22 Jun Sir Diego
Por Ezequiel Fernández Moores
El arquero Peter Shilton algunos de sus compañeros le decían “Shilly”. “Dubitativo”. El apodo, cuenta su compañero Kenny Samson en su libro autobiográfico, se lo puso un tabloide después de una salida algo confusa en un torneo de golf para celebridades. Y al volante Steve Hodge lo llamaban “Mr. Forgetful” (“Señor Olvidadizo”). El DT Bobby Robson bromeaba con colgarle un cartel por si se perdía en los aeropuertos. El “olvidadizo” no recordó ante la Argentina que Inglaterra había practicado el offside y quedó enganchado con Jorge Valdano. Dio un peligroso pase atrás aéreo a su arquero, el golfista de salida discreta. Y en el medio apareció “La Mano de Dios”. Así, con el nombre en español, se llama el documental que difundirá esta noche en Inglaterra la cadena ITV. Hodge, titular ante la baja clave del capitán Bryan Robson, y Shilton hablan con Terry Butcher. El zaguero les cuenta, por primera vez, que media hora después del partido, en el control antidoping, le preguntó a Diego Maradona, con gestos, si fue “hand or head”, mano o cabeza. Y que Maradona le mostró la mano. Unos años antes había dicho que Diego le señaló su cabeza. Por eso todos lo miran asombrados, incluidos Gary Lineker y Glenn Hoddle, que también jugaron contra la Argentina en México 86 y forman parte del documental. Hoy se cumplen 30 años. Inglaterra también recuerda.
“Con la cabeza, papá”, asegura Maradona que le respondió a Butcher en el antidoping. Es interesante escuchar qué dicen hoy del otro lado. A Shilton, leyenda inglesa, con casi 20 años en la selección, sigue sin gustarle que Hodge le haya pedido la camiseta a Diego en el túnel (John Barnes, el zurdo que entró al final y casi provoca el empate, dice en su libro que Hodge se pasó los últimos cinco minutos del partido cerquita de Maradona para pedirle la camiseta primero que todos). Ya en el vestuario, Hodge guardó rápido la camiseta de Diego en el bolso. Butcher estaba furioso. Hoddle pateó cosas, pero pocos minutos después fue con Lineker al camarín argentino a cambiar camisetas. Lineker vio por última vez a Maradona en el Mundial de Brasil. “¿Cómo está hoy ‘la mano’?”, preguntó riéndose a Diego, tomándole la mano derecha. Diego lo corrigió y le ofreció la izquierda. Explotaron las risas en el estudio de TV. En el nuevo documental inglés los jugadores, especialmente Shilton, siguen enojados con La Mano de Dios. “Debo confesarlo –interrumpe sin embargo Lineker–, a mí me gusta Diego”.
Lineker, supuesto miembro con carné de la Iglesia Maradoniana, ya se había entrevistado con Diego en 2006. La BBC le pagó 50.000 libras. Shilton se negó a participar en 2005 del programa de Diego, furioso –dijo– porque Maradona “sigue sin aceptar que hizo trampa”. Un tabloide inglés escribió una vez que el 10 se confesaba arrepentido. “Arrepentido jamás”, dice en su nuevo libro Diego, que le ganó un juicio al diario. En 2011, en un estudio de TV de Abu Dhabi, el volante Peter Reid besó la mano izquierda de Diego. Y le dijo que era un “gentleman”. Hay que leer las autobiografías de los jugadores ingleses. Barnes, aun crítico, cuenta que entró en el Azteca imantado por Maradona. Y que si Lineker le habría hecho un gol con la mano a Nery Pumpido, él jamás hubiese ido a contárselo al árbitro tunecino Alí Benaceur. Hasta Shilton, con todo su enojo, habla de Diego como “un genio de técnica inmaculada, habilidad consumada y valiente. Sabía todo de él, lo que no sabía era que también era tramposo”. Cuenta entonces su trayectoria de dos décadas y su “sexto sentido” para oler el peligro en pelotas aéreas. Pero Maradona dice que a Shilton “se le rompieron los amortiguadores”. Y hasta lo critica también porque lo tapó mal en el segundo gol. El de La Apilada de Dios. Robson, típico del fútbol inglés, jamás pensó una marca personal. Ordenó que Diego fuera marcado por el jugador que estuviese más cerca. Con ayuda de un segundo si era necesario. “¡Somos Inglaterra!”, arengó antes de salir al campo. Pero Diego corrió media cancha con la pelota. “Ahora te veo la cara, porque en México sólo te vi la espalda”, le dijo Reid a Maradona cuando se vieron en Dubai. No hubo foul, pero no por nobleza inglesa, como aún hoy cree Diego. Los propios jugadores confiesan que temían una amonestación. El documental de ITV busca entrar en la cabeza de Shilton y de Butcher, el único que, tarde, sí buscó derribar a Diego. Arruinar la vuelta gloriosa del villano a la escena del crimen, apenas cuatro minutos después. Suena en el documental inglés la música oficial de la selección que se sintió campeona. La canción, horrible, se llama “Tenemos todo el mundo a nuestros pies”.
