Gente que hace en la Argentina como en Sillicon Valley

Gente que hace en la Argentina como en Sillicon Valley

Textos Sofía Terrile
Son argentinos, pero crearon compañías globales desde su concepción y triunfan en el mundo; no faltaron los desafíos, pero tampoco los logros; marcaron el camino para los que vienen detrás
Un argentino que globalizó su valija inteligente; una ingeniera en Sistemas que descubrió la economía colaborativa para el hogar; un hombre que imaginó que el té en hebras podía ser el nuevo café con leche, y un ejecutivo que hizo crecer su marca y la llevó a la Bolsa. El panel formado por los emprendedores Tomás Pierucci (Bluesmart); Cecilia Retegui (Zolvers) y Pablo Lorenzo (Palo), y el gerente general de Havanna, Alan Aurich, conversó acerca de sus fracasos y aciertos en el mundo de los negocios.
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Un café en Nueva York fue el escenario inesperado para el origen de una idea que se globalizaría en unos pocos meses. Pierucci se encontró en la metrópolis estadounidense con un amigo que le contó su frustración por un equipaje perdido. En pocos meses decidió irse a China junto con sus socios para comenzar a diseñar el equipaje inteligente que se vendería en más de 120 países, y que recaudaría un millón de dólares en tres días en una plataforma de financiamiento colectivo.
En el gigante asiático debieron juntar dos mundos: el de la tecnología y el de la fabricación de los componentes. El producto imaginado era difícil de explicar. “Queremos hacer la valija que hubiese inventando Steve Jobs”, les decían a los chinos. El producto final fue un equipaje con GPS, cargador de baterías y candado digital, entre otros atributos. Actualmente tienen oficinas en Hong Kong y Shenzhen, además de las de Nueva York y San Francisco. A esas cuatro se suma la reciente apertura de una en el barrio de Palermo, en Buenos Aires, paradójicamente, el último destino al que arribaron. Les costó ser profetas en su tierra.
En el camino fueron acelerados por Y Combinator, en Silicon Valley. “Sin duda, para lo que es tecnología, es donde se piensa lo último. La diferencia allí está en la capacidad de escalar compañías: hay más de 20 que pasaron de 100 personas a 10.000”, detalló Pierucci.
Retegui podría ser uno de los ejemplos de que la tecnología puede salir de la Argentina hacia el resto del continente. En 2013 creó Zolvers, una plataforma de economía colaborativa que tiene presencia en cuatro países de América latina. Se trata de un marketplace para los servicios domésticos que tiene más de 50.000 prestadores inscriptos. Su idea, contó, surgió de los mensajes en el grupo de WhatsApp de las madres del colegio que buscaban personal para trabajar en sus casas y que no lograban encontrarlo.
La emprendedora forma parte del “pequeño” grupo de mujeres que siguieron la carrera de Ingeniería en Sistemas, y aseguró que su profesión la ayudó a la hora de crear su proyecto, pero pidió a sus congéneres que no se desanimen. Afirmó que, aunque hayan estudiado otra carrera, también pueden liderar ideas en tecnología. “Imaginamos disrumpir servicios para el hogar. No puede ser que la persona que vive en Quilmes se vaya a trabajar a Tigre o no encuentre trabajo cuando el de la esquina quizás esté buscándola. Queremos, con una máxima eficiencia, conectar gente”, agregó Retegui.
Otro producto argentino que recorre el mundo es el alfajor Havanna. ¿Cómo lograr que la tradición de Mar del Plata salga de la ciudad balnearia hacia nuevos rumbos? Con una redefinición del core de la compañía. La marca viró su foco del alfajor a los “locales”, lo que le permitió ampliar la oferta y abrir más de 200 bocas en la Argentina y casi 100 en la región. “Acordaron que todo lo que desarrollarían no competiría contra el producto estrella, pero sí seguirían sus estándares de calidad”, explicó Aurich.
Luego de ocho años de que ninguna compañía argentina se lanzara a la Bolsa, la marplatense tuvo su IPO (oferta pública inicial) en junio pasado. Para eso comenzó un proceso de transparencia que incluyó hasta un código de ética. “Se cambiaron muchos hábitos para poder dar tranquilidad a un inversor que quiere poner su plata en la empresa”, puntualizó el ejecutivo. “Fue una preparación que llevó mucho tiempo. Se cambió la contabilidad, la información de gestión y estuvimos listos para salir hace un año, pero se definió salir con un nuevo gobierno”, contó Aurich, quien describió que trabaja para tres públicos: el cliente, quien “paga el sueldo”; los empleados, a los que intentan incentivarles “el talento”, y los inversores. “En las decisiones de la compañía tienen que estar siempre presentes los tres”, apuntó.
Por su parte, Lorenzo imaginó desarrollar en la Argentina un modelo foodie que había visto en otros rincones del mundo. Notó el éxito del té en hebras en otros países y decidió, en 2006, fundar Tea Connection, que cuenta con 11 locales en Buenos Aires y presencia en Chile, Brasil y México. Cinco años después creó Palo Borracho (que luego se simplificó a Palo), un “laboratorio de innovación para marcas” cuyo primer proyecto propio fue Green Eat, que busca ser líder en la categoría de fast good, es decir, comidas rápidas sanas.
La firma busca “armar equipos de trabajo para pensar marcas que propongan algo diferente, que busquen un cambio en la gente y que esa estrategia se vea reflejada” en el día a día. Actualmente están volcados a aquellas que difunden hábitos saludables. El líder de Palo complementa su trabajo con conocimientos que adquirió en Europa e intenta propagar en el país: es embajador de Hyper Island, una escuela de innovación sueca. “El modelo de Hyper ofrece preparación en habilidades para lo que viene. Estamos formando una comunidad de personas que estén dispuestas a liderar el cambio, y eso, en una economía extrema como la nuestra, deja de dar excusas para que las cosas que surjan acá no sean comparables con las de Silicon Valley”, finalizó.
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