30 Jul Twitter para innovar: La red de las múltiples posibilidades
Por Sebastián Campanario
A veces, cuando camina por la calle, al escritor Santiago Llach se le ocurre una idea que, en forma automática y sin darse cuenta, transforma inmediatamente en una frase breve que cabe, a ojo de buen tuitero, en 140 caracteres. “A los que lo usamos con frecuencia desde hace más de cinco años, Twitter nos formatea el pensamiento”, cuenta Llach. Para el escritor, la red social opera en sus ocurrencias de manera parecida a una “navaja de Ockham”, que postula que cuando compiten varias hipótesis hay que seleccionar la que tiene menos supuestos. “Twitter me obliga a afeitar el pensamiento y lo que escribo, a despojarlo de floreos presuntivos.”
Llach ve a Twitter como un “gran cadáver exquisito colectivo, una sucesión cambalachesca de textos que respetan a rajatabla la regla madre (de los 140 caracteres), pero que se mezclan con el resto, en nuestra gran conversación”. Este foro colectivo tiene innumerables interacciones con la creatividad y ofrece herramientas para potenciarla.
LA NACION consultó a creativos de distintos ámbitos, expertos en redes sociales y tecnólogos sobre cómo sacarle el mejor provecho, desde el punto de vista de la dinámica de innovación, a esta red social. Lo que sigue son algunas de las ideas sugeridas:
1 Inteligencia colectiva. La escritora y guionista Carolina Aguirre aprovecha Twitter como fuente de inteligencia colectiva y también para probar algunas estructuras de lo que produce a nivel creativo. “Hago preguntas. En estos días pregunté por ejemplo cómo traducirían overdressed porque necesitaba usarlo para una columna. Me respondieron unas 50 personas con distintos adjetivos y explicaciones. Terminé usando «sobreexigida», que me lo dieron ahí.” También, cuenta Aguirre, usa Twitter para ejercitar “la brevedad y la estructura de la frase. Para que una oración cause efecto tiene que haber una sorpresa final, una revelación, un giro, como en los cuentos o en los chistes. Muchas veces pienso un tuit, lo giro y lo reestructuro para que sea eficaz. Lo hice mucho tiempo con @lachicasabrina y lo sigo haciendo”.
2 Scouting de ideas. Uno de los grandes sesgos cognitivos que conspiran contra la innovación y la creatividad es el de valorar las ideas propias muy por encima de las de los demás. Darío Laufer, experto en redes sociales y director de la agencia B influencers (especializada en Twitter), cuenta que combate este sesgo principalmente con esta conversación grupal: “En Twitter muchas veces encuentro gente que trabaja en mi campo y tiene muy buenas ideas sobre las comunicaciones digitales. Mejores que las mías y diferentes de otros. Cuando se arman debates entre colegas sin que uno trate de imponer su punto, lo que resulta de eso es que las interacciones amplían un conocimiento, en lugar de disminuirlo. Si a eso le sumamos que muchos comienzan a escribir en Medium y lo conectan con Twitter, se arman comunidades temáticas espontáneas y con mucho contenido, en las cuales todos aprenden más juntos y se produce un salto”, cuenta Laufer.
3 Sarcasmo e innovación. La red de los 140 caracteres tiene a la ironía y el sarcasmo como tono dominante. Esto hace que muchos internautas huyan espantados hacia otros espacios virtuales con menos cinismo, pero hay quienes lo disfrutan y se sienten como peces en el agua. Una vez, el escritor Oscar Wilde llamó al sarcasmo “la forma más elevada de inteligencia”, y recientes estudios científicos llegaron a vincular este tono con una mayor potencia creativa. Una investigación de la escuela de negocios del Insead en Francia determinó que, como el sarcasmo requiere inteligencia social y ejercitar el salto entre dos significados opuestos (lo que se dice y lo que realmente se intenta decir), activa el pensamiento abstracto, que a su vez es el motor del pensamiento creativo. Para el trabajo, los académicos del Insead les pidieron a 250 personas que ejercitaran el sarcasmo durante un período (como emisores o receptores), y luego ese conjunto tuvo mejores resultados en tests de creatividad que un grupo de control que no lo había hecho. “Es una forma de humor hostil, pero en su parte positiva suma flexibilidad al pensamiento”, afirman los psicólogos que avanzaron con este trabajo.
4 Ausencia llamativa. A pesar de sus múltiples interacciones con el campo creativo, Twitter no resultó un imán para los creativos publicitarios argentinos más consagrados, que en muchos casos no poseen cuentas o, si las tienen, cultivan -con pocas excepciones- un bajo perfil. Santiago Olivera, director de la agencia TBWA, está en este pequeño grupo que tuitea activamente y tiene algunas hipótesis para explicar la alergia de sus colegas a esta red: “Quizá no entienden la idea de Twitter como cerebro de nuestra época. Me refiero a la posibilidad de expresar ideas, opiniones, discutir, lo que en definitiva hacemos todos en Twitter. Tal vez piensen a Twitter como una red social frívola o agresiva, y supongan que si entran se exponen a que su trabajo se vea criticado. Otro motivo puede ser que, entendiendo la idea de Twitter como lugar de debate e intercambio de ideas, les cueste entrar en ese terreno porque a ellos les es más difícil teorizar sobre publicidad. Son mucho más intuitivos y perceptivos que nosotros y muchas veces les cuesta poner en teoría lo que sienten. Me pasa millones de veces que me cuentan ideas brillantes y no pueden armar el racional para justificarlas -arriesga Olivera-. Los pocos que están en Twitter no hacen mucho uso de ella y el poco uso que hacen en general es para temas muy lejanos o tocan temas de la profesión, pero de una forma superficial”.
5 Redes compactas o diversas.La relación entre resultados creativos y tasa de interacción con el azar (el estar abiertos a lo desconocido) está bien probada. Un trabajo de investigadores del MIT llegó a esta conclusión en el uso de Twitter: aquellas personas que tienen una red social más diversa tienden a ser más innovadoras. Matemáticamente se puede determinar el grado de densidad o cuán compacta es una red: cuanto más denso es el entramado significa que el grupo o la persona analizada a conversar con tuiteros con sus mismos intereses, a mirarse el ombligo y a sumar justificaciones a lo que ya se sabía. Si la red es menos densa, en cambio, hay una mayor exposición a disciplinas y pensamientos desconocidos. En sus entrevistas con creativos profesionales, los académicos del MIT hallaron que varios de los más innovadores tienden a seguir una regla de 70/30: siguen a un 70% de tuiteros que tienen que ver directamente con su trabajo y se reservan un 30% para emisores interesantes, pero de terrenos distintos.
Para los escritores consultados, Twitter es un subgénero literario que puede incluir narración, opinión o poesía. Y que se inscribe en la tradición del “texto breve”, al que también pertenecen el epígrafe, la cita, el aforismo, el haiku, el grafiti o el refrán. “Construyo mi identidad, mi universo y mi opinión a través de lo que me comunican y de lo que comunico en las redes sociales”, dice Aguirre. Para Llach, “uno trabaja un personaje en Twitter, aunque ese personaje se parece mucho a uno m ismo. En ese sentido, es igual que en la literatura: el que habla es el texto, una voz que construyo. Pero se parece mucho a mí”.
LA NACION