14 Aug La ciencia detrás de la velocidad de Usain Bolt
Por Matthew Futterman
Los velocistas que han competido contra Usain Bolt en los 100 metros planos a menudo describen un momento en la segunda mitad de la carrera en el que el ser humano más rápido del mundo simplemente los deja atrás.
En un momento están hombro con hombro con Bolt con la creencia de que esa será la noche en que la leyenda será superada. Inmediatamente después están mirando la espalda del jamaiquino, con sus brazos en alto en señal de triunfo, a veces muchos metros antes de cruzar la meta.
Hace poco Bolt expresó su imperturbable seguridad, a pesar de haber sufrido una lesión muscular que lo mantuvo alejado de las pistas. La federación de atletismo de su país le concedió una exención médica que le permitió ser designado en el equipo olímpico a pesar de no haber podido clasificarse en las pruebas nacionales.
“Mis probabilidades son las mismas de siempre: ¡excelentes!”, dijo. “Si todo va bien en lo que resta del tiempo y el entrenamiento va bien, voy a estar con mucha confianza al ir al campeonato”.
Los espectadores también se han acostumbrado a sus métodos. Desde 2008, Bolt, que mide 1,95 metros, ha ganado todas menos una de las carreras de los 100 metros a nivel olímpico y mundial. La única excepción fue el Campeonato Mundial de 2011, donde fue descalificado por una salida en falso.
“Cualquiera puede ser vencido, pero él es un talento increíble y algo que nunca hemos visto en el deporte”, dice Lance Brauman, que ha entrenado a muchos de los mejores velocistas del mundo, incluyendo a Tyson Gay, que ganó la carrera de los 100 metros en el Campeonato Mundial de 2007, justo antes de que comenzara el dominio de Bolt. “Esperas tener tu mejor día y que él no tenga el suyo”.
Bolt parece tener un cambio de velocidad adicional, algo que nadie más tiene. Cuando acelera, nadie puede mantener el mismo ritmo. Al menos eso es lo que nos dicen nuestros ojos, pero no es lo que sucede en realidad.
Bolt no es diferente a cualquier otro hombre increíblemente rápido y alcanza su velocidad máxima de alrededor de 43 kilómetros por hora cuando llega más o menos a la marca de los 70 metros. A partir de ahí, su velocidad disminuye por unas pocas centésimas de segundo cada 10 metros. En una carrera que se define por una pestaña, cada fracción de segundo es vital.
Lo que esto significa es que Bolt desacelera su velocidad a un ritmo más lento que el resto.
Por lo tanto, superarlo debería ser simple, ¿no? Lo único que hay que hacer es no desacelerar. Por supuesto, esto no es tan fácil. Los científicos todavía están averiguando por qué los seres humanos -y los guepardos o chitas, el antílope americano y otros mamíferos rápidos- disminuyen su velocidad tan rápidamente.
Durante décadas, los investigadores han teorizado que la desaceleración comienza cuando la energía almacenada en los músculos se agota.
“Todos los mamíferos que realizan ejercicio intenso, ya sea un maratonista, un chita tratando de atrapar a sus presas o la presa tratando de evitar ser comida, usan la energía almacenada en el cuerpo, por lo general en forma de glucógeno”, explica Karen Steudel, profesora de zoología de la Universidad de Wisconsin. “Una vez que esta se agota, el ser humano o el chita se queda básicamente sin gasolina”.
Sin embargo, un estudio de 2012 de Matthew Bundle, profesor de la Universidad de Montana en Missoula, y su colega Peter Weyand, de la Universidad Southern Methodist, de Dallas, mostró que la mayor disminución de rendimiento muscular se produce en los primeros segundos de una carrera de velocidad, cuando los corredores aún están acelerando. Esto sugiere que la desaceleración en una carrera tan corta como la de los 100 metros podría no estar relacionada con la manera en que los velocistas metabolizan el glucógeno en su organismo.
“La fatiga muscular se produce contracción por contracción”, señala Weyand, quien sostiene que el proceso biológico que causa la fatiga sigue siendo un misterio. También es muy complicado de medir, ya que es difícil examinar lo que está sucediendo en los músculos de una persona increíblemente rápida debido a que puede funcionar a toda velocidad solamente durante aproximadamente tres segundos.
Aun así, la noción de que la fatiga muscular comienza instantáneamente y con cada contracción muscular puede explicar por qué Bolt es tan difícil de superar.
El jamaiquino es considerablemente más alto que sus competidores, y su capacidad para dar pasos rápidos -denominada frecuencia de zancada- es tan buena como la de cualquier rival. No obstante, Bolt puede cubrir más terreno con menos pasos, lo que le permite completar 100 metros con sólo 41 zancadas, mientras que sus oponentes promedian alrededor de 45.
Si los músculos se vuelven menos potentes con cada paso, entonces al dar menos, los músculos de Bolt se fatigan en menor grado. Eso explicaría por qué en los últimos 20 metros, el jamaiquino esencialmente desacelera a un ritmo más lento que los demás.
Por lo tanto, la fórmula para vencer a Bolt parece fácil: hay que dar menos pasos. Pero no es así. La efectividad de un corredor consiste en hallar el equilibrio adecuado entre la longitud y la frecuencia de la zancada. Pasos largos que se extienden mucho más allá del centro de gravedad de un velocista actúan como un golpe al mentón. Cada zancada demasiado larga rompe el impulso hacia adelante del atleta, mientras que las zancadas demasiado cortas no cubren suficiente terreno y las piernas humanas tienen un límite para moverse con rapidez.
“Uno siempre está preguntándose: ‘¿Cómo puedo ser un poco más fuerte, tener un poco más de elegancia, tener un poco más de paciencia y correr más rápido?'”, dice John Smith, considerado por muchos como el mejor entrenador de velocidad de Estados Unidos.
Cada velocista dice que la clave para ganar es prestar atención solamente a lo que está sucediendo en el carril propio, ya que eso es lo único que se puede controlar. Bolt está tratando de lograr un “triple-triple”, un número sin precedentes de medallas en las competencias de 100 metros, 200 metros y la carrera de relevos de 4 x 100 metros. Si lo logra, seguramente será considerado el mejor atleta de todos los tiempos.
LA NACION