Un plantel que no se hizo eco de la salida de Martino

Un plantel que no se hizo eco de la salida de Martino

Por Claudio Mauri
Una vez, Marcelo Bielsa dejó una de las tantas frases con que procura comprometer a un plantel, unirlo detrás de un objetivo común a partir de un fuerte lazo emocional. El mensaje a sus jugadores fue: “No me quieran porque gané; necesito que me quieran para que podamos ganar”. Que el afecto y la consustanciación con una idea sea el motor para llegar al triunfo, y no al revés.
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¿Hubiese sido más querido Gerardo Martino por sus jugadores si hubieran concretado la meta colectiva de ganar la Copa América? Nunca lo sabremos. Lo concreto es que, más de 24 horas después de que el Tata anunciara su renuncia mediante un comunicado, ninguno de los futbolistas del seleccionado tuvo una expresión pública sobre el acontecimiento. Ni de solidaridad ni de comprensión con quien hasta hace 10 días era su jefe de grupo. O al menos un saludo de despedida. ¿Es un silencio público que habla? Quizás alguno lo haya hecho de manera privada con Martino, pero llamó la atención que no lo hicieran por algún medio de difusión masiva. Ya sea por las vías de comunicación más tradicionales (TV, gráfica o radios) o por las omnipresentes redes sociales (Twitter, Instagram, Weibo -red social china- en el caso de Messi), a las que son tan afectos.
En sus cuentas personales, muchos jugadores retratan y comparten sus momentos con sus cientos de miles de seguidores. Algunos lo hacen con gran celeridad y sentido de la oportunidad, como ocurrió con Ezequiel Lavezzi, que poco después de la clasificación a la final subió a Instagram una foto que es una pintura de época: sentados sobre uno de los bancos del vestuario y cubiertos por toallas, siete jugadores aparecen atrapados, absorbidos por la pantalla de sus teléfonos celulares.
En los últimos posteos, Rojo, Erik Lamela, Banega, Roncaglia, Otamendi, Kranevitter y Funes Mori fueron algunos de los jugadores que publicaron fotos de sus vacaciones (en el caso del zaguero central del Everton, de su casamiento). De Martino, ni una coma. Esto quiere decir que si los jugadores quieren transmitir algo, pueden.
La dimisión de Martino tiene que haberlos sorprendido en algún punto, ya que cuando se despidieron en los Estados Unidos imaginaban un reencuentro a fines de agosto en la reanudación de las eliminatorias, más allá de que la renuncia de Messi provocó un tembladeral cuyas consecuencias en el resto del plantel todavía no se pueden precisar.
La ausencia de una voz pública de apoyo de sus dirigidos no debe interpretarse como un síntoma de relación rota entre el entrenador y sus dirigidos. Ni siquiera como un desafío al estilo futbolístico que le inculcó al equipo. Pero quizá sí como una señal de que la cuerda emocional no fue tan estrecha, lo cual tampoco es un obstáculo o una excusa por las dos finales perdidas. Los jugadores no deberían tener queja del trato público que les dio el Tata: jamás los expuso ni les transfirió responsabilidades que eran de él. Los protegió de cualquier situación que pudiera acarrear un linchamiento mediático.
Los técnicos que llegan al corazón de sus jugadores, ya sea por la vía del trabajo o la sentimental, son añorados al instante cuando se corta un ciclo. Si Simeone se fuera hoy del Atlético de Madrid, sus jugadores inundarían los medios con frases de gratitud y de sensación de pérdida de un líder. El plantel de Real Madrid expuso su dolor y desacuerdo cuando los dirigentes prescindieron de Carlo Ancelotti, quien había establecido una gran relación con futbolistas que tienen estatus de figura internacional. Los jugadores de Bayern Munich no pierden oportunidad de expresar lo mucho que aprendieron y todo los les dejó Pep Guardiola.
Como si fuera una amarga ironía, el único que despidió a Martino con afecto y reconocimiento en un tuit fue “Chiqui” Tapia, uno de los tantos dirigentes que no pudieron estar a la altura para que el Tata no viera otra salida que la renuncia.
LA NACIÓN