposible no seguirla. Y hasta tiene un sello propio: lo llaman Biles y lo ejecuta en las rutinas de piso. Consiste en un doble salto en posición vertical, con un medio giro al final. No lo intente: no está incluido en la cobertura de la prepaga.
LA NACION