11 Jul Papa Francisco: el argentino más importante de la historia global
Por Rosendo Fraga
No sólo es el primer Papa latinoamericano en dos milenios, sino que es el primero “no europeo” en más de quince siglos.
Pero más allá de este dato empírico, es el primer argentino cuya imagen adquiere una dimensión mundial y no sólo entre los católicos. Hoy es la personalidad con mayor aprobación en el ámbito global y no solamente en occidente. Es la primera personalidad occidental con adhesión y simpatía en Asia y Africa. Ello, ayudado por el desarrollo de las comunicaciones que han mundializado la información. Un argentino aplaudido de pie por todo el Congreso estadounidense y el presidente de la cámara de representantes -miembro del partido Republicano- llorando de emoción, es algo inédito. Se trata de una dimensión que no ha tenido ningún argentino, ni las figuras provenientes de la política como Juan Perón o Evita, ni del deporte como Diego Maradona o Lionel Messi; tampoco la tuvo la épica insurgente del Che Guevara o la literatura de Jorge Luis Borges.
Pero la significación histórica de Jorge Bergoglio, no sólo se da como personalidad humana y su capacidad de llegar a la gente de todas las religiones y culturas. Es que está dando pasos realmente trascendentes en su misión pastoral como jefe de la Iglesia Católica. Impulsa el acercamiento entre los católicos romanos (que él encabeza), los ortodoxos rusos y griegos. Al mismo tiempo que reclama por los cristianos no católicos perseguidos en Medio Oriente y otros lugares del mundo. Avanza y potencia el diálogo entre las religiones monoteístas (cristianos, musulmanes y judíos). Mediante el concepto de la Divinidad, abre el camino hacia el diálogo con las regiones politeístas, dominantes fuera de occidente. Toma una Iglesia Católica que se encaminaba hacia una grave crisis a comienzos del siglo XXI, afectada por denuncias de pedofilia, encubrimientos, corrupción y malos manejos administrativos.
Frente a estos desafíos, comienza un camino para generar una Iglesia de la misericordia y ello cambia su imagen ante el mundo. En términos de cultura católica, sintetiza la capacidad de ejercer el poder como históricamente lo mostró la orden jesuita fundada por San Ignacio de Loyola, con la pobreza de la orden franciscana, de cuyo fundador tomó el nombre que identifica su papado. Nadie sabe el futuro, pero será difícil que en el tercer siglo de Argentina, que se inicia el 9 de julio de 2016, que otro argentino lo supere como figura global.
El Papa expresa en sus mensajes los mismos conceptos que, tiempo atrás, expresaba en sus homilías como Arzobispo de Buenos Aires. No ha cambiado. Pero su repercusión en ese entonces, no se compara con la trascendencia mundial de la actualidad.En este marco, si recibió a Hebe Bonafini, o envió un rosario a Milagro Salas, si su relación con Cristina fue mejor que con Mauricio Macri, en pija,, en pija, -algo que todavía habrá que ver- son hechos por los cuales la historia no lo juzgará ni registrará.
De cara al Bicentenario de la Independencia, Argentina debería tomar consciencia de la dimensión histórica global que representa una figura como Bergoglio y de su trascencia para el país.
EL CRONISTA