Carlos Retegui: “Lo creímos, lo soñamos, nos ilusionamos y lo concretamos”

Carlos Retegui: “Lo creímos, lo soñamos, nos ilusionamos y lo concretamos”

Por Gastón Saiz
Hay lágrimas de felicidad, también gargantas enrojecidas por un festejo impensado para muchos, pero que es el resultado de una planificación y el esfuerzo conmovedor. Hay jugadores con los brazos levantados al cielo, de rodillas, una mezcla de agradecimiento y abatimiento, después de un gigantesco desgaste físico y una admirable fortaleza mental. Hay voces disfónicas que intentan expresar los sentimientos de un grupo que se fijó una meta hace dos años y medio, con un conductor de línea dura, que vive hockey y respira hockey. “Trabajo, trabajo y más trabajo. Vine a Río y no sé si tiene mar. Estamos en el cielo. Es un premio para estos jugadores que son inquebrantables, fantásticos. Lo creimos, lo soñamos, nos ilusionamos y lo concretamos”, dijo Carlos Retegui, el entrenador que dirigió su segunda final olímpica, tras colgarse la medalla plateada en Londres 2012 con las Leonas, y que ayer se superó con la dorada.
El rugido de estos Leones atronó en el estadio Deodoro. “¿Qué hicimos, no? Nos mirábamos arriba del podio y teníamos de un lado a Bélgica y del otro a Alemania. No lo podíamos creer. Tenemos una camada de jugadores maduros y eso nos da la experiencia que le pudo faltar a lo mejor a otras selecciones. Ahora hay que mantenerse en lo más alto hasta que se pueda”, comentaba Gonzalo Peillat, el goleador, con 11 tantos en el torneo. Su felicidad fue la de su abuela Irene, que celebró cada conquista de su nieto en la tribuna.
“Estábamos tapados por una gran generación de Leonas y corríamos desde atrás en el hockey. No se nos daban los resultados, pero habíamos visualizado esto desde el primer día. Nos sentíamos campeones desde antes de empezar y hoy lo concretamos. Lo mejor es que el hockey sigue creciendo”, subrayó Facundo Callioni, de 30 años, abrazado a Pedro Ibarra, el autor del gol del empate, después de la rápida ventaja que consiguió Bélgica con un remate de Cosyns que quebró la resistencia del arquero Juan Vivaldi.
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Paula Pareto pidió sacarse fotos con ellos, Emanuel Ginóbili pasó a saludarlos antes del juego. Situaciones impensadas al llegar a la Villa Olímpica. “Yo sentí lo mismo; «hoy ganan», nos dijo Manu, que nos veía las caras y se reía”, recuerda Pedro Ibarra, el capitán. “Fue mucho esfuerzo, mucho sacrificio”, agregó. A su lado, Matías Paredes, que se quedó fuera de la final por una fractura del quinto metatarsiano del pie derecho, sentenció: “Daba para ilusionarse, pero hacían falta 10 días de los mejores. Podemos decir que el equipo jugó increíble y esa es la razón de esta felicidad”.
LA NACION