27 Jul Los demócratas buscan enterrar una feroz pelea para enfrentar a Trump
Por Paula Lugones
En las calles de Filadelfia la sensación térmica alcanzaba los 43 grados, pero la temperatura del Partido Demócrata llegó ayer al estado de ebullición, con un día de abucheos, renuncias, presiones y hasta denuncias de una conspiración internacional. En la inauguración ayer de la convención partidaria el candidato progresista Bernie Sanders pidió a sus activos y furiosos seguidores que votaran por Hillary Clinton, en una movida para lograr la unión del partido y así poder derrotar al republicano Donald Trump.
Otra de las oradoras centrales, la primera dama Michelle Obama, también pidió anoche el apoyo a Hillary y la unidad partidaria, en un día que había sido dramático para los estándares de las convenciones, que suelen ser más bien aburridas. Pero esta carrera por la Casa Blanca es tan extraordinaria que todo parece posible.
“Hillary será una presidenta extraordinaria y estoy complacido de estar esta noche aquí junto a ella”, dijo Sanders, una frase que provocó algún abucheo de sus seguidores, pero que quedó entremezclado con los gritos a favor de la candidata. Se evitó así un temido papelón ante la audiencia nacional, un trabajo entre las delegaciones que llevó todo un día. “No es un secreto que Hillary y no hemos tenido diferencias en muchos temas. Así es la democracia. Pero estoy contento de decir que durante la redacción de la plataforma hubo acercamiento entre las campañas y elaboramos la plataforma más progresista de la historia”, señaló Sanders.
“Necesitamos un liderazgo que mantenga a los ciudadanos unidos, no alguien que divida”, dijo Sanders y reconoció que con el presidente Barack Obama se había salido de la profunda recesión del 2008, aunque todavía “queda mucho por hacer”. “La revolución continúa y voy a estar junto a ustedes”, clamó. Y resaltó que Hillary aceptó subir el salario mínimo a 15 dólares y trabajar por “la justicia social, económica y racial”. “Esta elección debe ser por el futuro de nuestros hijos y nuestros nietos”, alentó. Bill Clinton, el esposo de la candidata, aplaudía desde un palco VIP. Más abajo, entre los delegados, se repartían carteles que decían “estamos unidos”. Algunos no los aceptaban, como una joven que tenía una cinta adhesiva en la boca con la leyenda “silenciada” y tenía una pancarta de Bernie.
Había enorme expectativa por el discurso de Sanders porque ayer al mediodía, cuando había pedido ante sus simpatizantes en un encuentro privado que votaran por Hillary, lejos de apoyarlo, comenzaron a abuchear su llamado. “¡Queremos a Bernie!”, gritaban. Es comprensible la desilusión de sus seguidores, pero es verdad que la unidad del partido es fundamental. La ex secretaria de Estado necesita ese voto joven más progresista para vencer al magnate. A la vez, el republicano hace continuos gestos de seducción a ese electorado: paradójicamente comparte algunas cosas con el senador, por ejemplo el ser un “outsider” de la política y los límites a los tratados de libre comercio.
El llamado a la unidad se da en medio de un clima muy caldeado. El sábado había renunciado la presidenta del partido, Debbie Wasserman Schultz, por la reciente revelación de Wikileaks de casi 20.000 mails en los que se deja entrever que la cúpula demócrata trabajaba en la interna para perjudicar a Sanders en favor de Hillary. El senador ya la había denunciado por eso varias veces durante la reñida campaña e incluso había pedido su renuncia. Pero sus pataleos no sirvieron y finalmente terminó derrotado.
Algunos miembros del partido dijeron que la filtración de los polémicos mails había sido parte de una conspiración rusa orquestada por Vladimir Putin, muy amigo de Trump (ver aparte). Pero más allá de eso, y como era de prever, los partidarios de Sanders, que produjo un movimiento de jóvenes progresistas que quieren límites a Wall Street y educación y salud gratis para todos, salieron furiosos a la calle a protestar. Lo hicieron el sábado, pero también ayer.
Casi desmayados por el calor, pero firmes en la puerta del ayuntamiento en el centro de la ciudad, los seguidores de Bernie mostraban su descontento. Con un cartel que sin sutilezas bramaba “Hillary es un reptil”, Chris Ridfield, de 21 años, se apoyaba agotado en la pared. “Estoy bastante decepcionado porque Bernie apoye a Hillary. No voy a votar por ella. No me parece confiable. Tampoco Trump, voy a tratar de buscar otro condidato, por ejemplo el del partido verde”. John Hopcher, a su lado, señalaba: “El escándalo de los mails es un ejemplo de lo corrupta que es la campaña de Hillary. No voy a votar por ella, estas elecciones son para un cambio en el país”.
Presionada por el partido, la presidenta renunció pero aún quería ser oradora en la convención e inaugurar las sesiones. Como una especie de aperitivo, se presentó por la mañana a una reunión de su estado, Florida, pero los militantes de Sanders se levantaron subrepticiamente de sus asientos y comenzaron a abuchearla.
Según pudo averiguar Clarín de fuentes cercanas a la candidata, durante todo el día hubo presiones para que Schultz no hablara en la convención, ya que se temía un escándalo de los delegados de Sanders en horario central de televisión. Ya había conversado con ella el presidente Barack Obama y también Hillary. Pero la intervención de John Podesta, jefe de la campaña de la ex primera dama, fue decisiva y al final ella anunció que no aparecería. Además, hubo otra movida entre las filas de la candidata. Se bajó la orden a las delegados de su movimiento de estar desde bien temprano en la convención, que suelen estar semivacías hasta que al final de la noche hablan los oradores centrales. Pero esta vez, para “neutralizar” cualquier movimiento de los partidarios de Sanders, fueron todos bien temprano.
“Bernie” hizo lo suyo también. En un mensaje de texto a sus delegados, les pidió poco antes del inicio de la convención que “por cortesía personal” no abuchearan ni se fueran, ni hicieran demostraciones de descontento durante su discurso. Por lo que se vio anoche, muchos aceptaron a regañadientes en favor de la unidad del partido. La tensión se había aliviado un poco también al comienzo de la sesión, cuando las autoridades del Partido ofrecieron “una profunda y sincera disculpa” a Sanders y sus simpatizantes, por las “declaraciones inexcusables hechas en correo electrónico”.
Se superó con elegancia la primera noche. Pero la puja entre las dos facciones seguirá seguramente hasta el cierre el jueves, cuando Hillary acepte ser la primera mujer de la historia en ser candidata a presidente.
CLARÍN