La rebelión de los más humildes

La rebelión de los más humildes

Por Pedro Ruiz de Galarreta
Ni el hincha más fanático imaginaba que el final de la historia sería con la obtención del campeonato. El semestre que pasó, en el fútbol internacional, fue el de los equipos que sin estar en los planes de nadie alcanzaron la gloria. En Inglaterra, un equipo sin historia, tradición, y con un presupuesto exiguo como el Leicester, obtuvo la liga inglesa. Algo similar sucedió, no tan lejos de acá, en Uruguay. Y es que Plaza Colonia se coronó campeón del Torneo Clausura del Campeonato Uruguayo, en el pasado mayo. Su título fue una sorpresa para el mundo de este deporte. Fue el primer club fuera de Montevideo, que llegó a la cima del fútbol de ese país. Nacional, Peñarol, Danubio, Defensor Sporting, Montevideo Wanderers, Central Español, Progreso y Bella Vista se reparten los otros títulos. Su historia está caracterizada por la humildad, el sacrificio, y la superación, uno de los valores que proclama esta institución, junto con el profesionalismo, el respeto, y el compromiso con la comunidad.
Un jugador que llega al entrenamiento en bicicleta, un presidente que les pide a sus jugadores que vendan entradas para cada partido, futbolistas que tienen otros trabajos para poder sobrevivir, y un entrenador que además es carpintero, forman parte de las páginas de esta institución deportiva. “Ser el Club Social y Deportivo referente en el interior del Uruguay”, es la intención formulada en su visión, y vaya si lo logró. En lo que concierne a lo social, hubo una idea innovadora por parte del plantel de primera división, ya que los futbolistas diagramaron normas de funcionamiento en hoteles, restaurantes y lugares públicos. Y si no respetan el reglamento, deberán pagar una multa, que ellos mismos deciden a dónde destinar ese dinero.
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Plaza se fundó el 22 de abril de 1917, en la ciudad de Colonia. El nacimiento del club se debe al profesor Alberto Supicci, el entrenador que obtuvo con Uruguay el primer Mundial que se disputó, justamente en ese país, en 1930. De hecho, el estadio en el que hace de local lleva su nombre. Desde su origen, hasta 1999, participó en la Liga de Fútbol de Colonia. De ahí en adelante, todo sería vertiginoso. En el 2000 participó del Torneo de la Segunda División de aquel país. Y un año más tarde, llegaría el tan ansiado ascenso. Se mantuvo unos años jugando en la máxima competencia uruguaya, hasta que en el 2005 perdió la categoría. Un año más tarde, no se presentó a disputar el campeonato por falta de recursos económicos. De aquel presente, una década posterior, la historia sería totalmente distinta.
El 29 de mayo, derrotó a Peñarol 2-1 en el Campeón del Siglo, y logró el primer título profesional de su, casi, centenaria historia. En medio de los festejos, se vivió una situación particular, cuando el presidente, llorando de emoción, recordaba que durante el certamen tuvieron que pedir perdón en varias ocasiones por no poder pagar los sueldos en fecha. O porque no había disponible suficiente alimentación para los entrenamientos. Su presupuesto es 20 veces más bajo que el de Nacional o Peñarol. Una de las figuras de este conjunto, Germán Rivero, en diálogo con Líbero, explicó los motivos de su consagración: “Fuimos un equipo en el que siempre tiramos todos para el mismo lado y trabajamos en conjunto para sacar las cosas adelante. Y en cada partido dejamos todo para cumplir los objetivos que nos habíamos propuesto”.
El camino hacia el título no fue fácil para el delantero del equipo de Colonia. “Antes de ser transferido a Plaza estuve sin jugar un largo tiempo por un asunto burocrático, y subsistí trabajando con mi papá en tareas relacionadas con la pintura. Mi representante también me ayudó para poder sobrevivir. Y mi familia y mi mujer me apoyaron para que no abandonara el fútbol”, contó el ex jugador de Flandria. “En la actualidad sólo vivo del fútbol, pero algunos compañeros de Plaza tienen otros trabajos, para poder vivir”, explicó el goleador. Con este panorama, las prestaciones, y la buena organización de la humilde institución, fueron un factor fundamental para poder coronarse: “El club nos ofrece varias comodidades para poder practicar. Tenemos una cancha de césped sintético en la que podemos entrenar los días de lluvia. También tenemos un gimnasio, donde podemos ejercitarnos físicamente todos los días. Hay una cancha de entrenamiento, que utilizamos los días de práctica. Y el Campus Alberto Supicci donde jugamos los fines de semana”. Y agregó: “La organización, el buen trabajo y el respeto mutuo, fueron fundamentales para todo lo que hemos logrado”.
Desde el lugar en el que se encuentra, su perspectiva del fútbol es diferente a la de la mayoría de los futbolistas. “Mi visión es que llegamos a estar a donde estamos hoy, con mucho esfuerzo. Y sé que tengo que aprovechar y disfrutar de cada momento de este deporte y dejar todo, para ir progresando cada vez más”, reconoció el ex jugador de Fénix. Con la obtención del campeonato, se metió en el corazón de todos los Patas blancas, como se denomina a los hinchas de Plaza Colonia. Pero no conforme con eso, expresó cuál es su gran anhelo: “Mi sueño es poder jugar en algún momento en la Selección, pero soy consciente de que para eso debo prepararme y trabajar duro”.

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