13 Jul Viaje al fondo de la picadora de carne
Por Manuel Ercoreca
No son nuevas, nos acompañan hace más de 100 años, pero hoy les llegó su momento: las hamburguesas entraron al podio de la novedad y de la popularidad no solo en Buenos Aires sino en varias ciudades de Latinoamérica y Europa. Este boom dejó atrás al sushi, la comida peruana y la china, y aunque la Cámara Argentina de Comercio no tiene datos precisos de cuantos locales abrieron en este último trimestre, se estima que ya son más de 40 en toda la ciudad. “Creo que este crecimiento se dio a principio de año. Si caminas por Palermo te vas a dar cuenta que hay una hamburguesería por cuadra”, comenta Fabio Alberti, que a comienzos del 2014 abrió un fast-truck en el Bajo de San Isidro. “Al principio venía gente del barrio y alrededores. Hoy charlo con clientes que vienen de otras provincias, es algo que se disfruta mucho”. Y no es el único caso: Christophe Arrighi, un cocinero francés que hace ocho meses fundó París Burguer, todavía se impresiona al contar que a los pocos días de la inauguración del local, tuvo que cerrarlo por quedarse sin panes. “En estos últimos meses pase de vender 30 hamburguesas a 70 en un día, los clientes se amontonan en la puerta y en el horario pico no entra ni un alfiler”.
Pero, ¿cuán lejos está de convertirse en la comida al paso/bocado nacional? ¿A cuánto del chori o la empanada? Marcela, encargada de la cocina de la hamburguesería Pérez-H, no duda y afirma que todavía no llegó a su pico más alto: “Le doy menos de dos años. Creo que se dejó de consumir un plato tan conocido como la pizza o la empanada”.
En cuanto a los precios, si los comparamos con una cadena de comidas rápidas (el Big Mac como valor de referencia: $ 97) el importe es prácticamente el mismo. En una hamburguesería, con $ 10 más, podemos comer un medallón de carne molida con salsas especiales, vegetales, queso fundido y pan casero, una porción de papas rústicas y una bebida, por casi el mismo precio.
Doble o nada> Segunda escala: Pérez-H. Enfrente, una Doble Cheddar, Doble Panceta. El precio es $ 75 y se puede acompañar con papas o batatas fritas (+ $ 15). El queso cheddar marida muy bien con el medallón, 160 gramos de carne. Contraproducente: la doble ración de panceta opaca el sabor vacuno. Sugerencia: si hay que continuar con el trabajo, no se recomienda. Probabilidad de pachorra en aumento…
Carritos careros pero a toda hora> Son más de 15 puestos a lo largo de toda la Costanera y ninguno ofrece algo diferente. La hamburguesa completa de la costanera (conocida como “Paty de cancha”, cuando se sirve en la tribuna) salva del apuro, pero ¿comparamos precios? El valor de un medallón, con jamón, queso y huevo, porción de papas y una gaseosa cuesta ¡$110! A favor: están ahí las 24 horas.
Doscientos gramos de sabor patagónico> Para los que buscan un sabor diferente: el lugar ideal es MAD y la obligación es probar sus hamburguesas de cordero, autopromocionadas como la mejores en su género. Al medallón de carne hay que sumarle queso brie, morrones asados, cebollas caramelizadas, rúcula fresca y pan recién salido del horno. Dato importante: arranca en $170 y va con aros de cebolla o fritas.
El toque crocante de las Paille> En Puerta Roja recomiendan a su campeona, la Big Lenny Burguer II: doble carne, doble cheddar, panceta, rúcula, cebolla caramelizada y un montón de papas paille. Precio amistoso ($ 85) si se lo compara con el resto de las hamburgueserías. Las papas le dan su toque crocante a uno de los platos que más salen en el local. Para los amantes del picante, hay una gran variedad de salsas para probar y ponerle a tu sandwich.
Las hamburguesas de Cereza> La recorrida termina con las hamburguesas veganas de Cereza (chequeálas en Facebook). Allí probamos la de garbanzos, con pan integral, vegetales frescos: palta, tomate, repollo y zanahoria, semillas de lino y chía. Por último, la veganesa (mayonesa sin huevo), le da el sabor propio y auténtico a esta comida. El precio es el más económico ($ 45) pero no incluye acompañamientos ni bebidas. Su puesto es móvil y la verás en marchas como las del orgullo gay, ferias gastronómicas, fiestas y algún recital.
Reencarnar
“Los Beatles se ‘hicieron’ en Hamburgo y la hamburguesa también”, decía un viejo eslogan. Lo (in) cierto es que dentro de la imaginería inicial del rock and roll en los ‘50 estaban los jukebox, los drive-ins (autocines) y las hamburguesas: puro cotillón de los rebeldes sin causa. De alguna manera, la hamburguesa es el bocadillo característico del rock y en los ‘70 un informe de la revista Creem podía tener al crítico Lester Bangs saliendo de cacería para confeccionar una guía de hamburgueserías de Nueva York. Beck definió alguna vez como “hamburguesas musicales” a la música de AC/DC y nuestros Pez, en su primer disco (Cabeza, 1995) titularon uno de sus temas Creo firmemente en la reencarnación y en mi próxima vida seré una hamburguesa con queso.
CLARÍN