“Había una real sensación de que, por primera vez después del ’66, podíamos ganar otra vez un Mundial”, me dice desde la Eurocopa de Francia el gran periodista inglés Jonathan Wilson. Añade que el tiempo ayudó a “admirar” la hazaña de Diego. “La Mano de Dios –dice a su vez Rory Smith, del Times– parece menos un crimen y más un ejemplo de su clase y ahora hay hasta un orgullo extraño porque de algún modo hemos sido parte de esa historia”. “Si el gol lo hacía un inglés –me acota el sociólogo Gary Armstrong– lo aceptábamos como ‘parte del juego’. La Mano de Dios es una respuesta que no busca humillar al derrotado, renuncia a la responsabilidad personal y atribuye el hecho a lo divino”. “El fútbol –se suma el periodista Peter Robinson– es arte, no ciencia. Por eso [Leo] Messi es más que Cristiano Ronaldo y por eso amo a Maradona”. Hablé con más de una docena de colegas británicos. Casi todos me dicen que, en un primer momento, La Mano de Dios fue asociada a Malvinas. Maradona-Galtieri. “Argentinos ladrones y tramposos”. Todos. Imposible, añaden mis colegas, cuando la Liga inglesa apreció a Osvaldo Ardiles y hoy disfruta, entre otros, al Kun Agüero y a Mauricio Pochettino. Los colegas me citan goles iguales de tramposos, o “pícaros”, anotados por jugadores ingleses. Ven arte en un Maradona que vence a Shilton aun saltando con su brazo oportunamente encogido, a la altura de la cabeza. Y saben que el fútbol da revancha: “Mi gol favorito de Inglaterra a la Argentina –observa irónico el sociólogo David Goldblatt– es el penal que ‘robó’ Michael Owen en el Mundial 2002. Creo que algún diario argentino podía haber titulado: «Ellos aprendieron»”.
La trampa vs. el fair play. Pícaros vs. gentleman. Barras vs. hooligans. La colonia contra el imperio. Malvinas. La Thatcher. Identidad. “Ese partido –me dice el escritor y colega Fernando Murat– nos representa y nos constituye”. Y los dos goles, agrega, “son las dos versiones de la argentinidad”. Uno, la picardía del que viene de más abajo y equilibra la relación de fuerzas elevándose “en el momento justo y en el lugar indicado”. “A la vista de todos y sin ser visto por nadie”. Y con la frase La Mano de Dios, “para la memoria, la leyenda popular y el refranero”. Y el segundo gol “como argentinidad deseable, la genialidad, el rapto luminoso, la posibilidad de trascender como únicos e imitables… La picardía y el heroísmo, dos formas –dice Murat– que están también en el Martín Fierro”.
En Inglaterra, en plena Eurocopa, los aniversarios, según me avisa desde Londres la colega Marcela Mora y Araujo, se focalizan más en los 50 años de la conquista del Mundial 66 y los 20 años de la ilusión que generó la Eurocopa 96 jugada en el país. Si hubieran ganado, está claro, recordarían más a México 86. Un dato de la admiración que muchos ingleses sienten por Maradona, según Marcela, lo dio Alistair Campbell, el maquiavélico y para muchos arrogante asesor del ex premier Tony Blair. Haber jugado un partido con Diego, dijo Campbell, fue su mejor experiencia (“best experience”) en la vida. Asif Kapadia, británico de ascendencia india, es uno de los mejores documentalistas del mundo. Hizo uno fabuloso de Ayrton Senna y ganó un Oscar por el de Amy Winehouse. Su nuevo objetivo es Maradona. Su genialidad y su vulnerabilidad. Su brillantez y su drama. Argentina 2, Inglaterra 1.
LA NAICON